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Por: La Nueva Provincia | 13/04/05

Diabetes gestacional, una alarma en la dulce espera


Entre un 3 y un 4 por ciento de las embarazadas presentan esta forma de intolerancia a la glucosa, que desaparece después del parto. Provoca el nacimiento de bebés demasiado grandes y quintuplica el riesgo de que la madre desarrolle diabetes tipo II en los 5 años siguientes. Qué cuidados se necesitan.

El embarazo es una etapa de importantes cambios metabólicos y hormonales.
Esto puede dar lugar a lo que se conoce como «diabetes gestacional», que debe distinguirse de la diabetes previa de la mujer que se embaraza.
«Entre el 3 y el 5 por mil de los embarazos corresponden a mujeres con diabetes de tipo I (insulinodependiente), y una proporción algo mayor son diabéticas tipo II (no insulinodependientes)», aclara el doctor Leandro Mezzabotta, médico de planta del Hospital Argerich y del departamento de Obstetricia del Instituto Médico Halitus de la Capital Federal.
La diabetes gestacional, en cambio, se presenta en un 3 al 4 por ciento de las embarazadas anteriormente «sanas».
Y esto ocurre porque en la segunda mitad del embarazo hay un aumento de los requerimientos de insulina por acción de las hormonas placentarias que intervienen en el crecimiento fetal.
En algunas embarazadas, la respuesta del organismo es insuficiente y el nivel de glucemia se eleva demasiado.
El mayor riesgo que presenta este tipo de diabetes es el nacimiento de bebés muy grandes, con partos complicados.
Asimismo, los hijos de mujeres diabéticas tienen el doble de probabilidades de presentar anomalías congénitas.
En cuanto a la madre, la diabetes incrementa el riesgo de infecciones e hipertensión.
En los cinco años posteriores al parto, tienen un 50 por ciento de probabilidades de desarrollar diabetes tipo II.

Diagnóstico y tratamiento
Como ocurre generalmente en diabetes, los síntomas aparecen cuando ya es tarde.
La única forma de detectarla a tiempo es hacer un análisis clínico y una prueba de tolerancia a la glucosa.
Para esto el médico debe tener en cuenta algunos factores: que alguno de los padres de la embarazada sea diabético, la obesidad, la edad (las embarazadas mayores de 40 tienen mayor riesgo), y el antecedente de hijos nacidos con alto peso.
Una vez diagnosticada la diabetes gestacional, es necesario hacer un control estricto de la dieta y el peso de la mamá, y en algunos casos se requerirá administrar insulina.
Si se da la circunstancia de que el bebé tiene mucho peso, se recomendará una cesárea.
Los niños de madres con diabetes necesitan un control cuidadoso en los primeros meses de vida, ya que tienen un riesgo más elevado de desarrollar dificultades respiratorias, bajos niveles de azúcar (hipoglucemia) y de calcio, ictericia y un aumento de los glóbulos rojos.
Estos problemas son transitorios y desaparecen con un tratamiento adecuado.
En el caso de las mujeres diabéticas que quedan embarazadas, estas generalmente ya conocen su enfermedad y están bajo control.
Se trata de embarazos de riesgo, que deben ser seguidos de cerca y requieren ajustar la dosis de insulina.
La diabetes, si bien no incide en la fertilidad, es una de las principales causas de aborto espontáneo.

