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Por: Clarín. Sociedad | 16/08/04

El riesgo de sobreindicar


A quiénes y para qué: dos preguntas en el centro de la discusión entre médicos

Para prevenir, para tratar, para curar o, sencillamente, para calmar los miedos y la ansiedad. Aquí, uno de los ejes del debate. ¿A quiénes se recomienda hacer estos estudios? ¿Con qué criterio? ¿En qué momento del embarazo? ¿Qué tipo de apoyo deben tener las parejas? Según los médicos, el tratamiento de estos temas a veces es confuso, crea falsas expectativas y, en algunos casos, pone las posibilidades tecnológicas por encima del acto médico.

Para Miguel Bensadon, del equipo de Ginecología y Obstetricia del Sanatorio Otamendi, «lo principal es tener en cuenta lo que se debe pedir. Si se pide de menos, se está haciendo un subdiagnóstico; si se pide de más, se satisface a la paciente pero sin seguir el criterio médico que establece que hay que hacer una serie de estudios de rutina y profundizar la complejidad ante cualquier resultado anormal, o ante una situación de riesgo elevado, ya sea por antecedentes personales o familiares o en casos de primer embarazo a edad avanzada».

Para Bensadon, «no hay que hacer por hacer, porque hasta una simple ecografía eleva la temperatura del líquido amniótico». Ante una situación de riesgo, el paciente es derivado al genetista, que es quien debe sugerir qué exámenes conviene realizar. «A veces las mamás ponen el foco en lo último de lo último y descuidan las cosas más sencillas. Creo que, en algunos casos, hay más marketing que criterio médico».

El doctor Mario Sebastiani, del Hospital Italiano, pone énfasis en que «la consulta debe ser preconcepcional. Hay que ver al obstetra antes de buscar un embarazo. Hacerse análisis, descartar enfermedades y tomar ácido fólico, porque reduce los riesgos de defectos en el tubo neural (cerebro y columna vertebral). Luego, más que pedir estudios, hay que evaluar cada caso y asesorar. La mayoría de las punciones se hace más por ansiedad de la madre que por antecedentes. Hay que avanzar en estudios invasivos recién cuando se encuentra algo anormal».

El genetista Enrique Gadow coincide en la importancia del asesoramiento previo a la concepción. «Permite evitar riesgos o sugiere un manejo distinto del embarazo. Prepararse para tener un bebé es la mejor manera de prevenir. Y, durante la gestación, el asesoramiento permite evaluar diferentes alternativas terapéuticas, antes o después del parto».

A los especialistas les preocupa la sobreindicación de estos estudios. «A veces se piden de más, el tema no escapa a las generales de la medicina. Yo creo que los estudios invasivos sólo deben hacerse en casos limitados», dice Lucas Otaño, del Hospital Italiano.

«No se debe vender como necesidad algo que es un chiche o funciona casi como un ansiolítico», agrega Bensadon. La clave está en que estos estudios son muy caros (y, en general, las prepagas no los cubren) y las tecnologías que los realizan tienen costos millonarios: es decir, amortiguarlas no es nada sencillo.

Antes de encarar estos temas, la pregunta que no puede faltar en la pareja es para qué. Hay que tener en cuenta que los resultados pueden ser muy duros, que en nuestro país no existe la posibilidad de discontinuar el embarazo, y que las tecnologías de tratamiento están retrasadas respecto a las de diagnóstico.

«Antes del análisis la pareja debe tener decidido qué va a hacer. Algunos sólo quieren estar preparados y otros quieren tomar algún tipo de decisión ante una malformación. Y también hay mujeres que, aún sin antecedentes, se hacen el test para cursar el embarazo sin angustia. Es muy personal», dice la psiquiatra Silvia Melamedoff, especialista en estos temas.

«Hay que entender los miedos de la mamá, pero los médicos debemos fomentar el respeto al feto. Ese bebé debe ser amado y respetado desde el vientre. Y no tiene sentido arriesgar su vida con estudios invasivos si no es necesario. No deberían hacerse por moda o ansiedad, porque el principio básico de la medicina es no dañar», dice Carlos Mercau, jefe de neonatología del Ramos Mejía y miembro de la Asociación Médica Argentina. «El 97, 98% de los bebés nace sin problemas. Los padres no deberían hurgar tanto y perderse el maravilloso misterio de concebir una vida. Si todo va normal, hay que bancarse los temores y respetar al hijo desde la panza».