Somos los papás más felices del mundo. Gracias a Pasqualini y a Halitus - Halitus Instituto Médico - Líder en tratamientos de Fertilización asistida

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Somos los papás más felices del mundo. Gracias a Pasqualini y a Halitus


Nos conocimos el tres de febrero de 1984; fue amor a primera vista y a pesar de las oposiciones familiares que decían que era demasiado pronto, seis meses después nos casamos. No fue tan fácil ni tan fascinante como pensábamos, pero poco a poco fuimos comprendiéndonos.

A los dos años pensamos que ya necesitábamos un hijo y comenzamos a no cuidarnos. Pasaron algunos meses y el bebé no llegaba, así que decidimos consultar a mi ginecólogo. Nos dijo que todo estaba bien, que dejáramos pasar un tiempo más, que no nos obsesionemos y que iba a quedar embarazada. Pero no fue así.
Al año de intentarlo volvimos a consultarlo y esta vez dijo que empezáramos por Cristian, mi marido, con un espermograma, antes de empezar conmigo, porque los estudios en las mujeres eran muchos y más dolorosos que este.
Aquí empezó otra etapa: la lucha para que mi marido se hiciera el estudio. La receta quedó varios meses en la mesa de luz, hasta que finalmente lo hizo y surgió el problema: tenía la vena espermática obstruida. Diagnóstico: varicocele.
Enseguida consultamos a un andrólogo y al mes lo operaron. Ahora teníamos que esperar un par de meses e intentarlo hasta quedar embarazada. Pero esto no sucedió. Ya habían pasado cuatro años, la familia y amigos se tornaban pesados con la pregunta “¿y… para cuándo el bebé ?”, cosa que al principio nos dolía y a lo que contestábamos con evasivas.
Decidimos cambiar de ginecólogo, fuimos a uno que me recomendó una amiga con el que muchas mujeres se habían embarazado. Empezaron mis estudios que, aunque molestos, no eran tan terribles como los pintan, o quizá las ganas de tener nuestro bebé los hacían menos dolorosos. Entre estudio y estudio teníamos que esperar la próxima menstruación, y salían OK. Lo último que quedaba eran una videolaparoscopía para ver si tenía las trompas obstruidas o algún otro problema. Pero ya comenzamos a pensar en una fertilización asistida.
Como no teníamos demasiados recursos fuimos al Hospital Fernández, donde nos repitieron una serie de estudios y llegamos al mismo diagnóstico: ESCA (Esterilidad Sin Causa Aparente). Había que hacer una inseminación y una laparoscopía, pero en el hospital te ponen en una lista de espera y vaya a saber cuándo te toca.
Decidimos regresar a nuestro ginecólogo anterior, quien nos recomendó a un andrólogo que se dedicaba también a inseminaciones. Este doctor le repite el espermograma a Cristian y nos encontramos con una reincidencia de varicocele, que no tenía solución con una segunda operación. Entonces empezamos con el tratamiento, que consistía en estimularnos a los dos hormonalmente, a él para aumentar la fuerza de los espermatozoides (era lo que faltaba) y a mí para estimular la ovulación. Así logramos 20 óvulos.
El 10 de diciembre de 1993 fui a quirófano a realizarme una laparoscopía para verificar si todo estaba bien. Junto con este estudio hicimos un FIP y un GIF, me extrajeron los 20 óvulos y me introdujeron 5 óvulos con 5 espermatozoides. Por otro lado pusieron 2 óvulos y 2 espermatozoides a fecundar 48 hs., de los cuales obtuvimos un embrión que me transfirieron al día siguiente. Ahora quedaba esperar si se presentaba la próxima menstruación, que se produjo el 8 de enero. Todas las ilusiones se habían derrumbado.
Si bien sabíamos que las posibilidades de embarazo eran de un 20%, uno siempre tiene la ilusión. Pero lo peor fue cuando llamamos al doctor para informarlo y no obtuvimos respuesta, ni tuvimos la posibilidad de hablar.
Todo había terminado para nosotros, hasta nuestros ahorros, y lo único que nos quedaba era un gran dolor y la deuda que habíamos adquirido para poder cumplir el sueño de tener UN HIJO.
