Pocas cosas debe haber en la vida tan desestabilizadoras como recibir un diagnóstico de cáncer. Son ese tipo de noticias que nadie está preparado para escuchar, que modifica todos los planes y pone patas para arriba cualquier orden de prioridades.
Y si en la vida de quien recibe el diagnóstico estaba aún pendiente el objetivo de convertirse en madre o padre, la sensación de que el mundo se viene abajo será doble.
Es entonces cuando la ciencia hará lo suyo, no sólo para tratar la enfermedad sino también para procurar que la persona preserve su capacidad reproductiva para poder llevar adelante su tan preciado deseo.
Es que, se sabe, la lucha contra el cáncer es agresiva y constante y muchos tratamientos derivan en efectos secundarios no deseados. Y si bien el objetivo principal es sobrevivir al cáncer, en el intento puede verse afectado el funcionamiento del ovario o del testículo, por lo que la preservación de la fertilidad se convierte en un tema a contemplar.
La revista Human Reproduction publicó evidencia aportada por investigadores daneses, que muestra que “la fertilidad se puede restaurar en algunas mujeres mediante la eliminación de la totalidad o parte del ovario y la congelación del tejido antes del tratamiento del cáncer, que luego volverá a ser trasplantado”.
Consultado por Infobae sobre la preservación de tejido ovárico, el doctor Sergio Pasqualini (MN 39914), director científico de Halitus Instituto Médico, explicó que “se extraen trozos de corteza ovárica, ya que en los seis primeros milímetros de superficie es donde están los óvulos, no en todo el ovario, y de ese modo, después el autotrasplante se hará sobre la porción de ovario que había quedado; si ese tejido recupera su función, la mujer ovulará naturalmente”.
“Esta es la opción más recomendada cuando no hay tiempo de realizar una estimulación ovárica y esperar para extraer los óvulos”, aseguró Pasqualini, quien enfatizó que “en esos casos se realiza una laparoscopía y al día siguiente la paciente puede empezar el tratamiento por su enfermedad”.
El especialista remarcó que “el éxito va a depender de cómo estaba el ovario en el momento de la extracción. Si la mujer tenía buena reserva ovárica, la posibilidad de éxito va a ser mayor”.
Glenn Schattman, profesor asociado de medicina de la reproducción en el Colegio Médico Weill de la Universidad Cornell, aseguró que “las mujeres sometidas a un tratamiento contra el cáncer normalmente tendrían luego una probabilidad de menos del 5% de quedar embarazadas”.
“El mensaje principal de este estudio es que se trata de una técnica prometedora que ofrece la posibilidad de preservar la fertilidad de una persona en el futuro”, agregó.
En ese sentido, Pasqualini explicó que “el cáncer es un nombre general para un grupo de más de cien enfermedades cuyo denominador común es el crecimiento sin control de células anormales”. Es ese descontrol, que genera la invasión sobre otros tejidos, lo que define a la célula como cancerosa. Esto se produce a partir de un daño en su ADN y las nuevas células que se generarán también tendrán alteraciones en el ADN.
“Según los órganos que esas células cancerígenas ataquen, cada tipo de cáncer se comporta de distinta manera: varía la velocidad de crecimiento y de propagación, el daño en el órgano y la tasa de mortalidad”, detalló el presidente de Fundación REPRO
“La efectividad de los tratamientos de quimioterapia o radioterapia o quirúrgicos para combatir el cáncer aumentó con los años y surgen nuevos desafíos en relación a la calidad de vida de quien lo superó”, amplió Pasqualini, para quien “el camino de la concientización se está comenzando a transitar, pero, sobre todo en lo que respecta al cuidado de la fertilidad, queda mucho por hacer, además de seguir creando conciencia tanto en pacientes como en médicos”.
Tras asegurar que “el primer paso, y fundamental en la preservación de la fertilidad, es integrarlo como objetivo dentro del plan principal que el paciente y su oncólogo trazan en conjunto”, el especialista destacó que “esto permitirá seguramente lograr mayor adherencia al tratamiento oncológico y evitar que un paciente postergue el inicio por temor a perder la fertilidad, o lo rechace o, incluso, no cumpla con las normas que el tratamiento le impone”.
Luego, en la consulta por fertilidad, es indispensable analizar cuál es el problema que se enfrenta, cuál es el estado general del paciente y cuál el estadio de la enfermedad para evaluar la mejor opción en cada caso.
No toda persona que consulta por un tema de oncología puede preservar su fertilidad; sin embargo, es importante que realice la consulta en el lugar adecuado para considerar todas las posibilidades. “Lo fundamental es siempre trabajar en equipo con el oncólogo para evaluar los efectos y las dosis de las drogas sobre el sistema reproductivo y así decidir cuál es la mejor opción en cada caso en particular”, insistió.
“La criopreservación consiste en utilizar muy bajas temperaturas para disminuir las funciones vitales de una célula y poder mantenerla en condiciones durante mucho tiempo”, esclareció Pasqualini. Y detalló: “Las células se mezclan con soluciones ‘crioprotectoras’ especiales y luego son almacenadas en nitrógeno líquido a -196 °C en tanques especiales hasta su utilización”.
El éxito de las técnicas de criopreservación se basa en el congelamiento de células de buena calidad que puedan aún ser viables luego del proceso.
Para finalizar, Pasqualini enumeró todas las técnicas de preservación existentes y en qué casos conviene utilizar cada una.
Vitrificación de óvulos: se realiza estimulación ovárica con hormonas para que se produzcan varios óvulos –depende de la capacidad de respuesta del ovario–. Cuando los folículos en crecimiento llegan al tamaño adecuado, se suspende la medicación y se procede a la aspiración. La novedad en este aspecto radica en que la estimulación se puede empezar en cualquier momento del ciclo. Luego se realiza la aspiración, que es la etapa de recuperación de ovocitos entre 11 y 15 días después.
Preservación de tejido ovárico: es una técnica que consiste en tomar pequeñas muestras por laparoscopía de la corteza ovárica que contiene gran concentración de folículos inmaduros, se fracciona, se congela y se guarda en nitrógeno sin límite de tiempo. Cuando la mujer decide tener un bebé, se reinjerta.
Criopreservación de embriones: es la primera técnica, la más utilizada y con mejores resultados en cuanto a efectividad de embarazo. Se realiza la fecundación –con diferentes herramientas según el caso– del óvulo y del espermatozoide, se madura en laboratorio y se congelan hasta el momento de la transferencia.
Trasposición ovárica: mediante una cirugía se procede a alejar los ovarios de la zona con mayor exposición a una radiación, por ejemplo, minimizando así los daños de una radioterapia. Esta técnica se utiliza cuando la zona a tratar por el cáncer es la pelvis.
Traquelectomía radical: mayormente utilizada en casos de cáncer cervical. Consiste en extraer el cuello del útero y preservar el útero.
Banco de semen: Las células espermáticas son obtenidas, analizadas y criopreservadas. Los espermatozoides pueden obtenerse por eyaculación, punción de epidídimo o biopsia testicular. La tasa de éxito de embarazo varía de acuerdo a la calidad espermática al momento de la preservación, es por ello que se recomienda criopreservar más de una muestra.
La técnica avanzó mucho; hoy se congelan en pastillas y de esa forma se fraccionan en alícuotas pequeñas, que es lo que se necesita para hacer cada tratamiento, o en pajuelas muy finitas donde entra muy poco volumen.
Banco de tejido testicular: el tejido testicular es obtenido mediante cirugía y almacenado a bajas temperaturas. Puede llevarse a cabo antes o después de la pubertad.