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Por: Revista Nueva | 30/03/08

Alimentación y embarazo | Esos malditos kilos


Una dieta saludable y la actividad física son pilares que favorecen la fertilidad. Los trastornos que dificultan la concepción, tanto en hombres como en mujeres.

Los desórdenes alimentarios, entre ellos la obesidad y el bajo peso, son fuertes enemigos a la hora de concebir un bebé. El problema, al que ahora se le presta más atención, afecta a las mujeres, pero también a los hombres. Los especialistas explican cómo combatirlo.


Jimena (24) siempre fue una chica agradable, bonita, simpática. Su sobrepeso nunca le había ocasionado encontronazos, ya sea en la facultad, en el trabajo o en sus relaciones con el sexo opuesto. Sin embargo, una vez casada, se topó con el primer escollo que le presentaron esos kilos de más: el diagnóstico de que si no los adelgazaba, sería difícil que quedara embarazada.
Sin saberlo, Jimena integra dos realidades tan ciertas como desalentadoras: por un lado, se calcula que cuatro de cada cien adolescentes, de entre 12 y 24 años, padecen algún tipo de problema de alimentación. Por el otro, dichos inconvenientes, sumados al sobrepeso o al bajo peso, pueden acarrear consecuencias negativas al momento de «encargar» un bebé.
«Es que hay una relación estrecha entre alimentación y fertilidad», introduce el Dr. Sergio Pasqualini, fundador y director de Halitus Instituto Médico y referente en temas de medicina reproductiva en la Argentina y Latinoamérica. «Un leve sobrepeso o un peso por debajo del nivel deseado, pueden interferir en el logro de un embarazo. Los trastornos alimentarios –sin llegar a los extremos de la anorexia, la bulimia y la obesidad mórbida– pueden llevar a una alteración de la fertilidad por afectar la armonía interna que permite la producción del óvulo, la ovulación y hasta la calidad del óvulo». «El mecanismo por el cual se produce la ovulación es un mecanismo de relojería perfecto –ahonda Pasqualini–. Cualquier modificación de ese equilibrio puede verse reflejada en un cambio en la ovulación. El sistema endocrinológico, el inmunológico, el hematológico y el nervioso están interrelacionados; por medio del último, la interacción con el medioambiente puede influir en ese mecanismo y generar variaciones».
El Dr. Eduardo Lombardi, subdirector del Instituto de Ginecología y Fertilidad (IFER), se suma al debate: «Hoy sabemos que una mala alimentación –por excesos o mala calidad– traerá, a corto o largo plazo, consecuencias en nuestro organismo. Por ejemplo, la falta de nutrientes adecuados (el hierro, el ácido fólico o la vitamina B) pueden ocasionar anemia; en esa situación, la mujer puede ser menos fértil».


Desbalanceados


Estar bien nutrido y en el peso ideal es algo más que la clásica indicación de nuestro médico de cabecera. Sobre todo para aquellas que sueñan con la llegada de un hijo, ya que la obesidad y el bajo peso pueden generar ciclos menstruales irregulares o infrecuentes, o ciclos menstruales regulares con alteraciones en la calidad del óvulo. De esta manera, puede ser más frecuente un aumento en la tasa de infertilidad o de aborto espontáneo, un incremento del riesgo durante una cirugía reproductiva o una tasa de éxito menor en los tratamientos de fertilidad.
«Con la obesidad, pueden aparecer alteraciones que provocan falta de ovulación u óvulos deficientes; hasta la sexualidad puede encontrarse disminuida. Por otro lado, es probable que existan complicaciones en el embarazo: alto riesgo de hipertensión, de diabetes de embarazo, de malformaciones del recién nacido, riesgo de neonatos de peso aumentado, riesgo de parto por cesárea», explica Pasqualini.
Digámoslo, la obsesión sin límites por la delgadez es uno de los grandes paradigmas (y preocupaciones) del tercer milenio. Ese afán desmedido porque la aguja de la balanza no nos decepcione puede traer aparejado más de un dolor de cabeza al buscar el embarazo. «El bajo peso puede llevar a la amenorrea, o falta de menstruación, especialmente en casos de anorexia. Aun así, si una mujer lograse embarazarse, por su delicadeza y su fragilidad, puede sufrir complicaciones severas. Las dificultades del bajo peso pueden ser graves: retardo de crecimiento del bebé, abortos, muertes fetales intraútero, complicaciones para la madre, y hasta la muerte, ya que el embarazo es siempre una sobrecarga para el cuerpo», previene Pasqualini.
Por su parte, Lombardi acota que, en ocasiones extremas, es imperioso advertir a las pacientes de que interrumpan la búsqueda de un bebé hasta lograr una mejoría en su peso.
Ellos también
El mismo fenómeno podría ser extrapolado a los hombres y a la producción de espermatozoides. Es decir, un sobrepeso o bajo peso podría implicar una merma en la producción (por debajo del umbral necesario) o en la calidad de los espermatozoides, y dificultar el logro de un embarazo (no es lo mismo un trastorno alimentario en quien tiene de base 20 millones de espermatozoides por mililitro, que otro que tiene 50 millones, porque este último puede tener una pérdida y llegar a 40 millones sin que eso incida en el resultado; no así aquel que tenía 20 millones –por eso, dicen, siempre hay que hablar del trastorno alimentario y el efecto que causaría sobre la persona en particular–).
«El excedente de grasa en el cuerpo lleva a que se acrecienten las posibilidades de infertilidad, ya sea porque sus espermatozoides podrían no ser viables para la fertilidad o, incluso, porque acentúan el riesgo de disfunción eréctil», agrega Pasquatini.
Lombardi detalla que, hoy en día, se le brinda una dedicada atención al estudio del hombre ya que, en varias oportunidades, es corresponsable de problemas de fertilidad que en el pasado se le adjudicaban, sin elementos científicos, a la mujer. «El tratamiento previo y prolongado con antioxidades –que son inocuos para el organismo–, mejora la calidad de espermatozoide. Lo aconsejable es, en períodos razonables, hacerse estudios clásicos en los que se observan los espermogramas», arroja.
Luz en el horizonte
Qué mejor para un gran signo de interrogación que hallar la respuesta indicada. Y la cuestión, sí, tiene solución. Claro, nada es «soplar y hacer botellas». La voluntad emerge como el requisito número uno a la hora de optimizar el ciclo ovulatorio y potenciar la fertilidad.
«Hay que proponerse seguir una adecuada alimentación y una conducta nutricional correcta para alcanzar el peso ideal», desliza Pasqualini. Los especialistas coinciden en que el secreto de una buena dieta es el e-qui-li-brio, que no consiste en bajar o subir de peso rápidamente, sino en generar un comportamiento alimentario diferente sin desatender las necesidades, los excesos y los mecanismos que funcionan en el cuerpo.
«No perdamos de vista que la infertilidad tiene relación con lo físico y con lo psicológico, y el paso inicial para acercar a la pareja a la concreción de este deseo de ser padres es el bienestar, la vida saludable y la mejora en su calidad de vida –define Lombardi–. Por ejemplo, debe tenerse en cuenta el dejar o evitar fumar, ya que puede tener incidencia directa en la fertilidad futura».
El último ítem destacable es la actividad aérobica. Tanto Pasquiatini como Lombardi concuerdan: «El cuerpo humano es movimiento, y, como tal, necesita de esa actividad». Entonces, es relevante adoptar aquellos ejercicios que sean beneficiosos para la salud, y evitar las que puedan interferir en la gestación.
La actividad física y una dieta saludable y balanceada resultan los pilares indispensables para allanar el camino hacia el éxito. La salud debería ser la principal razón por la cual debería prestársele atención al peso: tomar conciencia, por ello, es el eslabón esencial al instante de llamar a la cigueña.