Ya estábamos en el noveno año de casados, y como tanto familiares como amigos estaban al tanto de todo, ahora comenzaron a insistir con la otra pregunta: “¿Por qué no adoptan?”. Sólo el que está en esta situación sabe lo que pasa por su cabeza y nuestra respuesta era “¿Por qué no intentarlo una vez más?”.
Pasaron un par de años, y si bien siempre decíamos “una vez más”, no teníamos recursos para realizarlo. Así, estafados espiritual y monetariamente, dejamos pasar un tiempo.
Un día me encontré con la misma chica que me había recomendado al primer doctor y me contó que había vivido una situación similar con él, pero ahora estaba tratándose con el Dr Pasqualini en Halitus y se sentía muy contenida; esto es muy importante para parejas como nosotros. Le pedí el teléfono y llamé, pedí un turno y aunque al principio no era accesible para nosotros desde el punto de vista económico, todo se puede resolver. Llenamos una carpeta con todos los estudios anteriores y una semana más tarde nos llamaron para darnos un turno con el Dr Pasqualini.
Concurrimos el 3 de mayo de 1998, ya llevábamos 13 años de casados. Miró nuestra carpeta, escuchó nuestra historia, se sonrió con esa paz que lo caracteriza y nos preguntó: “¿Cuándo lo quieren hacer?”. No entendíamos cómo este hombre que recién conocíamos nos pintaba todo tan fácil, sin ningún tipo de estudio. Se nos movió la estantería, lo único que se nos ocurrió fue contestarle “el mes que viene”.
Y así fue que al mes siguiente regresamos y nos dio una serie de medicamentos con una planilla programada y, si bien fueron 40 inyecciones, daba placer haber conocido Halitus, porque todos están expectantes de que te encuentres contenida y apoyada, todos se preocupan por vos como persona, no significas una cifra más para su cuenta corriente.
Luego de la medicación, estaba todo planeado para que el 10 de junio se hiciera la aspiración de óvulos y la obtención de semen.
A las 7:30 hs ahí estaban Pasqualini, la asistente y el bioquímico esperando. Fue tan amena la hora que duró la aspiración que casi no sentí dolor. Extrajeron 19 óvulos e inyectaron un espermatozoide en cada uno, es decir, el método ICSI, de los cuales a las 48 hs obtuvimos 6 embriones.
Me citaron el 13 de junio para la transferencia. Me recibe la asistente, me recuesta sobre una camilla, me prepara y llega el Dr Pasqualini con la pipeta y 4 embriones que me introduce. Me retira el espéculo, me sonríe y me muestra la foto de los embriones diciéndome “estos dos son feos y estos dos son lindos; capaz que encima quedás embarazada”. Me da un beso y se va. Ahora seguían 4 horas de reposo, luego continuar con la rutina de todos los días y esperar la fecha de menstruación.
A los 14 días tenía que realizarme un análisis de sangre para ver si el resultado era positivo. Pero no podía esperar hasta las 8:00 horas para la extracción de sangre, así que a las 4 de la mañana me levanté y le dije a mi marido que me iba a hacer un test de embarazo. Se levantó conmigo y realizamos la operación. Nos fuimos a la cocina a esperar los cinco minutos más largos de nuestras vidas, al cabo de los cuales regresamos al baño, levantamos la pipeta y vimos las benditas dos líneas, señal de embarazo. No lo podíamos creer, fue una mezcla de risa, llanto, algo que no se puede describir: estaba embarazada después de trece años.
Igual fuimos al laboratorio a realizarnos los análisis y al día siguiente llamé a Celina (la asistente del Doctor) para darle el resultado y ella me confirmó que estaba embarazada. A la noche nos llamó el Dr Pasqualini para felicitarnos y para darnos la fecha de la primera ecografía. Cuando la realizamos vimos los embriones, porque nos enteramos que estábamos esperando dos bebés.
No se puede explicar lo que se siente, el embarazo duró 32 semanas que fueron las más felices de nuestras vidas. Pero hoy esos días son los que pasamos día a día con nuestras dos hermosas hijas Zoe Denise y Maia Leila, que nacieron el 24 de enero de 1999 a las 16 :05 hs, por parto normal, gracias al Dr Rosas.
Somos los papás más felices del mundo.
Gracias al Dr Pasqualini, gracias a Halitus.

Mónica Olivera y Cristian Narvarte (los papás)
Gracias por ayudarnos a existir: Zoe y Maia.
24 de enero de 1999