'Rocco me devolvió lo que la vida me había quitado' - Halitus Instituto Médico - Líder en tratamientos de Fertilización asistida

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‘Rocco me devolvió lo que la vida me había quitado’


LAS CONFESIONES DE MIRTHA LEGRAND EN SU PISO

Por primera vez, muestra su remodelado hogar y habla de su nueva vida.

Dice que el nacimiento de su nieto es un milagro y que su hija, Marcela,

es una madre coraje.

Con cada uno de sus cambios de ropa, Mirtha Legrand se perfuma con un aroma diferente. Combina sus joyas, sus zapatos y está pendiente de cada uno de los detalles. Se deja dirigir. Asume su condición de anfitriona -también de diva del espectáculo nacional- y juega con la cámara con ciertas sutilezas. Está alegre. ‘¿Le cuento algo? A mí me cuesta mucho comenzar, lo admito, pero cuando me sacan fotos, me encanta. Lo disfruto’, le confesará al fotógrafo, al tiempo que juega con sus poses legendarias. Ahora en sus ojos hay un brillo especial. Dice que la presencia de su nieto Rocco le cambió radicalmente la vida. Y quiere contarlo. A lo largo de la entrevista, la señora de Tinayre, nos irá mostrando cada rincón de su enorme piso de la Avenida del Libertador, que decidió remodelar a partir de la muerte de su hijo Daniel. Personalmente se encargó de elegir colores y comprar muebles. Adquirió artesanías en remates de San Telmo y las ubicó estratégicamente. Todo a su gusto y con su estilo. Hay rosas y flores color salmón que mandó comprar para resaltar el living. Portarretratos con la gente que quiere y muchas imágenes de Mirtha Legrand, según pasan los años. ‘Mire esta -muestra una en blanco y negro- estoy con mi hermana Goldie. Mire qué linda que éramos

de chiquitas. Ni yo sé quién soy de las dos. Eramos un calco.’ Recorremos el piso. Cada uno de los ambientes. Ella lo muestra con naturalidad y sin formalismos. Su cuarto, en rosa y gris. ‘¿Le gusta? Elegí colores fuertes’. También, nos abre el cuarto en donde falleció su hijo Daniel. ‘Aquí dormía yo, pero ahora me mudé a la habitación que era de mi marido. A mi hijo le gustaban mucho los perritos. Por eso, debajo de su televisor, coloqué una canastita con dos perritos de peluche. Quizás le parezca una tontería, pero yo siento que lo cuidan, que están a su lado…’

Dos baños: uno para las visitas -que ordenó tapizar hasta el techo- y finalmente, su gran vestidor. Allí, rodeada de espejos, guarda parte de su ropa, carteras y vestidos. Todo está extremadamente prolijo y ordenado. Como a Mirtha le gusta. Un placard lleno de perfumes aún sin usar, cremas para el cuerpo y maquillaje, se enfrentan a sus tapados de piel, estolas y diamantes. En definitiva, el mundo privado de una mujer que siempre vivió y vive para agradar. ‘Porque lo mío es la seducción, repite, ‘porque lo mío -insiste- es casi un milagro…’

-Hablemos de su rol de abuela.

-¿Cómo soy? Soy una abuela para nada atípica. Por mis nietos siento amor, pasión. ¿Le digo algo? Todos los días, cuando salgo del canal, voy a visitar a mi nuevo nieto, Roquito. A veces están los chicos grandes, Ignacito y Juana, que no quiero hacer diferencias porque los adoro, pero es cierto que este bebito ha llegado a nuestra familia para alegrarnos la vida. Es algo inesperado, yo nunca creí algo semejante.

-¿Qué es lo que no podía creer, volver a ser abuela?
-Sí, nunca creí. Me resulta extraño tener un bebito. En esa casa, en donde toda es gente grande, inclusive sus hermanos, Ignacio, que ya tiene 20 y Juana 19 años. Ver a este bebito y a mí misma, darle la mamadera, me parece un sueño. Es una bendición del cielo. Dios nos lo mandó por algo.
-¿Qué piensa Mirtha? ¿Por qué cree que llegó Rocco a su vida?
-Y yo pienso que sufrí tanto, pero tanto. Y Marcela, que colaboró con el Señor. Una vez ella me dijo que iba a darle vida a esta familia. Y bueno, hizo sus tratamientos, que no fueron tan fáciles y corrió riesgos. Porque a cierta altura de la vida, un embarazo siempre es un riesgo. Falló en dos oportunidades, casi había desistido, cuando el médico, el doctor Sergio Pasqualini, le insistió y la tercera vez quedó felizmente embarazada.
-Curiosa la necesidad de Marcela de dar vida otra vez.

