En abril de este año, la animadora infantil Panam compartió la feliz llegada de Sofía, su segunda hija, después de perder un embarazo de 36 semanas el año pasado. También la actriz María Fernanda Callejón festejó que, con 48 años y luego de vivir tristísimas pérdidas recurrentes, está acariciando su sueño de ser mamá. ¿Qué tuvieron ambas en común? Trombofilia. ¿Qué es? ¿Cómo puede afectar el embarazo? ¿Se trata? Acá te adelantamos las respuestas, para que luego las profundices en tu consulta médica.
“La trombofilia es un desorden de la coagulación que se caracteriza por la predisposici´´on a formar coágulos (también llamados trombos) que obstruyen el adecuado flujo sanguíneo”, explica la Dra. Mariela Gerde, ginecóloga y Jefa de la sección trombofilia del Hospital Universitario austral. La coagulación es un mecanismo de nuestro cuerpo mediante el cual se espesa o solidifica la sangre para evitar que, ante un corte o raspadura, nos desangremos. Sin embargo, cuando se padece algún tipo de trombofilia, esta capacidad se exagera (hipercoagulación) y se forman coágulos innecesarios que pueden obstruir total o parcialmente el fluir de la sangre por las venas y las arterias, lo que limita la llegada de oxígeno y nutrientes a los órganos que conectan.
¿Y qué tiene que ver esto con la gestación de tu hijo? Mucho: “En el embarazo es normal que todas las mujeres coagulen más para que al momento del parto no pierdan una excesiva cantidad de sangre; pero si se suma una condición trombofílica, existe mayor riesgo de que se obstruyan los vasos de la placenta y, entonces, aparezcan complicaciones gestacionales”, explica Gerde. La mayoría de las mujeres con trombofilia pueden vivir embarazos sanos, sin embargo, una paciente con trombofilia confirmada que no se trata tiene un 85 por ciento de posibilidades de tener complicaciones. Por eso, es tan importante el diagnóstico: “Con un tratamiento se revierte a un 90 por ciento la posibilidad de cumplir con un embarazo a término. Pocos procedimientos en medicina cambian tan radicalmente el pronóstico”, enfatiza la especialista.
Tatiana tenía 25 años cuando un coágulo le obturó una vena de su pierna izquierda (trombosis de vena profunda) que, según le explicaron, pdo haberse desencadenado por la combinación de tabaco y anticonceptivos orales. Aunque le habían recomendado que dejara pasar al menos 6 meses para buscar un hijo, la cigüeña llegó antes. “Ni bien tuve un atraso, hablé con mi hematólogo y con mi obstetra. Me indicaron un método preventivo y, a pesar de haber sido un embarazo de riesgo fue maravilloso y sin complicaciones”, cuenta Tatiana, orgullosa primeriza de Alessandro.
Sin embargo, a no todas las mujeres su cuerpo las alerta de esta condición antes de que el test les dé positivo. Marisa confirmó que esperaba un bebé en 2010, a los 36 años. “En el sexto me detectaron presión alta. Me controlaba 4 veces por día, comía sin sal y tomaba una aspirina preventiva, pero a la semana 30 tuve un pico de presión y me tuvieron que hacer una cesárea de urgencia”, recuerda. Su hijo, Tomás, nació prematuro y salió adelante después de tres meses en neonatología. Estando ahí se enteró de algo llamado trombofilia y fue entonces que se puso a consultar con especialistas. Con esos antecedentes, la obra social le autorizó los estudios y descubrió que padecía este trastorno. “Por suerte, lo detecté antes de mi segundo embarazo”, cuenta Marisa, que para la semana 39 pudo abrazar a su hija Lucía, sin inconvenientes.
Hereditarias: Son aquellas en las que se detecta una predisposición genética. Puede suceder que nuestro cuerpo tenga una mutación en el gen que inhibe los mecanismos anticoagulantes o que exista un déficit de proteínas anticoagulantes.
Adquiridas: Son las más complejas de anticipar ya que en el 50 por ciento de los casos no tienen una enfermedad de base que las explique y pueden aparecer en cualquier momento de la vida, incluso luego de embarazos previos normales. Se asocian a determinadas circunstancias clínicas que aumentan el riesgo de una trombosis (ejemplo: la combinación de tabaco y anticonceptivos orales). La más común es la que se conoce como SAF (Sindrome Antifosfolipídico o de Hughes); se detecta un anticuerpo específico llamado antifosfolipido. Estos anticuerpos se encuentran también en personas con enfermedades autoinmunes. Otras trombofilias adquiridas pueden relacionarse con trastornos en la dieta o cuadros de mala absorción, como en la enfermedad celíaca.
Mixtas: Sobre la base de una predisposición genética se despierta una trombofilia adquirida.