Por Mariano Petrucci


Cómo alimentarse, mirada 1*


Las mujeres que sufren de malnutrición (ya sea por exceso o por defecto: sobrealimentación, anorexia, bulimia compulsiva) presentan mayor predisposición a experimentar abortos espontáneos, embarazos de alto riesgo y complicaciones que pueden frustrar el deseo de quedar embarazadas y/o provocar incluso la muerte del feto y de la madre.
Los alimentos que permiten mantener una adecuada reserva de grasa corporal son fundamentalmente los almidones o hidratos de carbono (vegetales feculentos: papa, batata, mandioca, choclo; cereales; panes y galletitas; legumbres: porotos, lentejas, garbanzos; pastas y preparaciones con masa). A su vez, es aconsejable que cubran un determinado porcentaje del valor calórico total diario.
En la etapa periconcepcional (que abarca desde los tres meses anteriores a la concepción hasta los tres primeros meses del embarazo), para prevenir algunas malformaciones congénitas, es muy importante asegurar una correcta ingesta de vitaminas y minerales (específicamente ácido fólico y vitaminas del complejo B).
En cuanto a la obesidad, un estudio reciente del estadounidense Instituto Nacional de Ciencias Ambientales de la Salud (National Institute of Environmental Health Sciences) sugiere que un sobrepeso de 10 kilos incrementa el riesgo de infertilidad en un 10 %.
Por todo esto se recomienda mejorar los hábitos alimenticios e incluir en la dieta diaria las frutas, vegetales y productos de grano entero, así como la leche descremada y quesos sin grasa. Y por supuesto, practicar ejercicio de manera regular.


Por la licenciada en Nutrición Graciela Pinto, del Servicio de Alimentación del Hospital Alemán.


Cómo alimentarse, mirada 2*


Mucho se ha hablado de la ingesta de alimentos que propiciarían una suerte de «dieta de la fertilidad», como los lácteos enteros, la levadura de cerveza o los suplementos dietarios. Sin embargo, no hay evidencia científica que sustente esta recomendación. En verdad, la alimentación, más que una herramienta terapéutica utilizada por los especialistas para aumentar la fertilidad, en algunos casos, puede ser la causa de la alteración que impide concretar el embarazo.
Tanto la obesidad como la delgadez extrema o los trastornos de la alimentación -como la bulimia y la anorexia-pueden generar problemas en la ovulación e, incluso, suprimir este proceso fundamental para la fertilidad femenina. El aumento o descenso de la grasa corporal en poco tiempo pueden ocasionar trastornos hormonales. Por eso, al momento de buscar un hijo, es recomendable tener una dieta variada, que incluya carnes, verduras, frutas y harinas, y un peso adecuado a la altura y talla del cuerpo.
La infertilidad es una de las posibles consecuencias de la obsesión por la dieta. En estos casos extremos, el retorno a una alimentación adecuada no sólo restaurará la capacidad reproductiva, sino que propiciará una vida saludable, que es el mejor estado para concebir.
Por el Dr. Gabriel Fiszbajn, especialista en Reproducción y Jefe del departamento de Medicina Reproductiva del Centro de Estudios en Ginecología y Reproducción (CEGyR).


Bajo peso


*La pérdida de peso puede producir alteraciones en la fertilidad. La amenorrea, es decir la falta de menstruación, es una expresión que acompaña el cuadro instalado de anorexia. ´Dificultades del bajo peso:
• Retardo de crecimiento del bebé.
• Abortos.
• Muertes fetales intraútero.
• Complicaciones para la madre (muerte, ya que el embarazo es siempre una sobrecarga para el cuerpo).