-Sí, la necesidad de dar vida siempre estuvo. Además del gran amor que siente por su marido. Ellos están profundamente enamorados. Y ella quería alegrar a esta familia. Deseaba que llegara una nueva vida. Dios se había llevado a mi esposo Daniel, a mi hijo Dany y ella se lo propuso. ¿Y quiere que le diga algo? Estas son cosas de mi hija que me conmueven, que me sorprenden. Porque yo no sé si hubiera sido capaz de hacer lo mismo. Es un riesgo muy grande.

-¿De qué manera reaccionó cuando su hija le confesó que estaba embarazada?

-Cuando me lo comentó me puse a llorar. Ella también tenía lágrimas en los ojos. Aunque ahora lo disfrace un poco. Ella a veces esconde sus sentimientos. Yo no, yo los demuestro, me muestro tal cual soy: con risas, con lágrimas, con alegrías y con todo.
-¿Usted quiere decir que su hija Marcela controla ciertos sentimientos?

-Marcela es más escondedora, disimula más. Yo no disimulo en nada. A lo mejor ella es más pudorosa, tiene más pudor con sus sentimientos. Le repito, yo digo lo que siento. Y cuando me dijo que estaba embarazada, en José Ignacio, personalmente quedé sorprendida. Si me hubieran sacado una foto en ese momento, realmente no me hubiera reconocido. Se me llenaron los ojos de lágrimas, y dice que le contesté: ‘Pero Marcela, es una bendición de Dios’.

-¿Realmente para usted fue una sorpresa que su hija le anunciara el embarazo?
-Sí, es más. Ese día recuerdo que Marcela me llamó y me dijo: ‘Mamá, tengo que hablar con vos’. Fui a su casa, y ella estaba en cama. No se sentía bien, estaría de dos meses, pero como siempre ella tuvo un problema de riñón -de chiquita tuvo que ser operada dos veces- me asusté un poco. Nos quedamos solas. Estaba tan desconcertada como angustiada. ‘¿Qué le estará pasando, por Dios’, me preguntaba. Y cuando me dijo ‘Mamá, estoy embarazada…’ me tapé la cara con las manos y lloré de la emoción. Eso sí, me hizo prometer que no iba a comentar nada. ‘Lo único que te imploro es que no se lo cuentes a nadie, esto es muy reciente y no sabemos si va a continuar.’ Yo le juré que no iba a abrir la boca y cumplí. Me costó horrores no salir a contarlo pero no defraudé a mi hija. Es más, una vez recuerdo que vino a mi casa y alguien le preguntó: ‘Marcela, ¿Vos te operaste las lolas? Estás con más lolas.’ Ella lo negó, disimuló. El día de mi cumpleaños, estaba reunida toda la familia, y Marcela no bailó. Yo la observaba, era la única que lo sabía. Todos le decian que bailara, a ella le apasiona bailar, y por prudencia no lo hizo…Marcela es muy valiente.

-¿Siente admiración por la decisión que tomó su hija?
-Sí, sobre todo por su valentía, por su coraje. Darle el pecho a un chiquito a cierta edad, es una cosa maravillosa. He hablado con especialistas y me han dicho que lo de Marcela es un milagro.
-¿Participó durante el crecimiento del vientre de su hija? ¿Le acariciaba la panza, le hablaba a su futuro nieto?

-No, yo no soy de hacer esas cosas. Mi preocupación máxima era su salud. Marcela fue operada dos veces del uréter y recuerdo que en la segunda intervención, el urólogo nos dijo ‘Cuidado, porque si se llega a embarazar otra vez hay que estar muy alerta’. Nunca pensé que iba a llegar Roquito. Y a medida que su panza crecía, pensaba en qué hubiera dicho mi marido, Daniel Tinayre. ‘Pero esta chica está loca, está loca esta chica’ -lo dice con acento francés- aunque después hubiera amado a la criatura. Y también pensé en las palabras de mi hijo, cómo hubiera reaccionado. ‘Pero mamá, a esta Marcela, cómo se le ocurre’, y hubiera estado encantado, como todos lo estamos en esta casa. Definitivamente, nos cambió la vida.

-Personalmente, ¿en qué nota estos cambios?
-Es que estoy todo el día hablando y pendiente de él. Y no sólo yo, tambión Elba, Elvira, y Zunny, las personas que colaboran conmigo y trabajan en mi casa.

