Catalina de los Milagros ya cumplió su primer mes. Sus papás ven cómo va cambiando los gestos: poco a poco empezaron a aparecer sonrisas, caritas de timidez y, por las noches, demuestra la buena salud de sus pulmones. «Estamos muy contentos, nos cambió la vida. Tanto esperarla que no nos molesta que no podamos dormir. Ni me acuerdo de los dolores de la cesárea», dice Soledad Aguado, mamá de Catalina.
El 7 de mayo, a las 10.27, nació Tiara Magali. Andrea y Silvio, sus papás, todavía tienen los rostros plenos de felicidad. Es que la habían buscado durante mucho tiempo, tanto que adoptaron al que hoy es el hermano mayor de la recién nacida, Juan Manuel.
¿Qué tienen de común estas dos familias? Ambas tuvieron que pasar por tratamientos de fertilidad para cumplir el sueño de ser padres. Y gracias a los últimos avances de la medicina hallaron el camino que posibilitó el embarazo.
Soledad y su marido, Javier, debieron recurrir a la maduración in vitro de óvulos, una técnica muy reciente que se estima podría colaborar con el 40% de las mujeres con problemas de fertilidad. «Esta metodología permite la aspiración de óvulos con folículos muy pequeños, para luego madurarlos en el laboratorio», explica Ramiro Quintana, subdirector médico del Instituto de Fertilidad (IFER).
La técnica es de utilidad para las mujeres que padecen poliquistosis ovárica: «Tienen un exceso de folículos y óvulos, pero muchos no son de buena calidad. Además, cuando se las estimula para que ovulen, algunas reaccionan en exceso y pueden tener problemas serios», agrega Quintana.
«Algunas pacientes tienen una insulinorresistencia, que hace que no crezcan los óvulos y las vuelve más resistentes a la estimulación. Para ellas ahora existen los sensibilizadores de la insulina. Además, primero se les receta un plan de ejercicios y dieta», describe Marcos Horton, vicepresidente de la Sociedad Argentina de Medicina Reproductiva y coordinador médico de Fertilab.
Andrea es una de las mujeres que fue expuesta a este tratamiento y hoy luce en sus brazos el resultado.
Diagnóstico preimplantatorio
El 3% de las mujeres en edad fértil sufre pérdidas de embarazos recurrentes. Hoy se sabe que el 80% de esas pérdidas se deben a desórdenes en la coagulación de la sangre. «Estas mujeres pueden aumentar la probabilidad de embarazo si se las trata con heparina de bajo peso molecular, que es un anticoagulante e inmunorregulador», advierten Sergio Pasqualini y Adriana Sarto, director y hematóloga de Halitus Instituto Médico, respectivamente.
Cómo esta enfermedad puede ser hereditaria, otra buena herramienta de estos días es el diagnóstico genético preimplantatorio. Este posibilita la detección temprana de desórdenes genéticos en la etapa embrionaria para parejas con alto riesgo de descendencia con enfermedades genéticas.
«Cuando los embriones alcanzan las ocho células se extrae una de ellas. Se la estudia y se puede saber si es normal genéticamente o no. Esas células son totipotenciales, es decir, que de cada una de ellas puede desarrollarse un bebe», explica Pasqualini.
Este procedimiento se aconseja en mujeres de edad avanzada, con antecedentes de infertilidad sin causa aparente, que tuvieron un hijo previo o algún familiar con enfermedad genética, ante abortos espontáneos también sin causa aparente o fallas recurrentes de implantación en procedimientos de fertilización asistida.
«También se está investigando cómo preparar el útero para el momento de la implantación. Antes se creía que era muy importante el endometrio, que es el tejido que recubre el interior del útero. Sin embargo, hoy se estima que es la genética del embrión la que más incide en el logro o no del embarazo», aclara el doctor Horton.
Otra metodología actual es la fecundación in vitro, pero en el ciclo natural de la mujer. Esta es una alternativa para quienes están buscando un bebe y no responden bien a la estimulación ovárica. En esos casos, la paciente tiene su ciclo de ovulación sin la utilización de drogas que estimulen la ovulación y, luego, se le extrae el óvulo para fertilizarlo in vitro. Algunas de las ventajas de esta metodología es poder eliminar el riesgo de embarazos múltiples, reducir los costos y, además, muchas veces el óvulo resulta ser de mejor calidad que uno que fue estimulado.
Finalmente, así como el cultivo embrionario fue avanzando y mejorando, el cultivo para la criopreservación de óvulos también cambió. «Se reemplaza la mayor parte del sodio que contienen los medios de cultivos por cloruro de colina, lo que permite evitar el efecto tóxico del sodio durante el congelamiento», advierte Pasqualini.
Por Marysol Antón
De la Redaccción de LA NACION
Tratamientos carentes de cobertura
Afrontar un tratamiento de fertilidad asistida es una tarea que implica un gran costo, y no sólo un costo anímico. Es que en la Argentina, las obras sociales y las empresas de salud prepagas no suelen cubrir el tratamiento de los problemas de fertilidad.
«En la Argentina no hay legislación que regule este tema, entonces no hay cobertura. Incluso, algunas leyes locales tienden más a prohibir que a regular», cuenta Isabel de Rolando, presidenta de Concebir, asociación fundada por pacientes que pasaron por tratamientos de fertilización y que hoy ayudan a quienes deben recurrir a esta metodología.
La asociación Concebir organiza reuniones gratuitas mensuales de reflexión los segundos y terceros miércoles de cada mes, dirigidas a parejas con problemas de fertilidad.
«Hace tan sólo un año no se cubría en el país el diagnóstico, la medicación y el tratamiento, pero tampoco el embarazo, el parto y el cuidado neonatal si éstos eran producto de tratamientos de fecundación asistida. Gracias a una medida cautelar logramos que el Programa Médico Obligatorio (PMO) se respetara. Igualmente, en algunos sitios de la provincia de Buenos Aires esto sigue sucediendo.»
Fotos: Alfredo Sánchez y Gustavo Cherro