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Por: Diario Clarín | 01/12/06

DÍA INTERNACIONAL DE LUCHA CONTRA EL SIDA: LA CONMOVEDORA HISTORIA DE TOMÁS Y MARCELA


El tiene Sida, salvó su matrimonio y ahora disfrutan de un bebé sano

Buscaban sin éxito que ella quedara embarazada. Luego vino la dura noticia: él estaba enfermo, tenía VIH. La tarea de mantener unida a la pareja fue ardua. Hoy, consideran a la llegada del bebé “un milagro”.
Por Mariana Iglesias

Se conocieron, se pusieron de novios, se fueron a vivir juntos, se casaron. Todo era de lo más normal en la vida de Marcela y Tomás. Hasta que un día, de vacaciones en el sur, él se sintió mal. Era una esofagitis candidiásica, así que volvieron a Buenos Aires. La enfermedad era una clara señal de algo mucho peor. Tomás tenía Sida. No había dudas. Diversos exámenes lo confirmaron. La paz conyugal se desmoronó. La enfermedad caló hondo en la pareja, que trastabilló como nunca lo había hecho. Pero lo superaron. Y hoy son papás de una hermosa beba, que no tiene ningún signo de la enfermedad de su papá.

Tomás lo pensó una y mil veces… ¿Cómo se habría contagiado? Una posibilidad, dice, es que tal vez fue cuando estudiaba medicina y se pinchó en un hospital y tuvo hepatitis. Eso fue a comienzos de los 90. Y como ya se hablaba del Sida, se hizo el test, que entonces dio negativo. La otra posibilidad tiene que ver con alguna relación sexual pasajera.

De cualquier forma, la noticia fue una bomba en la familia. Empezaron las sesiones de terapia psicológica y neurológica, ya que —más allá de los tratamientos médicos— la toma del "cóctel", en el caso de Tomás, le hace doler los brazos y las piernas.

Lo del viaje al sur fue hace tres años. Un poquito más atrás en el tiempo, la pareja ya había empezado a buscar un bebé. Incluso Marcela había logrado quedar embarazada, pero lo perdió. Los intentos siguieron, sin éxito. Al saber lo del Sida, enseguida tuvieron la explicación de la mala suerte para los embarazos.

Tras el cimbronazo de la noticia, la pareja tuvo su tiempo de reacomodamiento, un trabajo complejo, sostenido por un amor muy profundo que se pone a prueba cada día. Ese trabajo es el que llevó a la pareja a retomar la búsqueda de un hijo.

"No es fácil. Uno piensa que en cualquier momento puede aparecer la muerte. La idea de la muerte frente a la vida de un hijo es muy fuerte", dice Tomás a Clarín. La pareja no da su identidad, y explicita que si bien está en contra del anonimato, la sociedad en la que vivimos es muy cruel: lo cierto es que ella teme perder su trabajo (un buen puesto), él ni siquiera lo tiene.

Así, hace un año se sometieron a un tratamiento en Halitus, previo lavado de esperma (Ver "Cómo…"). Se hizo una in vitro y Marcela finalmente quedó embarazada. Las palabras de agradecimiento para Agustín Pasqualini, el doctor que los acompañó desde entonces hasta el parto son muchísimas, imposible transcribirlas. El embarazo tuvo una complicación extra que nada tenía que ver con el VIH: ella tenía un problema de coagulación en la sangre, con lo cual tuvo que darse una inyección en la panza cada uno de los días que duró el embarazo.

Pero todo terminó bien y la beba llegó un día de setiembre. Fue una cesárea. Pesó tres kilos. Y desde entonces se alimenta con la teta de su mamá. "La beba es absolutamente sana. Igual, yo quise sacarme todas las dudas y le hicimos el test del VIH", confiesa Tomás. Es que para él, esa beba que se acomoda en sus brazos, que lo mira, que lo toca, es sencillamente un milagro: "Nací otra vez con ella. Mi vida ahora tiene otra perspectiva". Y, sí.