-¿Tambien logró sensibilizarla la presencia de Rocco?
-Sí, ahora estoy mucho más contenta, mucho más feliz. Inclusive, mire lo que le digo, hasta le doy menos importancia al trabajo. Hay otra cosas en la vida. Ahora sé que si dejo de trabajar, voy a observar el crecimiento de Rocco.
-¿Rocco logró transformarla en una mujer más buena?
-Yo creo que siempre fui una buena persona. Por ahí la gente confunde cuando uno hace preguntas punzantes…No, lo que estoy es más contenta, más alegre. Yo soy una mujer justa. Veo la vida de otra manera. Es más. ¿Le digo algo? Hasta siento que Rocco me ha rejuvenecido. Me hace ver la vida de otra forma. Hay un motivo. Lo único que le pido a Dios es que me dé vida…
-¿Que Dios le dé vida para poder verlo crecer?
-Exactamente, porque yo soy una mujer grande. Por eso me propuse disfrutarlo todos los días.
-¿Y cómo es disfrutar de Rocco?
-Es ir a verlo, mirarlo, olerlo. Porque los bebés huelen de una manera especial. Pero sobre todo mirarlo, verlo crecer. Observar cuando Marcela le da el pecho, o cuando yo le doy la mamadera.
-¿Usted le da la mamadera a su nieto?
-Sí, lo hice dos veces. Y me emociona. Pesa tanto, el otro día casi se me duerme el brazo. Más que agarrarlo lo observo. Le hablo mucho. Le digo: ‘Mi bebé, mi divino, mi Roquito…’ Todo es mí. Me despierto pensando en él. Y lo estoy viendo crecer muy bien. Nos ha revolucionado a todos.
-¿De qué manera recibieron sus nietos mayores la llegada de un nuevo hermano?
-Ignacio se sorprendió muchísimo, y ahora está enloquecido. El otro día fui y le sostenía la manito, cantándole la marcha de Boca. Rocco lo mira y se ríe. Yo no podía creer, sólo es un bebé de un mes y diez días. Y Juanita, es divina. Lo tiene con una mano y con la otra toma mate. Yo todo el tiempo les estoy diciendo: ‘Chicos, por favor, tengan cuidado’. Ellos todo lo toman de una manera más natural. Para ellos todo es más espontáneo, como debe ser. Uno es más temeroso. A veces le digo a Marcela: ‘Cuidado cuando tenés al bebé a upa, que el piso es resbaladizo’. Ella me responde: ‘Por favor, mamá….’ Y bueno, para eso estamos las abuelas, para hacer indicaciones. La primera que presintió que Marcela estaba embarazada fue Juanita. Estaban en Aspen, y Marcela que le encanta esquiar, no quiso hacerlo. Juanita le preguntó: ‘¿Mamá no será que estás embarazada’ Ella se lo negó porque prefirió esperar hasta el tercer mes. Ya le digo, hasta Ignacio Viale, mi ex yerno, lo tomó maravillosamente bien. Todo ha sido muy armonioso. Nada fue compulsivo. Rocco me devolvió lo que la vida me quitó. Un hijo no es un nieto. Pero me devolvió la alegría de tener un bebito.
-¿A quién lo ve parecido a Rocco, a Marcela o a su padre?
-Me parece que tiene la boca del padre, pero Marcela dice que se parece a nuestra familia, tiene los ojos claros, la piel muy blanca. Ella asegura que es un típico Martínez Suárez.
-¿Y qué tienen de particular los Martínez Suárez, Mirtha?
-Fundamentalmente tenemos humor. Y mis dos nietos mayores lo tienen. Además, somos perseverantes.
-¿Qué cosas le gusta comprarle a su nieto?
-En Europa le compré muchas cosas: en Hermes una mantita divina para su cochecito, cada vez que voy le llevo cositas. Cositas, ¿vio? Ahora hablo todo en diminutivo. Le compré el gorrito y la camiseta de Boca. Ya lo tenía. ¡Tiene hasta los baberos de Boca! Y a mi hija le regalé un anillo de esmeraldas con brillantes de Van Cleef and Arpels, que era mío, muy lindo, por valiente. Por ser una mamá coraje.
-¿Usted le regala joyas a su hija?
-Yo ya estoy grande, le voy regalando cosas mías. Ella jamás me ha pedido nada. A mí me ha gustado darle cosas a mis hijos. La vida ha sido muy generosa conmigo y yo tengo que ser generosa también. Ahora, mi vida ha quedado muy reducida, es una familia muy chica. Tengo a mis hermanos, Marcela y mis tres nietos. Yo me aferro mucho a ellos. Y estoy muy familiera, más que nunca.
-¿Sus nietos vienen a visitarla seguido?
