La obesidad, por ejemplo, produce alteraciones endocrinas que pueden disminuir el deseo sexual, teniendo en cuenta que éste es el resultado de estímulos recibidos a través de los sentidos que desencadenan la liberación de neurotransmisores cerebrales que provocan descargas de adrenalina.
Y esas descargas provocan una aceleración de la frecuencia cardíaca y un aumento de la circulación poniendo en juego todos los mecanismos vasculares, hormonales, musculares y neurológicos. La obesidad es uno de los agentes que provoca interferencia en ciertos mecanismos metabólicos influyendo e interfiriendo en el deseo. Es por ello que las personas con obesidad severa pueden presentar problemas en su vida sexual», sostiene la doctora Beatriz Literat, médica sexóloga, a cargo del Departamento de Sexología y Disfunciones Sexuales de Halitus Instituto Médico.
También el alcohol, el cigarrillo y los medicamentos pueden alterar esta labor de relojería perfecto.