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Por: Infobae | 20/08/15

Childfree: las mujeres que eligen no tener hijos


Como si el "combo" femenino debiera incluir la maternidad, quienes deciden no traer hijos al mundo suelen ser vistas con mala cara. ¿Existe el instinto maternal? ¿Nace un nuevo modelo de familia?

Muchas mujeres deciden posponer la maternidad por un trabajo mejor remunerado, por el desarrollo profesional o una educación más satisfactoria. A otras, la incertidumbre e inestabilidad de las parejas modernas las lleva a no plantear el tema de «la descendencia» y optar por un vínculo monoparental. Y otras simplemente eligen no tener hijos. ¿Acaso estaban obligadas?

Es que como si la maternidad fuera una obligación en vez de un deseo, a las mujeres que deciden no ser madres les cuesta ser comprendidas y muchas veces sus pares no las toman en serio. Sin embargo, cada vez más personas se atreven a romper con «mandatos culturales» legendarios y acuerdan con sus parejas una modalidad de vida en común, sin hijos, pero igualmente plena.

Tanto terreno ganó esta postura en los últimos años, que en los EEUU este segmento de mujeres ya tiene una denominación: childfree, algo así como «libre de hijos».

Y varias celebrities se animaron a confesar su decisión. Cameron Díaz contó, sin pelos en la lengua, que su vida es increíble en muchos sentidos precisamente porque no tiene hijos. «Es simplemente una opción», suele decir cuando la consultan.

En la misma línea se manifestó Helen Mirren al asegurar: «No tengo instinto maternal alguno. Ninguna mujer debería tener que explicar por qué no tiene hijos», al igual que Kim Cattrall, una de las protagonistas de Sex and the City, quien abiertamente manifestó no querer ser madre «ni en un futuro cercano ni a largo plazo».

«CADA VEZ MÁS PERSONAS ROMPEN CON LOS ´MANDATOS CULTURALES´ Y ACUERDAN CON SUS PAREJAS UNA MODALIDAD DE VIDA EN COMÚN, SIN HIJOS, PERO IGUALMENTE PLENA»

Asimismo, en la historia más o menos reciente, encontramos mujeres como Frida Kalho, Alicia Moreau de Justo, Victoria Ocampo, Marie Curie y tantas otras, que trascendieron en su obra y su compromiso con la humanidad, pero que no pudieron o no eligieron tener hijos.

Sin duda estas célebres representantes del sexo «débil» marcaron tendencia y abrieron la huella para que muchas, hoy en día, puedan hacer una elección creativa para sus vidas en la que crear no es sinónimo de parir.

Entre las causas de esta tendencia puede destacarse que cada vez hay más paridad en las empresas y las mujeres ocupan cargos directivos con muchas responsabilidades, lo que hace más difícil formar una familia o simplemente es su elección de vida, aquello que satisface sus necesidades individuales.

Este fenómeno se da tanto en Europa y en los Estados Unidos como en América Latina, donde estudios revelan que el aumento tanto de mujeres como de hombres que deciden no ser padres trae como consecuencia países con una población de viejos, con una disminución de la fuerza laboral.

¿Por qué una mujer debería querer tener hijos?

«Desde el punto de vista de nuestra filosofía, que es la existencialista, la respuesta sería porque así lo eligiera. Porque sintiera el deseo de ser madre. Lo cual implica también cierta proyección de sus valores hacia la vida del hijo por venir. La libertad de elegir y elegirse es una convicción de la psicología humanística y desde ese punto de vista, un derecho. Cierto es que cada elección debe considerarse como absolutamente particular y única. La misma estará basada en un complejo entramado subjetivo, que condicionará de algún modo la elección», explicó Alejandro Corbalán, presidente de la Asociación Argentina de Counselors.

Consultada por Infobae sobre si toda mujer debería querer ser madre en algún momento de su vida, la licenciada en Psicología Patricia Martínez (MN 24411) analizó: «Si pensamos en la reproducción humana como una función biológica atravesada por lo sociocultural, entonces debemos admitir que la maternidad es una elección. Y si la maternidad es algo que se puede elegir, cabe la posibilidad de que alguien no lo haga, y esto no afectaría su condición o atributo, simplemente se trata de una mujer, que teniendo todos los atributos y condiciones de su género, no realiza la misma elección que muchas de sus congéneres».

