La disfunción eréctil, comúnmente llamada «impotencia», es la incapacidad de alcanzar o mantener una erección con una rigidez suficiente para disfrutar de una relación sexual. En general, es una situación edad/dependiente que se produce a partir de los 50 años haciéndose muy frecuente a partir de los 65.
Si bien en los jóvenes puede producirse, las causas suelen ser más psicógenas.
El incremento de la expectativa de vida permite reconocer un aumento de las afecciones causantes de problemas eréctiles, pero gracias a la divulgación de estos temas cada vez más hombres se acercan a la consulta andrológica en busca de una solución. El estrés y las preocupaciones son causas no médicas que impiden el disfrute de una relación sexual. Al no involucrarse plenamente con su pareja el hombre no recibe los estímulos necesarios para entablar una relación, desencadenando el problema de erección. El temor a un nuevo fracaso sexual hace que se aleje de disfrutar de su sexualidad.
Es importante realizar una consulta, sobre todo, cuando la presencia puede afectar la calidad de vida del paciente. En la primera consulta, se elaborará una historia médica y psicosexual primordial para establecer las posibles causas y formular una estrategia de tratamiento adecuada. Causas y síntomas
En hombres mayores suelen ser orgánicas, producto de una enfermedad de base que produce una disminución del flujo sanguíneo al pene con la posterior alteración del sistema eréctil.
Las enfermedades que suelen producir esta disfunción son: Hipertensión, diabetes, problemas cardíacos, incremento del colesterol, alteraciones neurológicas, cirugías prostáticas, etc. Algunos malos hábitos son situaciones de riesgo tales como el tabaquismo, el sedentarismo, el alcohol, ciertas drogas y situaciones de estrés. Tampoco debemos olvidar las causas psicológicas, sobre todo, en pacientes jóvenes. La ansiedad, el estrés, la depresión, la baja autoestima, el miedo a no tener un desempeño exitoso durante la relación sexual, el temor al «no poder cumplir» con las exigencias de la pareja crea un círculo vicioso para el cual es importante la ayuda de un profesional.
Este hombre, herido en su masculinidad, comienza a evitar los encuentros sexuales con su pareja por miedo al fracaso. Este problema, se transfiere a sus actividades cotidianas interfiriendo también en el rendimiento profesional y en las relaciones sociales. Entonces, es importante que reconozca los primeros síntomas y consulte a un profesional si en los últimos meses tuvo problemas en alcanzar o mantener una erección, si le toma más tiempo en lograr una buena rigidez peneana, si las erecciones matinales son menos frecuentes, si en la mitad de una relación o al cambio de posición sexual pierde la rigidez.
El elevado número de pacientes que no consulta o bien se automedica impide descubrir los factores de riesgo que produjeron dicha enfermedad.
Muchos de estos factores son compartidos con los de enfermedad cardiovascular, dado que los síntomas de disfunción eréctil aparecen primero que la cardiopatía isquémica, podemos tomarla como un predictor de futuras enfermedades cardiovasculares.
Existen muchos factores de riesgo que se deben tener en cuenta, la solución no es necesariamente dar un tratamiento vía oral, es un concepto más amplio que engloba mejorar la calidad de vida. Más allá de proveer una solución «rápida» al problema, el objetivo debería ser la identificación de los factores de riesgo para, luego, poder modificarlos.
Tratamientos:
Una vez hecho el diagnóstico se debe proponer un tratamiento que cumpla con las metas del paciente y su pareja. La disfunción afecta la calidad, pero no es una amenaza de vida. Por lo tanto, se debe consensuar el tratamiento explicando tanto los beneficios como los riesgos del mismo.
El citrato de sildenafil, el vardenafil y el tadalafilo son las drogas que componen las medicaciones comerciales para el tratamiento vía oral y la primera opción a tener en cuenta.
Actúan aumentando la entrada de flujo sanguíneo hacia los cuerpos cavernosos (tejido eréctil del pene) facilitando la erección siempre que exista un estimulo erótico que la produzca.
La contraindicación de estas drogas no es para todas las afecciones cardiovasculares sino para aquellas que utilizan vasodilatadores coronarios, del grupo de los nitritos y nitratos. Por otro lado, pacientes con retinitis pigmentaria (patología oftalmológica) no deberían recibir este tratamiento. La disfunción eréctil es un problema que afecta la vida sexual de la pareja, por lo tanto el papel de la mujer es fundamental en el reconocimiento y aceptación de la enfermedad. La búsqueda de una solución es más factible cuando el hombre y la mujer aceptan enfrentar el problema y deciden restablecer una vida sexual plena.
Asesoró:
Dr. Andrés Vázquez, Departamento de Andrología y Urología del Instituto Médico Halitus
Fuente: Caras