El embarazo es una etapa de importantes cambios metabólicos y hormonales. Esto puede dar lugar a lo que se conoce como «diabetes gestacional», que debe distinguirse de la diabetes previa de la mujer que se embaraza. «Entre un 3 al 5 por mil de los embarazos corresponden a mujeres con diabetes de tipo I (insulinodependiente), y una proporción algo mayor son diabéticas tipo II (no insulinodependientes)», aclara Leandro Mezzabotta, médico del Hospital Argerich y del Instituto Médico Halitus de la Capital Federal.
La diabetes gestacional, en cambio, se presenta del 3 a1 4% de las embarazadas anteriormente «sanas». El mayor riesgo que presenta este tipo de diabetes es el nacimiento de bebés muy grandes con partos complicados. Asimismo, los hijos de mujeres diabéticas tienen el doble de probabilidades de presentar anomalías congénitas. En cuanto a la madre, la diabetes incrementa el riesgo de infecciones e hipertensión. En los cinco años posteriores al parto, tienen un, 50% de probabilidades de desarrollar diabetes tipo II.
Diagnóstico y tratamiento
Generalmente en diabetes, los síntomas aparecen cuando ya es tarde. Para detectarla a tiempo hay que hacer un análisis clínico y una prueba de tolerancia a la glucosa, y el médico debe tener en cuenta si alguno de los padres de la embarazada es diabético, la obesidad, la edad (las embarazadas mayores de 40 tienen más riesgo), y el antecedente de hijos nacidos con alto peso.
Una vez diagnosticada la diabetes gestacional, es necesario hacer un control estricto de la dieta y el peso de la mamá, y en algunos casos se requerirá administrar insulina. Si el bebé es muy grande, se le hará cesárea.
Los niños de madres con diabetes necesitan un control en los primeros meses de vida, ya qué, tienen más riesgo de sufrir dificultades respiratorias, bajos niveles de azúcar, de calcio, y un aumento de los glóbulos rojos.