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Por: Cosmopolitan | 16/02/10

¿Estás arriesgándote a quedar embarazada?


Incluso el más pequeño desliz en el método de control de la natalidad puede tener consecuencias muy serias (de esas que necesitan mamaderas y pañales). Para asegurarte de no convertirte en mamá hasta que realmente estés preparada, lee esta nota.

La estadística nos dejó petrificadas: casi la mitad de los embarazos no planeados que se dan entre las mujeres jóvenes se deben a olvidos o a embrollos con los métodos anticonceptivos, según un informe del Guttmacher Institute, una organización de salud reproductiva de los Estados Unidos. Esta investigación también señala algo más grave: muchas mujeres no usan ningún método. Resultado: solo en ese país cada año alrededor de 3 millones de chicas tienen que lidiar con embarazos accidentales.
Sabemos que el control de la natalidad puede ser aburrido y hasta molesto, pero si no tenes la intención de tener un bebé en este momento de tu vida necesitas hacer todo lo posible para evitarlo. Según los especialistas, hay un montón de razones por las cuales una mujer inteligente puede hacer trampas, sin pensar en las consecuencias. Estudíalas atentamente.

1. Jugás a la ruleta con las pastillas
Quizá te salteas alguna cada tanto, pensando que un olvido no puede afectar demasiado tus chances de no concebir. 0 tal vez dejaste de tomarlas hace poco y asumís que hay un periodo «de gracia» antes de que ovules de nuevo. Muchísimas mujeres llegaron a estas mismas conclusiones… y quedaron embarazadas. No te equivoques: «Cuando dejas de tomar un anticonceptivo oral de hormonas combinadas puede llegar a producirse la liberación de un óvulo», advierte la ginecóloga y obstetra Mary Jane Minkin, profesora de la Universidad de Yale, Estados Unidos.
«El riesgo de que haya ovulación depende de la cantidad de horas que pasan hasta que te das cuenta del olvido y tomas otra pastilla. Cuando ocurre algo así tenes que sumar un método de barrera (los preservativos), por lo menos durante siete días», aclara la ginecóloga María Elisa Mottoni, del instituto de medicina reproductiva Halitus.
También pongamos esto en claro: cuando dejas de tomar la pastilla, quedas desprotegida. Como recién te explicamos, podes ovular aunque solo haya pasado un día desde la última vez que la tomaste. Así que vas a tener que usar otro método a partir del instante en que las abandones.
Si te cuesta acordarte de tomarla, cambia a un método que no requiera de atención diaria. «Podés probar los parches anticonceptivos (se cambian una vez por semana), las inyecciones (se aplican una vez por mes) o el DIU (tiene una eficacia ligeramente menor, aunque muy alta, y se reemplaza cada tres a cinco años)», recomienda Moltoni.

2. Como no estás teniendo mucho sexo, no usas ninguna protección
Al no tener pareja podes pensar que evitar un embarazo no es un gran problema. ¿Para qué gastar plata y energía en métodos anticonceptivos cuando ni siquiera sabes cuándo va a ser tu proximo encuentro sexual? Este es el motivo: al tener sexo de forma inesperada, lo más probable es que la ocasión siempre te encuentre «desprevenida». Entonces, te conviene resolver de antemano el tema de la protección. «Tené siempre dos preservativos (uno de backup) en la mesa de luz o en la cartera. No deben estar muy apretados ni al sol (el calor daña el látex). Explora las versiones texturadas, saborizadas o warm-up, para incorporarías como aliadas del juego erótico», recomienda la sexóloga Celia Lardado, titular de www.sexologacelia.com, y experta de nuestro blog de sexo en www.cosmo.com.ar». Además de ser la forma más económica de evitar embarazos (tienen una efectividad del 98%), los preservativos reducen significativamente tus chances de contagiarte una enfermedad de transmisión sexual (ETS). «Es el método que tenes que usar siempre que no estés un 100% segura del estado de salud sexual de tu compañero», asegura Lardado.

3. No estás muy atenta porque quiza querrías tener un bebé
Es normal sentir emociones contradictorias cuando te preguntas si estás lista para tener hijos en este momento de tu vida. Pero a menos de que tengas la certeza de que deseas convertirte en madre en un futuro muy cercano, y que tu chico esté de acuerdo, seguí usando protección todas las veces que tengan sexo. Si no estás totalmente segura de lo que querés, vas a tener que cuidarte hasta que te decidas por la maternidad.

4. Tu vida se convirtió en un caos, y en lo último que pensás es en la anticoncepción
En un momento complicado de la vida (como cuando perdés el trabajo o un ser querido se enferma), cualquier hábito se esfuma en un remolino incontrolable. Y uno de los primeros que desaparecen es el del control de la natalidad. «Cuando atravesás uno de esos hechos o experiencias que lo cambian todo es común que inconscientemente alteres tu rutina de cuidado anticonceptivo: esta se vuelve errática o directamente inexistente», explica la ginecóloga y obstetra Jennifer Frost, del Guttmacher Institute, Estados Unidos.
El truco es poder reconocer cuándo estás en medio de un vendaval, y entonces prestarle atención a este tema. Eso puede significar cambiar un método del que haya que ocuparse una vez por día o por semana a uno que te dé aire durante meses, o incluso años.

5. No encontrás «tu» método
Si no te gusta el que seguís (algunos efectos secundarios de las pastillas -como los sangrados entre ciclos- te asustan, o la idea de que te den una inyección por mes te aterra, por ejemplo), es menos probable que lo uses, y tus chances de quedar embarazada aumentan.
Saca un turno con tu ginecólogo y pedile que te ayude a encontrar el método que vaya mejor con tu estilo de vida y tus preferencias. Pero acordate: si no estás en una relación monógama con un hombre que esté libre de ETS, entonces tenes que usar preservativos cada vez que tengas sexo.