¿De qué se trata?
La diabetes mellitus es un grupo de enfermedades metabólicas caracterizada por hiperglucemia elevación del azúcar en sangre).
Los pacientes diabéticos presentan anormalidades del metabolismo de los hidratos de carbono, proteínas y grasas, como resultado de la acción deficiente de la insulina, generalmente debido a que el páncreas no la secreta en cantidad suficiente o porque la insulina no lleva a cabo su función de manera adecuada (introducir la glucosa en las células).
Con el tiempo, esto provoca complicaciones en distintos órganos: ojos, riñones, nervios, corazón, sistema circulatorio.
Los síntomas no suelen presentarse sino en estadíos avanzados de la enfermedad: incremento en la frecuencia de orinar, mucha sed, pérdida de peso, mucha hambre, y visión borrosa.
En términos generales, la diabetes se clasifica en la de tipo I y tipo II. La del tipo I, provocada por una destrucción inmunológica de las células productoras de insulina del páncreas.
Los pacientes deben administrarse insulina en inyecciones subcutáneas, y son insulinodependientes.
La de tipo II (diabetes del adulto, que sólo se vuelve insulinodependiente en casos muy avanzados) es la forma más frecuente y sus factores de riesgo son la edad, la obesidad, la falta de ejercicio físico, la hipertensión, y la dislipidemia o elevación de las grasas en la sangre. También está asociada a la predisposición genética y ocurre con mayor frecuencia en mujeres que presentan diabetes gestacional.

Fuente: Manual Merck.

Opinión

Después de la sorpresa
Los ginecólogos sabemos que el embarazo representa una verdadera «sobrecarga» para todos los órganos y sistemas del cuerpo femenino, que experimenta durante los nueve meses de gestación importantes cambios anatómicos y funcionales.
El metabolismo de la mujer gestante no es la excepción a esta regla. Y en este aspecto se ha demostrado que el embarazo implica una experiencia diabetógena, vale decir, un estado en el que los cambios hormonales que induce el ser en gestación, para asegurar su subsistencia, generan en la mujer determinados cambios metabólicos que podrían ser comparados, en ciertos aspectos, a lo que ocurre en la diabetes.
Sin embargo, en la mayor parte de las mujeres que gestan no se produce una alteración manifiesta en el metabolismo de los hidratos de carbono o azúcares; la excepción se da en un porcentaje de mujeres (variable según las distintas estadísticas publicadas, pero que podría situarse entre un 3 y un 4 por ciento) en quienes se comprobará el diagnóstico de diabetes gestacional.
Las incidencias publicadas en la literatura son variables debido, en parte, a que esta patología debe ser buscada para ser hallada.
La paciente diabética previa que queda embarazada llega a la consulta con el diagnóstico ya efectuado, pero suele requerir modificaciones en su tratamiento.
La diabetes desencadenada por el embarazo suele diagnosticarse con un análisis de laboratorio conocido como Prueba de Sobrecarga Oral a la Glucosa.
Si bien, en general, las pacientes afectadas por esta enfermedad no presentan más riesgos de malformaciones fetales que la población general (que sí se observan más frecuentemente en diabéticas previas y, de ahí, la importancia del embarazo programado) la diabetes gestacional se relaciona con mayores índices de macrosomía fetal (bebés de muy alto peso al nacer), muerte fetal anteparto, operación cesárea, hipertensión arterial materna y complicaciones neonatales (el recién nacido hijo de madre diabética resume por sí solo la mayoría de las situaciones patológicas que pueden presentarse en Medicina Perinatal).
A las vicisitudes propias de un embarazo de alto riesgo, pueden agregarse muchos de los problemas que frecuentemente se presentan en un Servicio de Neonatología.
Una vez que el diagnóstico de Diabetes Gestacional se ha confirmado, la primer medida es la indicación de una dieta adecuada en cantidad y calidad, que asegure una correcta alimentación, tanto para la mamá como para su bebé, una ganancia de peso acorde a cada paciente y un crecimiento fetal armónico.
El paso siguiente será verificar le correcto nivel de glucemias (azúcar en sangre) maternas, lo que suele efectuarse con automonitoreos que deberá realizar la propia paciente, varias veces al día.
De acuerdo con sus resultados, se evaluará la necesidad de indicar insulina.
Todo este proceder médico requiere un enfoque multi e interdisciplinario, del que deben participar obstetras, endocrinólogos, nutricionistas y neonatólogos.
Sólo de este modo podremos intentar disminuir los riesgos perinatales que entraña esta enfermedad.

El doctor Sergio García Ercoli, autor de este comentario, es especialista en Ginecología y Obstetricia.

Bahía Blanca • República Argentina
Miércoles 13 de Abril de 2005