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Por: Viva Clarin | 21/06/09

El largo camino a casa


El mejor regalo La paternidad siempre es un premio, pero lo es aún más para aquellos padres que tuvieron que luchar y buscar ayuda en la ciencia para poder dar vida al hijo tan deseado. Para ellos, en su día.

La vida para Leandro tiene un nombre: Helena. Y pocas veces como ésta, esa pequeñez que apaga y prende la luz porque acaba de descubrir el mecanismo del interruptor suena tan contundente. Alos30,hace diez años, Leandro tuvo un tratamiento de quimioterapia. El diagnóstico había sonado definitivo: cáncer de testículo con metástasis en ganglios y pulmón. Demasiado joven para semejante sentencia. «El día que comencé la quimio, los médicos me sugirieron que congelara una muestra de semen porque después tendría problemas de esterilidad. Lo hice como algo más; ya tenía una hija y, en ese momento, la pregunta era cuánto más viviría. Mis posibilidades eran muy pocas.» Pero Leandro Santagada, productor de televisión, tuvo revancha. Y cómo.
La primera buena noticia fue que zafó. La segunda, que se volvió a enamorar. Y la tercera gran noticia llegó hace un año cuando nació Helena, su segunda hija, gracias a aquella muestra de semen congelado que había dejado en el Hospital Italiano el día que comenzó a pelearle al cáncer mano a mano. «Helena es el símbolo de que después del momento más ingrato vino una revancha enorme», dice. La ciencia y sus ganas de vivir hicieron posible el milagro. El otro empuje lo dio Marina, su mujer, que arremetió con su deseo de ser mamá. Y él, con la batalla ganada, sintió que no podía resignar la vida. Fueron juntos a rescatar el semen congelado y empezaron a buscar un bebé por fertilización asistida en Halitus. «Con salud y dos hijas (Sofía, la mayor, tiene 11) soy el tipo más afortunado de la tierra, ¿no?», se pregunta Leandro.
La criopreservación de gametos y embriones permite
una paternidad diferida a pacientes con cáncer. Se pueden congelar semen, óvulos, embriones o tejidos, antes de comenzar los tratamientos, que muy posiblemente traigan infertilidad. Y no sólo en casos oncológicos. Según Sergio Pasqualini, director de Halitus, la criopreservación es una solución cuando el/ac-tor masculino interfiere en las dificultades para concebir un embarazo. «Hoy se puede preservar semen en microgotas o pastillas; podemos guardar cuatro o seis espermatozoides en cada microgota que se mantiene congelada y permite una recuperación de casi el ciento por ciento del material. Esto es importante cuando hay que hacer más de un intento de fertilización», explica Pasqualini. Entre esos «factores masculinos» se sabe que la edad del hombre interfiere en la calidad de los espermatozoides.
No dejes para mañana
Si bien la mayoría de los especialistas lo ubican a partir de los 50 años, algunos estudios indican que ya desde los 42 los espermatozoides presentan anomalías. Lo mismo se aplica a la mujer, que pasados los 35 años tendrá más dificultades para concebir. Las estadísticas indican que pasada esa edad sólo una de cada tres parejas llegará a la concepción sin ayuda.
En el medio, hay un abanico amplio de patologías y motivos que pueden afectar la concepción, tanto que se habla también de esterilidad sin causa aparente. Y no es un término caprichoso. El embarazo implica una complejidad de factores. Se sabe que el estrés afecta la función del testículo; que el cigarrillo puede alterar la estructura de la información genética de los espermatozoides; que estar en contacto con tóxicos, como los agroquímicos, también causa alteraciones. Además de problemas congénitos o enfermedades -paperas, varicocele, criptorquidia (cuan-dolostestículosnobajanales-croto)- que pueden provocar la infertilidad masculina.
