Mientras haya una lucecita de esperanza, no la abandonen, no bajen los brazos - Halitus Instituto Médico - Líder en tratamientos de Fertilización asistida

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Mientras haya una lucecita de esperanza, no la abandonen, no bajen los brazos


El objeto de esta carta es tratar de llevar un mensaje de esperanza a quienes, como nosotros, les ha tocado padecer la angustia de no poder tener un hijo.

Gustavo y yo nos casamos el 7 de noviembre de 1987. Luego de aproximadamente 2 años de encarar la búsqueda de nuestro bebé comenzó nuestro peregrinar por distintos especialistas, entre ellos encontramos algunos que más vale no recordar y otros, que si bien sus intenciones eran buenas, no lograron cumplir nuestro deseo.
Pasamos por todas las experiencias que se pueden imaginar, desde el más simple de los estudios, que seguramente ustedes han de conocer, hasta una internación de urgencia por un síndrome de hiperestimulación ovárica. Ya perdí la cuenta de la cantidad de inseminaciones intrauterinas que llevaron a cabo con y sin estimulación.
Cuando llegamos al consultorio del Dr. Pasqualini yo tenía en mi haber, además de todas las inseminaciones intrauterinas, 3 fertilizaciones in vitro, todo con resultado negativo, es decir, se formaban los embriones pero nunca llegaba a implantar.
El Dr. Pasqualini evaluó nuestro caso y nos dijo que teníamos posibilidades si seguíamos insistiendo. Así fue que hicimos tres tratamientos in vitro más, esta vez con él, los cuales también fracasaron.
Todo parecía funcionar bien, pero el embarazo no se lograba.
Muchas veces dudamos en seguir adelante o no, tal vez Gustavo era el más desesperado, pero a mí me era imposible renunciar a la posibilidad de ser mamá, creo que la ilusión de llegar a lograrlo alguna vez es lo que me daba fuerzas para seguir luchando.
En mi séptimo intento de fertilización in vitro, el doctor me sugirió no usar medicación y aprovechar mi ciclo natural. Pero al llegar el día ovulé espontáneamente antes de efectuarse la aspiración, -cosa que el doctor me explicó era algo que puede pasar en los ciclos naturales- por eso en el momento se decidió hacer simplemente una inseminación intrauterina para aprovechar ese ciclo, pero sin demasiadas expectativas debido a mis antecedentes.
Todavía me emociono al recordar cuando me hice el test de embarazo y vi las dos rayitas tan deseadas, creí que no era yo la que estaba viviendo eso. Me parecía mentira que lo que tanto había soñado e imaginado finalmente se había convertido en realidad. Otro instante que nunca olvidaré fue el de la primera ecografía. Cuando vi ese puntito, ese corazoncito tan amado latiendo dentro de mí, las lágrimas me saltaban de los ojos por la emoción. Nuestra vida es un antes y un después de ésa alegría tan infinita que nos llenó el alma y el corazón.
Hoy, debo decir que hemos sufrido mucho y sólo quien haya pasado por lo que nosotros hemos pasado pueden entender lo que les digo, sólo quienes padecen mes a mes la falta de un hijo saben exactamente lo que se siente, lo mucho que se sufre, lo mucho que se desea, lo mucho que se llora.
Pero saben una cosa, creo que aquello que más nos cuesta, es en definitiva lo que más se valora. Por eso, quizás nosotros que tanto hemos luchado, tengamos ese maravillosos privilegio de saber disfrutar al máximo nuestros hijos, de saber aprovechar cada uno de los momentos de felicidad que sólo ellos son capaces de brindarnos, de ser felices con sólo mirarlos a los ojos y emocionarnos hasta las lágrimas con sus pequeñitas y tiernas sonrisas.
Mucho se sufre, es verdad, pero en el momento que los vemos por primera vez todo eso se borra mágicamente. Nosotros buscamos un bebé durante 10 larguísimos años y no me arrepiento de todo lo que hicimos, ya que hoy somos dos felices papás gracias a ello y damos también gracias a Dios por habernos dado la fuerza para seguir adelante en nuestra búsqueda.
Por todo esto, si les sirve de algo nuestra experiencia, les aconsejo que no bajen los brazos, que no se desalienten. En este camino, que suele ser muy largo, muchas veces sentimos que nos caíamos, pero traten de juntar las fuerzas necesarias para volver a levantarse y empezar una vez más. Mientras haya una lucecita de esperanza, no la abandonen, y así, tal vez el día de mañana sean ustedes quienes escriban esta líneas como nosotros lo estamos haciendo ahora, mientras nuestra dulce Paulita, que ahora tiene 7 meses de edad y es el sol de nuestras vidas, duerme plácidamente en su cunita, cuidada por el profundísimo amor que le brindamos nosotros, sus papis.
Suerte, muchísima suerte a todos.

Silvia y Gustavo Brusco, papás de María Paula
Buenos Aires 2000