Sí, lloro y río casi sin sentido ¿y? También tengo sueño todo el día, me agito porque tengo una anemia monumental, estoy constipada y los postres que me gustaban ahora me dan asco -o acidez- y quiero comer cosas saladas (¿justo yo? ¡la dulcera número uno!).
¿Qué me pasó? No me reconozco. ¿Enloquecí? ¡No, estoy embarazada!
¿Les pasó algo así? Los cambios en el cuerpo -y la cabeza- de la mujer que espera un hijo son tantos, que pocos podrían creerlo. Es que para que esa vida que se está gestando se desarrolle y crezca es mucho (¡pero mucho!) lo que ocurre en el organismo de su madre.
¿Alguien se detuvo a pensar lo maravilloso y a la vez complejo que es engendrar un hijo?
Para intentar entender algunos de los cambios que ocurren en el cuerpo de una mujer embarazada, hablé con el doctor Ignacio Pérez Tomasone (MN 114408), coordinador de obstetricia de Halitus Instituto Médico.
El doc fue tan amable que me sintetizó las cinco cuestiones más comunes que -unas más y otras menos- sufrimos durante los nueve meses de gestación.
– Qué pasa con las hormonas: las principales hormonas son la progesterona, los estrógenos, la gonadotrofina coriónica y la oxitocina. Las hormonas preparan el cuerpo para los cambios futuros que se desarrollarán durante esta etapa. Por eso, varias son los cambios que se producen en este aspecto. Ellas (las hormonas) son las responsables de que las mujeres estén emocionalmente más susceptibles (ahhhhhh). Pueden afectar neurotransmisores que intervienen en el carácter. Y si bien, en general, es un momento de gran euforia y felicidad también esta etapa suele ser acompañada por altos niveles de estrés provocados por los cambios físicos y las molestias.
– Por qué tenemos más sueño: el cansancio es característico de la embarazada debido a que su metabolismo está aumentado por la gestación en curso. Por el aumento de peso marcado en pocos meses (normalmente una persona no gestante no es habitual que incorpore alrededor de 12 kilos en 9 meses, si es que no son más). Y por otro lado, el rol hormonal vuelve a ser importante, dado que la progesterona, que aumenta considerablemente en el embarazo, tiene una acción sedativa. Hay que tener en cuenta que es muy habitual que una mujer embarazada se encuentre con anemia, hecho que agrava más la sensación de cansancio.
– Por qué suele aparecer anemia: a todas las mujeres embarazadas les va a disminuir su hematocrito, esto significa que van a tener una disminución relativa de su número de glóbulos rojos, y por lo tanto pueden entrar en el rango de anemia. Si bien una embarazada va a producir más cantidad de eritrocitos (glóbulos rojos), el plasma, o sea el agua por donde viajan las células de la sangre se genera en mucha mayor cantidad, por eso, es normal que se “diluyan” los glóbulos rojos. Dependerá del valor del hematocrito de inicio del embarazo para saber si ese descenso hace que se caiga en el rango de anemia o no.
– Por qué es común estar constipada: por dos motivos, un factor hormonal (¡y dale con las hormonas!) y un tema mecánico. La progesterona es responsable tanto de que los esfínteres estén más relajados, por ejemplo entre el esófago y el estómago, como de que la motilidad intestinal en su conjunto se encuentre enlentecida y así el tránsito intestinal sea más lento durante toda la gestación. Además, la revolución hormonal provoca entre otras cosas, una relajación de la musculatura intestinal y, a medida que la panza crece en volumen, el útero ejerce mayor presión sobre el intestino lo que dificulta el pasaje y genera constipación. Para evitarla es importante que la dieta sea alta en fibras, frutas y verduras, incorporar mucho líquido y evitar el reposo excesivo.
– Cambios en olores y sabores: durante la gestación y producto de las variaciones hormonales también, se producen cambios en el sentido del gusto y del olfato de la embarazada, que tienden a desaparecer en el último trimestre. La embarazada suele estar más sensible a los olores como consecuencia de que aumenta su percepción. Así, le resultan molestos olores fuertes como pescado o café, y hasta pueden provocarle náuseas, aún cuando los consumiera con normalidad y gusto antes de la gestación. Se recomienda evitarlos durante esta etapa, así como los perfumes fuertes.
Con el sentido del gusto sucede algo similar y se relaciona en parte con la alteración en el sentido del olfato. Las mujeres embarazadas suelen perder la capacidad de percibir sabores ácidos, amargos o salados y, si bien la principal responsable de esta modificación –como de la del olfato- es la hormona gonadotropina coriónica humana (característica del embarazo), en el caso del gusto interviene también la disminución del ácido clorhídrico que se produce en el estómago para la digestión. Para compensarlo, el cuerpo pide alimentos muy dulces y ácidos durante el embarazo y muchas veces, esos alimentos que no le gustaba saborear a la futura mamá se vuelven su “antojo” favorito.
Pero ¡a no desesperar! Nada de todo esto dura para siempre. Luego del nacimiento de nuestro bebé, estos malestares serán cosa del pasado………y vendrá el puerperio (pero esa es otra historia).
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