Un hombre supuestamente engañado y lleno de bronca salió a contarle a todo el mundo que el hijo que él crió durante dos años no es su hijo biológico y para probarlo mostró un test de paternidad. Su actitud deleznable, ya que vulnera todos los derechos de ese niño, no es aquí lo que importa. Su caso mediatizado trajo a la agenda el tema de los análisis de ADN, hasta hace no mucho desconocidos por la mayoría e inalcanzables por sus altos costos. Pero hoy son moneda corriente. Coinciden los especialistas en que se triplicaron en la última década. Sólo en la ciudad de Buenos Aires hay 40 centros públicos y privados que los hacen.
Las causas del crecimiento van desde los avances científicos hasta los cambios culturales. Yen el me dio la información: la gente se entera de qué se trata y que es posible hacerlo en sus propias casas. Los costos arrancan en 2.500 petos.
«A través de un hisopado bucal o una gotita de sangre se extraen muestras de material genético. Se hace la reacción en cadena de la polimerasa para amplificar el ADN y luego, con sentenciadores automáticos se llega a un perfil genético», explica a Clarín el biólogo y genetista Daniel Corach, director del Servicio de Huellas Digitales Genetistas de la Universidad de Buenos Aires que él creó en 1991. «Si es muy urgente se puede tener el resultado en un día, sino puede tardar un mes porque si es negativo la prueba se repite». Según su experiencia casi todos los resultados son negativos (el padre que dudaba no era el padre): «el que se hace el estudio es porque duda, y si la duda está…». Dice Corach que por una cuestión ética en su laboratorio no aceptan estudios secretos porque se vulneran los derechos del niño: «No hay legislación para este tema, nos manejamos por la ética».
Su colega Mabel Segovia, genetista de Halitus, comparte esa idea. «Pedimos documentos, tomamos las huellas, sacamos fotos del momento del análisis. El kit no es confiable, se lo puede hacer cualquiera y para la Justicia no es válido», explica. Dice que el test dé paternidad «se hace muchísimo porque la confiabilidad es muy alta».
Ricardo Molina dirige ADN Análisis, donde se hacen 500 test al mes. «Abrimos en 2007 y desde entonces se triplicó la demanda porque el tema ya no es tabú». Además, antes era caro y ahora cuesta 2.800 pesos. Un caso muy usual es analizar a una mujer y dos hombres: «Las partes pueden venir en distintos momentos con la condición que lo hagan en menos de diez días de diferencia». Otro clásico: «que se haga sin el consentimiento del otro». Es decida mujer se somete a la prueba y aporta material genético del supuesto padre sin que él se entere. Se puede llevar uñas, maquinitas de afeitar…
«Preservativos con semen, sangre, cigarrillos, cabello arrancado….» agrega Silvia Benasayag, directora de Fundagen. «El crecimiento es exponencial porque está al alcance de la mano», dice. Otra explicación que encuentra es que «la mujer ahora se anima a tener más relaciones y también a admitir que a veces no sabe quién es el papá». En su centro hacen 60 test por mes, la mitad antes de que el bebé nazca. Se hace una punción. El costo es mayor, unos 8.000 pesos.
En ADN Análisis ofrecen esa posibilidad y otra más moderna: una extracción de sangre a la mamá en la semana nueve de gestación. El resultado está en tina semana y cuesta 20.000 pesos. «Ese test es el elegido por los más grandes, los de buena posición económica, en general amantes», desliza Molina.
«Realizamos cien test por mes y el 30% da negativo», dice Gustavo Fernández, director de Progenitest «Lo del kit a domicilio es muy común. Se hace para saber», explica, y dice que en breve el kit se podrá comprar en la farmacia. «Atrás de estos test hay historias tristes y dolorosas. Es un tema serio. Es el derecho a saber, el derecho a la identidad», dice Benasayag.