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Por: Revista Mia | 10/05/07

¡Basta de dolor menstrual!


La mayoría de las mujeres se queja de algún dolor y no son pocas las que sufren muchísimo. Los actuales medicamentos, algunos cambios de alimentación y actividad y un buen diagnóstico pueden terminar con este calvario.

Todas las mujeres hemos sufrido dolores menstruales aunque sea levemente y en algún momento de la vida. Todas hemos recibido consejos y recomendaciones desde el reposo absoluto y sopa de pollo hasta el no dejarse influenciar "porque los dolores son un invento".
Lo cierto es que este problema ha sido tan inclasificable hasta acá que los profesionales optaron por bautizar como Síndrome Premenstrual (SPM) al conjunto de más de 150 síntomas y desarreglos físicos y emocionales que comienzan tres o cuatro días antes de la menstruación y continúan dos o tres más una vez que comenzó el período.
Por supuesto, no todos los síndromes son iguales: los hay de leves a agudos y de simples a causados por otros males del sistema reproductor.
Según muchos estudios que diera a conocer el laboratorio Pfizer, los dolores menstruales afectan hasta el 90% de las mujeres en edad reproductiva y constituyen una de las principales causas de ausentismo escolar y laboral, con las consecuencias sociales y económicas que esto produce. Fuertemente asociados a factores emocionales, se comprobó por ejemplo que con la crisis de 2001 en la Argentina, aumentaron un 15% las alteraciones menstruales, y entre ellas el dolor menstrual.
¿Que duele?
Los síntomas más generales y populares del SPM son los siguientes:
Físicos
Dolor de cabeza
Inflamación de tobillos, pies y manos
Dolor de espalda
Cólicos o dolor abdominal
Flatulencia o hinchazón abdominal
Retención de líquidos
Espasmos musculares
Sensibilidad en las mamas
Aumento de peso o compulsión hacia la comida
Herpes labial o brote de acné
Nauseas
Palidez y ojeras
Sequedad de la piel
Estreñimiento o diarrea
Menor tolerancia al ruido y las luces
Menstruación dolorosa, abundante y prolongada, oscura o con coágulos

Psíquicos y emocionales
Tristeza o llanto fácil
Ansiedad o pánico
Dificultad para concentrarse
Tendencia al olvido
Depresión
Irritabilidad, hostilidad o comportamiento agresivo
Aumento de los sentimientos de culpa
Fatiga mental y física
Baja autoestima
Cambios o pérdida del impulso sexual
Paranoia o aumento de los miedos o fobias

¿Por Qué duele?
Cuando se dio con el responsable de la mayoría de los casos de SPM, también se dio con la solución, por lo menos al alivio de los dolores. Las molestias se deben a que durante el periodo aumenta la producción de prostaglandinas, sustancias que hacen que se contraiga el útero para expulsar hacia el exterior el contenido menstrual, o sea la capa interna del útero (endometrio) que se preparaba para alojar al óvulo en caso de que fuese fecundado. Cuando se consigue inhibir esa producción (a través de anticonceptivos orales o de antiinflamatorios no esteroides), ya hay una razón menos para que duela.
El otro origen está en la contracción del músculo liso del útero que en algunas mujeres suele ser mayor. En ese caso, se necesita antiespasmódicos que actúen directamente sobre la relajación de las fibras musculares para que el proceso se desarrolle sin tanta tensión. Ahora, incluso, hay analgésicos más antiespasmódicos que atacan conjuntamente los dos focos de dolor.
A partir de de estos dos ejes, los demás síntomas comienzan a desencadenarse y a formar un círculo vicioso. El dolor tensa el sistema nervioso y aumenta las consecuencias emocionales: a más dolor, más depresión o ganas de llorar o de gritarle a alguien. El sistema nervioso vuelve sobre la musculatura y la enerva, reiniciando el ciclo de dolor y espasmos.
Otro de los recursos actuales son las cápsulas blandas o perlas que permiten una liberación progresiva del antiinflamatorio y una mayor protección del químico a factores externos que lo perjudiquen.

¿La misma condena para todas?
En una investigación realizada por la consultora Ipsos sobre 300 mujeres, que dio a conocer el laboratorio Pfizer, el 76% de las mujeres refirió dolores menstruales como de una intensidad moderada a severa. Entre ellas pudieron armarse dos grandes grupos: activo y pasivo.
El primero se caracteriza por personas con vida muy activa, que tienen una actitud natural hacia la menstruación, necesitan olvidarse de ella y seguir con su vida diaria.
El segundo siente que padecer es parte de la condición femenina, interrumpe su vida normal con la menstruación y necesita afecto y contención, en actitud receptiva.
La mayoría de las mujeres que sufren dolores antes y durante su menstruación sufren de dismenorrea primaria, un síndrome caracterizado por nauseas, cólicos, vómitos, dolores de cabeza y hasta diarrea, que suele encontrar alivio con remedios y cambios de hábitos, que tiende a disminuir con el paso de los años y a terminarse después del primer embarazo. En las mujeres nulíparas, el cuello del útero está muy cerrado. Tras un parto vaginal, la evacuación del contenido menstrual es más sencilla porque no es preciso que haya tantas contracciones.
Pero un porcentaje menor sufre dismenorrea secundaria, un síndrome agravado por endometriosis, quistes de ovarios, procesos hemorrágicos, infecciosos o inflamatorios u otras enfermedades del aparato reproductor. Estos casos deben tratarse en forma específica y con un diagnóstico certero.
Finalmente, hay disparadores como la carencia de vitamina B6, relacionada con la síntesis de neurotrasmisores como la dopamina y la serotonina, que interviene uno en el desencadenamiento de depresión y el otro, en la sensibilidad mamaria. Esta carencia podría no sólo ser factor de SPM sino de una menopausia sintomática a causa de una disfunción del sistema serotoninérgico.

¡Pare de sufrir!
El mejor camino para llegar a una menopausia sin dolores ni antes ni después es consultar con el ginecólogo sobre la particularidad de cada caso. Para llegar a una consulta fructífera, es importante llevar un diario para registrar el tipo, severidad y duración de los síntomas, como mínimo durante 3 meses. Este apunte ayudará enormemente al médico no sólo con el diagnóstico preciso del síndrome premenstrual, sino también con los métodos de tratamiento y alivio propuestos.
La cantidad de síntomas y su calidad para la interrupción de la vida y los hábitos cotidianos es lo que marcará el tratamiento de cada SPM. En patologías leves, alcanza con modificar hábitos que inciden en los síntomas y el uso de anticonceptivos orales, análgesicos y antiespasmódicos para aliviar el dolor. La mayoría de las mujeres tratadas responden positivamente y dejan de tener dolores y problemas, incluso antes de su primer embarazo.
En patologías severas, en las cuales aparecen la imposibilidad de trabajar, relacionarse o tener actividades, se imponen tratamientos integrales, con fármacos y estrategias que apunten al síndrome y a la enfermedad que lo está ocasionando o agravando.

Fuentes: Dr. Fabián Lorenzo, coordinador médico de Halitus Instituto Médico. Laboratorio Pfizer. Laboratorio Boehringer Ingelheim. Laboratorios Bagó. www.elmundo.es.