Según la especialista del Departamento de Psicología de Halitus Instituto Médico, «el desarrollo de la sociedad moderna, y lo que esta misma sociedad demanda y espera de las mujeres, suele transformarse en objeto de deseo para ellas».

En ese sentido, crecer profesionalmente, fructificar en logros y conquistas personales, es la expresión de la fertilidad en muchas mujeres. «Si bien la idealización y devoción por la mujer-madre persiste hoy por hoy, convive con una creciente valoración de la mujer-conquistadora, mujeres que en el último siglo se destacaron, no por parir hijos célebres, sino por ser celebridades».

Podríamos decir que en las sociedades desarrolladas actuales, muchas mujeres prefieren plantar algunos árboles, escribir varios libros y no tener ningún hijo.

Ocurre que desde la aparición de la píldora y otros métodos anticonceptivos en la década del 60 (el 9 de mayo de 2010 se celebró el 50º aniversario de la aparición de la píldora anticonceptiva) la posibilidad de controlar la natalidad le dio al ser humano, y a la mujer en particular, el poder de controlar su propio aparato reproductor con un alto grado de eficacia aunque con un costo para su organismo todavía difícil de precisar. La vida sexual cambió desde entonces, se revalorizó el placer sexual y cambiaron las costumbres relacionadas con la sexualidad. El peligro de embarazo dejó de ser un problema y decidir acerca de la maternidad comenzó a ser una elección que en muchos casos se evalúa en base al deseo, la oportunidad y conveniencia de la mujer y eventualmente su pareja.

«EN LA ACTUALIDAD LA MATERNIDAD SE TRANSFORMÓ EN UNA ELECCIÓN Y YA RESULTA CASI EXTEMPORÁNEO ESCUCHAR HABLAR DE ´INSTINTO MATERNAL´»

«Así como existen razones para tener hijos, existen factores que justifican no tenerlos. Algunos de los argumentos que a menudo escuchamos en el consultorio son la falta de deseo de tener hijos, a menudo relacionada con la ausencia de una razón de peso para tenerlos, el desagrado o disgusto que a algunas personas les producen los niños, su presencia y comportamiento», analizó Corbalán, quien agregó que «los cambios que la presencia de niños produce en la vida cotidiana, la pérdida de la intimidad en las relaciones de pareja, familiares y de amistad, la falta de voluntad, o presunta incapacidad, para cumplir con las obligaciones que conlleva ser madre» son otros de los razonamientos que esgrimen quienes eligen este modo de vida.

Un dato para nada menor representa en la actualidad la escasez de recursos económicos para solventar los gastos de la crianza, cuidado y educación de los niños, que se vuelve un obstáculo que algunos consideran infranqueable al momento de pensar en agrandar la familia.

Sobre las causas por las cuales muchas mujeres deciden no tener hijos, Martínez agregó: «Entre muchos de los cambios que trajo este nuevo milenio, se encuentra la aparición de las nuevas familias. Si bien a finales del siglo pasado el perfil de las sociedades había cambiado bastante en función de la aparición de nuevas estructuras familiares, dicho cambio se profundizó en este nuevo siglo».

«Dos grandes hitos marcan la metamorfosis familiar: por un lado, el avance del matrimonio igualitario que conlleva la asunción, por parte de los hombres, de roles que tradicionalmente eran adjudicados a las mujeres. Y el otro gran cambio lo constituye el relevante rol de la mujer cada vez más ligado a los desafíos lejos del hogar», consideró la especialista, quien remarcó que «las mujeres eligen, actualmente, asumir responsabilidades más sociales que familiares. En la actualidad la maternidad se transformó en una elección y ya nos resulta casi extemporáneo escuchar hablar de ´instinto maternal´».

Cada mujer, en los países con gran o mediano desarrollo, planifica su futuro, incluyendo en esa planificación la maternidad como un elemento más, pero no el único.