-Sí, Ignacio viene más seguido. Pero piense que también soy una abuela atípica. No todas las abuelas, a mi edad, trabajan tanto y están tantas horas afuera de su casa. Porque generalmente las abuelas están en sus casas. ¿Dónde está la abu?, preguntan los chicos. ‘Y la abuela está en el canal, o fue a una exposición, o al teatro Colón’. Ojo, que ellos también me lo han dicho. ‘Pero abuela, vos no sos una abuela como todas.’ Y es así. Pero mis nietos son adorables. Y son sanos, que es lo que más me importa.
-¿Se siente sola, Mirtha?
-A veces, sí. A veces me siento sola, un poquito. (Baja el tono de la voz. También la mirada) A la noche sobre todo.
-¿Y qué hace para combatir esos momentos en que siente la soledad?
-Leo, escucho música…y me aguanto. La noche es mala consejera, vienen los fantasmas. Eso sí, nunca tomo pastillas tranquilizantes. Mi marido siempre me apuntalaba. No me dejaba caer. ‘Vamos, arriba Chiquita’, me decía. ‘Estás espléndida, hermosa…’ Extraño sus palabras, créame.
-¿Siempre fue tan coqueta, tan femenina, a punto de necesitar estar bella antes de irse a dormir?
-Sí, pero yo no soy coqueta porque soy Mirtha Legrand. Soy coqueta porque soy mujer, porque soy muy femenina. Creo que cuanto más años tiene uno, más coqueta y más cuidadosa debe ser. Soy pulcra, me gusta oler bien, sentirme impecable. Estar limpita, arreglada, coqueta. Odio verme la boca despintada, siempre me la retoco cuando termino de comer. Me encanta gustar. Que me digan qué mona estoy. El otro día me lo dijo Raphael. Yo soy así, me gusta seducir.
-¿Cuando está sola en su casa, también se produce?
-Sí, antes de acostarme me cepillo el pelo, y me perfumo. Me encanta olerme rico. Hasta mi cama está perfumada. Todo impecable. Un lindo camisón y en composé. Yo uso mañanitas, porque soy muy friolenta. Mire, yo no fumo, no bebo, no juego, sólo me gusta la ropa, estar bien arreglada, no hago mal a nadie. Es un síntoma de femineidad. A veces voy con el auto, y veo amigas mías, que a la noche están divinas pero de día son unos harapos. Yo tengo una frase que dice ‘la calle mata’. Y no tiene que ver con el dinero, tiene que ver con la pulcritud.
-Todavía no respondió cómo es Mirtha Legrand de entre casa.
-Estoy sin maquillaje, con humectante en la cara, y en robe de chambre. Perfumada, y peinada. Insisto, a mí me gusta gustar, que se fijen en mí. También es cierto que me visto de acuerdo a mi edad. Nada me da más terror que hacer el ridículo. Yo me visto de acuerdo a mis años.
-Jamás se atrevería a ponerse una mini, por ejemplo.
-¡Pero por favor!!! Y eso que siempre tuve muy lindas piernas. Recién hace muy pocos años que uso pantalones. Porque antes no los usaba. Pensaba que tenía piernas cortas, que no me quedaban bien. Luego descubrí que un buen pantalón, con una chaqueta arriba me quedaba fantástico. ¿Le digo algo? Durante mis vacaciones me he llegado a cambiar hasta cuatro veces al día de ropa.
-¿Por algún motivo en especial?
-Simplemente porque me divierte. Y además, tengo gente que me lo fomenta. Una vez Daniel Tinayre me dijo que no quería viajar conmigo nunca más por la cantidad de valijas que llevaba. Yo ahora fui a Europa y llevé cinco valijas llenas de ropa, carteras y zapatos. Me la pasaba cambiándome todo el día, ante la desesperación de mi nieto. Soy así, me divierto. Nunca me he psicoanalizado pero debo tener un coté de necesidad de agradar siempre.
-¿Y logra verse linda, una mujer atractiva?
-Sí, me veo una señora grande pero linda. En Europa no me conocían pero me miraban y bien. Me sentí muy halagada.
-¿Pensó en volver a enamorarse?
-No, nunca más. Hasta vergüenza me da con sólo pensarlo. No es para mí. Ya fue. Yo ahora, estar con un señor, no, no podría. Esto no quita que me guste cuando me dicen ‘Chiquita, le gustás a Fulano, o a Mengano’. Me halaga, pero no me dejo agasajar. Tampoco le gusto a todo el mundo. Cuando alguien me dice: ‘Fulano no te quiere’, pienso ‘A mí también hay gente que no me gusta’. Es así. ¿Por qué debería de gustarle a todo el mundo? Pero si tenés mayoría de gente a la que le gustás, quiere decir que ganaste.
-¿Y usted siente que finalmente ganó, Chiquita?
-Sí, siento que a esta altura de mi vida he ganado. Que finalmente la Chiqui lo logró.

HECTOR MAUGERI / FOTOS C.CASCO/ PERFIL