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Por: Infobae | 11/12/08

Adictos al sexo: cuando el placer se transforma en una nociva enfermedad


El acto sexual puede crear una necesidad compulsiva, tal como el alcohol o el tabaco, y su privación provoca en quien lo padece efectos nocivos físicos y mentales. Una profesional dijo a Infobae.com cómo reconocer y tratar el trastorno

Según definió una médica ginecóloga especialista en sexología clínica a Infobae.com, una adicción es un «impulso a hacer algo o tener una conducta determinada, generalmente repetitiva y que la persona cree que no puede controlar».


La doctora Beatriz Literat es la responsable de departamento de Sexología y Disfunciones Sexuales de Halitus Instituto Médico y diferenció la adicción al sexo de las fobias, que definió como el miedo a situaciones que la persona teme y cree que no va a controlar, pero que en general no se cumple.


Para ella, tratar las fobias es «más fácil» porque se trata de conductas que «no traen satisfacción» a la persona.


«Hablamos de adicciones sexuales cuando se trata de comportamientos que la persona se siente impulsado a hacer y cree que no puede controlar», explicó la profesional, quien remarcó que «las personas no nacen con la adicción; se va creando con actos aislados que traen satisfacción y la persona repite para sentirse satisfecha».


Consultada acerca de cómo una persona se da cuenta de que es adicta al sexo, Literat estableció «categorías»: «Hay personas que son infieles de manera aislada, otras que no se sienten felices con su pareja, pero ´lo controlan´; ahora cuando lo que prima es el impulso de ´cacería´ estamos en presencia de una adicción».


«El adicto no puede parar, quisiera pero no puede (o cree que no) controlar su voluntad», agregó la especialista, quien remarcó que -propio de los tiempos que corren- existe otro tipo de adicción: «El ciber sexo o personas que, por timidez o baja autoestima, prefieren las actividades eróticas a través de internet que el cara a cara».


«Es una necesidad compulsiva que conduce a llevar a cabo un cierto tipo de prácticas», describió.


Pese a asegurar que pocas personas piden ayuda, Literat reconoció que la consulta llega «según cuál sea el grado de insatisfacción» y muchas veces «si a la persona se le juega la familia, si nota que no deja de ´conquistar´ y pierde la familia».


«La gente se da cuenta porque hay un modelo exterior a seguir. Las personas que vivimos en sociedad establecemos modelos en los que nos miramos», dijo la profesional.


La especialista distinguió otras adicciones que «muestran una forma de sexualidad que no es totalmente natural», como paidofilia (sexo con menores), fetichismo (impulso a tener sexo a través de una prenda de vestir) o voyeurismo (observar cómo los demás tienen sexo).


Acerca de qué consecuencias genera esta adicción en la vida cotidiana de quien la padece, Literat dijo que «si partimos de la base de que la persona tiene que tener recompensa para que se perpetúe, antes de que venga la ´enfermedad´ siente placer, si no, evitaría la conducta».


En ese sentido, la adicción al sexo no es diferente a las otras: hay un deseo irrefrenable (o que la persona lo cree así), una conducta que se repite, una sensación de no poder parar la satisfacción que eso implica.


Así, el tratamiento consiste en «trabajar la voluntad para modificar el circuito». Existen medicamentos que ayudan, como ansiolíticos, antidepresivos y terapias «cognitivo-comportamentales», con el objetivo de «que la persona sepa que cuenta con voluntad para modificar esas conductas y reemplazarlas por otras que les permitan obtener satisfacción que los haga sentir bien sin tener que recurrir a eso que los perjudica».


A modo de «mensaje» final, la médica destacó que «cuando una persona es adicta a algo, su propio ser depende de la situación de la cual es adicta» y subrayó que «la ayuda profesional no solamente le permitirá librarse de algo que le quita voluntad sino que se dignifica a sí mismo porque recupera el libre albedrío».