 

 

Cómo se logra proteger a los bebés

"Tratamos 85 casos, es la mayor casuística. Fuimos los primeros en publicarlo y trabajamos desde junio de 1998 en conjunto con el equipo del doctor Horacio Jáuregui Rueda y la doctora Alejandra Monticelli. Con ese equipo también en diciembre de 2000 creamos el programa FERTHIV de fertilidad para pacientes con VIH que llevamos actualmente adelante", explica a Clarín Sergio Pasqualini, director de Halitus Instituto Médico. Los primeros casos que se conocieron en el mundo fueron en 1987.

"Si el infectado es el hombre es fundamental que la carga viral esté baja, o hay que bajarla con medicación. Para medir la carga, se realiza el procesamiento de la muestra de semen con lavado: se separan los espermatozoides del líquido seminal. El riesgo de transmisión con esta técnica es menor a 1 entre 5.000, un 0,0002%", dice el especialista.

Luego se hace la inseminación o una fertilización in Vitro. Si la infectada es la mujer, se hace una inseminación intravaginal: se deposita el semen obtenido por masturbación en el fondo de la vagina con una jeringa en el período ovulatorio. Si los dos son seropositivos se hace Inseminación intrauterina (el semen debe ser procesado con determinación de carga viral para evitar el contagio de diferentes cepas virales), o ICSI, donde la muestra de semen lleva la misma preparación que para la inseminación intrauterina.

Las posibilidades de que el bebé sea sano son enormes: "Hasta ahora, con más de 3.000 procedimientos realizados en todo el mundo no hubo ningún reporte de contagio", dice Pasqualini.

 

Otra historia: "Incorporamos la enfermedad"

Faltaban unos meses para que Mónica y Gonzalo se casaran. Corría 1998 y la pareja andaba en plenos preparativos del salón y esas cosas. En eso, una ex lo llama para darle la mala noticia de que tenía HIV. En secreto, él se hizo el test. Y dio reactivo. Ante ese panorama, se lo contó a su prometida, que corrió a hacerse el análisis. En su caso dio negativo. Lejos de pelearse, los novios siguieron adelante y se casaron. "Incorporamos la enfermedad a la pareja. Lo tomamos como algo natural", cuenta Mónica, una empleada administrativa de 33 años.

Todo ocurrió en el 98. Al tiempo, ella empezó a atormentarse con la idea de que a lo mejor la enfermedad de su esposo traía complicaciones para tener un bebé. Así fue que llegaron a Halitus.

Hicieron inseminación artificial, y al segundo intento se logró el embarazo, que fue normal. Así llegó la nena, en el 2001. Este año les volvieron las ganas de tener otro bebé, entonces volvieron a Halitus y se sometieron a otra inseminación. Esta vez se logró en el tercer intento. Mónica está de casi ocho meses. Es un varón.

Está de más decir lo feliz que está este matrimonio a pesar de la enfermedad de él, un empleado de 39 años. "La nena quería un hermanito, y le dimos el gusto", bromea la mujer. Igual, nadie pierde de vista los riesgos: "Vivimos con miedo, si hasta un resfrío es tremendo…", reconoce ella. Pero no tienen temor de que los chicos se contagien.

 

Esperanzas: Eduardo San Pedro

Desde que el sida apareció —y era una inevitable condena a muerte—, hasta hoy, han pasado varios años y diversos logros terapéuticos. Sin embargo, en este Día Internacional de Lucha contra esta enfermedad, la realidad sigue siendo poco auspiciosa. La propia ONU reconoció que va perdiendo la partida contra el mal, que aquí afecta a unas 130.000 personas. En gran parte del mundo, a muchos afectados —los más pobres—, no les llegan los medicamentos. En la Argentina, la situación parece controlada por la acción oficial. Hasta hay lugar para historias como las que se cuentan en estas páginas. Historias que aportan un poco de esperanza a un panorama desalentador.