Así las cosas, más allá de las cuestiones de elección personal y de la articulación del deseo en la maternidad, también existen otras razones por las cuales alguien puede no desear tener un hijo. Una de esas razones puede ser la propia historia familiar como obstáculo. «Historias trágicas de mujeres que sufrieron situaciones extremadamente cruentas ligadas al embarazo o parto funcionan como fantasmas muy presentes en el discurso familiar y acceder a la maternidad supone atravesarlos, lo cual es en general una tarea muy complicada», destacó Martínez.

Entonces, entre los factores que llevan a una mujer a elegir no ser madre, podemos encontrar cuestiones del orden del deseo, así como cuestiones del orden de la imposibilidad. «A veces la imposibilidad tiene que ver con no poder enfrentar fantasmas internos creados en la infancia y que persistieron inmutables pese al paso del tiempo, y que, contrariamente a lo esperable, lejos de perder fuerza se hacen cada vez más atemorizantes para la mujer», analizó.

En busca del instinto materno perdido

Si bien muchas mujeres desarrollan conductas muy bien adaptadas para la crianza y cuidado de sus hijos, no está comprobado científicamente que exista el instinto materno.

«En rigor de verdad, la preocupación por el sostén, cuidado y el apego al niño se desarrolla, en la madre, luego del nacimiento de su hijo. Lo cual es comprobable tanto en los seres humanos como en muchas especies de animales superiores, como los mamíferos y las aves», explicó la especialista en Psicología, quien consideró que «en el ser humano el deseo de un hijo muchas veces está condicionado por exigencias e ideales sociales y culturales».

En nuestra cultura, en determinado momento de la vida y con ciertas conquistas resueltas, el paso siguiente e ineludible para la mujer parecería que tiene que ser la maternidad. Y así se encarga el entorno de hacerlo saber a la «mujer en deuda».

¿Podría decirse que esto se corresponde con la aparición del instinto materno? ¿O simplemente muchas mujeres «cumplen» el paso que sigue sin preguntarse demasiado? «Probablemente esto sea parte del camino que la sociedad traza para el desarrollo del ser humano adulto, pero poco tiene que ver con la aparición de un instinto. Más bien, podríamos decir que cuando aparece la cultura se pierden los instintos», resaltó Martínez.

«En todo caso, la sociedad impone tiempos, ritmos y momentos para cada cosa, la aparición del hijo permitirá que el ´instinto´ –o, para ser más precisos, ´la capacidad para maternar´– aparezca en escena posibilitando la relación madre-hijo», especificó.

Sería más apropiado para el ser humano hablar de «capacidad de maternar» que de instinto materno, ya que el instinto se pierde por el solo hecho de estar dentro de la cultura.

¿Y si el desarrollo profesional «tapa» el deseo?

Muchas veces el desarrollo puede tapar el deseo, pero no hay que perder de vista que siempre estamos hablando de una elección. El deseo no viene intrínseco, entonces, en tanto es una elección, puede darse como no.

«Lo que es interesante diferenciar es si lo que existe es falta de deseo o postergación. En general, en vez de falta de deseo lo que aparece es la idea de postergación y de que en algún momento la maternidad se va a dar. En este caso lo que suele pasar es que cuando consideran que es el momento apropiado ya no pueden o les cuesta más la búsqueda», explicó Martínez, quien planteó que «existen mujeres mucho más convencidas que otras de querer ser o no madres. Algunas van dudando y en ese transcurrir eligen caminos que no tienen que ver con la maternidad».

Del otro lado, existen muchas mujeres que tuvieron hijos y dudan. Sobre todo si no pudieron desarrollarse de alguna manera, y cuando sus hijos son grandes se preguntan: ´¿Era esto lo que quería hacer con mi vida?´».

La especialista aseguró que «existe en el trabajo desde la clínica algunas estructuras como las fóbicas donde la mujer no se conecta con el deseo. Justamente la fobia es el miedo grande de que algo muy anhelado se concrete».

También puede pensarse que hay mujeres a las que no les sale bien ser mamá. Les cuesta más aprender el rol, lo van aprendiendo a los tumbos, y al final, desarrollan la función maternal. La maternidad implica elegir y desarrollar esa función. No es un deseo ni un instinto. «Es un mito que la mujer se conecta con el deseo, y luego el instinto hace su trabajo y surge una súper madre», finalizó Martínez.