La comunidad médica se debate si se justifica la incorporación de la detección de trombofilia en los estudios de sangre de rutina y la administración de tratamientos en embarazadas de modo preventivo. “Si se le detecta trombofilia a una mujer sana,. Que a futuro va a tratar de tener un bebé, ¿le voy a tener que aplicar heparina de rutina a lo largo de ese embarazo? No necesariamente”, explica Sarto. Hay trombofilias que tienen más riesgos y otras, menos; pero nunca se sabe a priori cómo se va a comportar en la mujer embarazada. El único criterio de peso es el antecedente obstétrico adverso, pero es lamentable y muy traumático que una mujer pierda varios embarazos para iniciar el diagnóstico. “Una mujer que está peleando por ser mamá y ya sufrió dos pérdidas o una mamá que en su primer embarazo padeció una preclampsia y tuvo a su hijo prematuro, frente a un nuevo embarazo, aún si no fue diagfnosticada, necesit aun tratamiento preventivo”, argumenta Marianela Cupparo, administradora de la comunidad (pronto ONG) “Trombofilia y Embarazo”. En esta, más de 2000 mujeres comparten sus experiencias, se apoyan, se aconsejan y se alientan para que todas puedan alcanzar el sueño de ser mamá. “Queremos que se avale la detección temprana en mujeres que hayan perdido un embarazo o que tengan una experiencia directa en familiares. Que no sea necesario atravesar tanto dolor”, argumenta.
Generalmente, el diagnóstico de la trombofilia es retrospectivo. Para determinar que debe tratarse este desorden se necesita de un antecedente de trombosis u obstétrico adverso manifiesto y un análisis de sangre que se realiza en laboratorios especializados en hemostasia. “Esto es una limitación porque todavía no todos los laboratorios a nivel nacional están preparados para realizarlo correctamente”, explica la Dra. Adriana Sarto, hematóloga especialista en la reproducción. “Quizás a futuro, la trombofilia pueda ser un estudio tan normal como el dopaje de colesterol y se puedan minimizar las situaciones de riesgo”, argumenta la doctora (ver cuadro “Indicios para tener en cuenta” en esta página). Existen trombofilias hereditarias y adquiridas (ver cuadro “Tipos de trombofilia”): las hereditarias se detectan por una mutación en un gen o por la baja cantidad de un tipo de proteínas específicas (las antigcoagulantes). Se pueden confirmar en un primer resultado de laboratorio y su tratamiento se ajustará bajo la orientación de los especialistas. En el caso de trombofilias adquiridas es más complejo porque no es una condición existente, sino latente. Dado que son anticuerpos, a lo largo de la vida, fluctúan. Hay momentos en los que pueden detectarse y otros en los que no. “Dependiendo del tipo de trombofilia, el diagnóstico se confirma con la presencia de un antecedente clínico u obstétrico y con dos resultados positivos de laboratorio separados por 12 semanas (3 meses) entre sí”, explica Gerde. Lo ideal es realizar los estudios fuera del período del embarazo, ya que las variaciones hormonales propias de este estado impiden realizar algunos análisis específicos, resalta Sarto. De ahí la importancia de tratar de diagnosticar este cuadro antes de buscar tener un hijo.
Lo más frecuente es administrar dosis de aspirina mientras se busca un bebé, y durante la gestación, realizar inyecciones diarias de heparina de bajo peso molecular. “Se considera a la heparina una droga segura porque no atraviesa la placenta y, por lo tanto, no afecta al bebé. Además, tiene una vida media muy corta, en 24hs no es detectable en sangre”, explica Gerde.
Con el diagnóstico confirmado, durante el embarazo, las obras sociales cubren ciento por ciento del tratamiento por encontrarse dentro del Plan Nacional Materno Infantil. No hay que olvidarse de pedir las órdenes al médico ya que cada caja de 10 unidades de heparina inyectable dura una semana y cuesta alrededor de $2000. También es importante consultar qué actividades son preferibles evitar: por ejemplo, fumar, la vida sedentaria o tratamientos de escleroterapia. En caso de viajes en avión de más de 8 horas, es recomendable aplicarse heparina antes de abordar.
Si fumás y tomás anticonceptivos orales.
Si vos o en tu familia tuvieron antecedentes de ACV, TVP, TEP, infarto o trombosis antes d elos 55 años.
Si padecés algún tipo de enfermedad inmune (Lupus- Tiroiditis de Hashimoto- Artritis Reumatoidea).
Si tu mamá, tus hermanas y sobretodo vos pasaron por una pérdida de embarazo de más de 10 semanas, si perdieron más de dos embarazos en el primer trimestre o si en embarazos anteriores sufriste algún episodio de presión alta, poco líquido amniótico o desprendimiento previo de placenta, o si tu bebé creció poco durante el embarazo.
Su durante el embarazo baja notoriamente la curva de crecimiento del bebé, tenés poco líquido amniótico o comenzás a sufrir hipertensión.