Condones femeninos: protegen más, pero se usan poco y nada - Halitus Instituto Médico - Líder en tratamientos de Fertilización asistida

Mundo Halitus

Inicio - Mundo Halitus - En Los Medios

Por: Diario Clarín | 07/03/08

Condones femeninos: protegen más, pero se usan poco y nada


Las mujeres dicen que son complicados de colocar y que restan placer sexual.
Barreras de protección 1 de 1

Las mujeres que lo probaron dicen que no: que como cubre la zona genital disminuye la sensibilidad durante el acto sexual, que su colocación es complicada, que su costo es demasiado alto, que no es fácil de conseguir. A la negativa se suman las barreras culturales: hay mujeres que creen que son los hombres quienes deben resginar placer para ganar en seguridad. Eso, aunque los especialistas consideran que el preservativo femenino les permite tener el control de su seguridad sexual y reproductiva. Aunque el rechazo es unánime, por primera vez una empresa argentina lanzó al mercado un preservativo femenino.


«Hace 20 años, en Estados Unidos se probó el uso del condón femenino en trabajadoras sexuales. Los resultados parecían prometedores, tanto para evitar el contagio de enfermedades de transmisión sexual como para evitar embarazos no deseados. Lo cierto es que, excepto en los grupos de alto riesgo, no logró imponerse en ninguna parte del mundo», explicó Edgardo Rolla, médico de la Sociedad de Ginecología y Obstetricia de Buenos Aires. Adrián Sapetti, sexólogo clínico del Hospital Durand y presidente de la Sociedad Argentina de Sexualidad Humana, avanza: «Aunque podría pensarse que es una buena opción para el varón, vimos que los hombres o no lo conocen o prefieren el suyo».


Sergio Provenzano, director del posgrado en Sexología educativa y género de la UBA, resume los porqués: «Las mujeres lo rechazan porque les resulta incómodo, limita su sensibilidad o porque -dicen- no se sienten protegidas de enfermedades de transmisión sexual o embarazos no deseados». La razón de la pérdida de sensibilidad es que también cubre el clítoris y los labios vaginales. «Se necesita un buen conocimiento de la propia anatomía, por eso a muchas les resultaba difícil colocárselo. Tampoco tuvo aceptación porque decían que era duro, que hacía ruido y a veces lastimaba», sumó Beatriz Literat, ginecóloga y sexóloga clínica del Instituto médico Halitus.


Otro motivo del rechazo es el precio: «El método tiene más aceptación entre mujeres de menor nivel educacional quienes, a veces, no pueden negociar la abstinencia de la relación sexual cuando no lo desean o ante una enfermedad. Pero como es más caro que el masculino, empezaron a consultar sobre su reutilización. Y a esto hay que estar alerta: lavarlo y volverlo a usar no es en absoluto recomendable».


Los expertos coinciden en su eficacia: «Su tasa de eficacia para evitar embarazos no deseados es mayor que las pastillas y que el preservativo masculino y, como cubre la zona genital, previene el contagio de enfermedades de transmisión sexual», dice Rolla. Eso siempre que sea usado durante toda la relación sexual.


Las barreras culturales pesan: algunas prefieren que de eso se ocupe el hombre. Rolla contesta: «Al contrario. Estos métodos le dan a la mujer el control de su seguridad sexual y reproductiva».