Muchas parejas tienen problemas para embarazarse aun cuando alguno, o los dos, haya tenido hijos con otras personas. Esto les sucedió a Gustavo Traverso y a su mujer, Paula, cuando no llegaba el bebé tan deseado. Y hubo que remarla bastante para que llegara Agustín.
Cuatro años atrás, Gustavo se preguntó si había algo peor que ese papel que estaba mirando. Su espermograma era lo más parecido a un aplazo. Cero. ¿Qué pasaba? Si él había tenido sin problemas una hija, Antonella, de 17, con su ex pareja. Se sentía frustrado. Con Paula habían perdido un par de embarazos, habían apostado a un tratamiento, y nada. Una combinación de motivos se confabulaba. Gustavo y sus pocos espermatozoides y Paula con una trombofília (un desequilibrio en la coagulación de la sangre), clave en abortos espontáneos. Cuando se decidieron por una inseminación hubo que buscar un espermatozoide casi con lupa: «Te querés matar», exagera Gustavo. Pero los médicos habían logrado 16 embriones antes del primer intento de fertilización asistida, por el método ICSI, indicado para casos en que el hombre presenta alteraciones espermáticas. El intento falló y ellos prefirieron esperar un tiempo; las dudas hacían temblar la pareja. Pero se dieron otra oportunidad y hace dos años llegó Agustín. Y con él se fueron los nubarrones.
Stella Lancuba dirige el Centro de Investigaciones en Medicina Reproductiva (CIMER) y siempre aclara a sus pacientes que no hay culpas. «Es la pareja la que no logra el embarazo», les dice. Los tiempos cambiaron, el hombre participa y se somete a estudios, y el enfoque en fertilidad también dio grandes pasos. Hoy se sabe que la dificultad de concebir puede ser por factores femeninos, masculinos o por causas mixtas. Lo ideal, sostiene la especialista, sería una suerte de prevención: que la mujer y el hombre, a los 30 años, preserven sus gametas si saben que la búsqueda de un hijo será un proyecto en el futuro.
Alejandro Sartori y su mujer buscaron el embarazo durante cinco años sin ayuda. «No fue fácil, dudamos mucho. Somos católicos y la Iglesia no ve con buenos ojos estos métodos. Pero nos convencimos de que no estábamos haciendo nada malo, que lo único que queríamos era tener nuestro hijo», cuenta Alejandro. Los problemas eran de ambos lados: Ana Clara había tenido endometriosis y Alejandro tenía pocos espermatozoides con poca movilidad. Fue necesario pasar por seis intentos de fertilización antes de que naciera Sofía, que ya tiene 7 años. «El desgaste emocional fue terrible. Yo estaba enojado y no sabía con quién o con qué, si con la vida o con el mundo», revela Alejandro. De los embriones que quedaron congelados, hace dos años, nació Franco que, felizmente, costó menos. Y por el camino, quedó un recuerdo agridulce: «Uno siempre piensa que va a tener hijos como cualquiera. Y cuando no es así, el camino es muy duro».
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Bienvenida cigüeña
Gustavo Traverso ya tenia una hija de 17, pero no lograba estrenar la paternidad con su actual esposa, Paula. Tras varios intentos fallidos, llegó Agustín.


Textual
«Con el ´scrapping´ obtenemos espermatozoides raspándola superficie de una muestra congelada.»
SERGIO PASQUALINI
CENTRO HALITUS


«Hay una asincronía, un timing distinto en la mujer y el hombre que buscan concebir.»
STELLA LANCUBA
CENTRO DE INVESTIGACIONES EN MEDICINA REPRODUCTIVA


«Es difícil llevar tasas del factor masculino: encierra muchas causas que pueden producir infertilidad.»
ALFREDO VÁZQUEZ
INSTITUTO FRANCÉS DE GINECOLOGÍA Y REPRODUCCIÓN


La vida te da revancha
Leandro Santagada congeló espermatozoides antes de encarar un tratamiento oncológico. Hace un año, ya curado, pudo cumplir el sueño: Helena.