La selección genética de un embrión que puede ser implantado en el útero materno mediante un tratamiento de fertilidad asistida puede llevarse a cabo utilizando el método de Diagnóstico Genético Preimplantatorio que permite descubrir anomalías genéticas de enfermedades congénitas, pero también transferir aquel embrión que sea histocompatible con el hijo enfermo y así poder contar con un donante que cure la afección y le salve al vida.
Ante la posibilidad de que una pareja que tuvo un hijo con alguna enfermedad hereditaria repita el problema en otro de sus hijos, el DGP puede ser una herramienta fundamental ya que el objetivo no es sólo lograr un embrión sano sino, además, que sea genéticamente compatible con el otro hijo enfermo de la misma pareja. Distintas técnicas desarrolladas en los últimos tiempos permiten ayudar a un niño enfermo trayendo al mundo un hermanito compatible, ya que cuando este niño nace las células madre de su sangre de cordón servirá para salvar a su hermano enfermo.
La selección del embrión a transferir es uno de los beneficios de las técnicas de fertilización asistida que mediante el uso de la técnica de DGP permite estudiar el embrión a partir de una sola célula y determinar su sanidad antes de ser transferido al útero de la mujer. Es ese mismo estudio el utilizado para determinar la compatibilidad.
Sin embargo, para iniciar el procedimiento es preciso analizar otro factor de importancia, la edad de la mujer, ya que la fertilidad y con ella la capacidad de respuesta de los ovarios, declina a partir de los 30 a 35 años para volverse aún más baja al acercarse a los 40.
Con todas estas pautas analizadas, y una vez realizada la fertilización de los óvulos, el especialista procederá a seleccionar aquél embrión sano e histocompatible para su posterior implantación en el útero materno. Paralelamente, la pareja deberá resolver la manera de proceder con el resto de los embriones sanos que resulten de la estimulación. Así, las opciones posibles que se presentan son: la criopreservación, que posibilitará la búsqueda de un nuevo embarazo en el futuro, o bien la decisión de donar los embriones a otras parejas con problemas de fertilidad. Aunque esta última resulte hoy día una decisión controversial es preciso tener presente que la única opción éticamente incorrecta es la del descarte de embriones.
Sin embargo, es preciso no perder de vista que, cualquiera sea la opción elegida, será siempre una decisión de la pareja y no de los médicos.