Gracias por habernos cumplido nuestro deseo de familia numerosa - Halitus Instituto Médico - Líder en tratamientos de Fertilización asistida

Historias

Inicio - Historias

Gracias por habernos cumplido nuestro deseo de familia numerosa


Mi nombre es Silvana. Me casé a los 23 años teniendo bien claro que mi vocación de ser mamá de muchos niños la llevaba conmigo desde chica. Por ese motivo con mi esposo, quien tenía mis mismos sueños y proyectos, decidimos no cuidarnos desde un principio para cumplir con nuestros deseos.

Nos casamos en septiembre del ´82 y en febrero del ´83 tuvimos la feliz noticia de que estábamos esperando nuestro primer hijo, o sea que en sólo 5 meses logramos nuestro primer embarazo, el cual fue hermoso y lo disfrutamos con todo.
Nuestro primer hijo nació el 1º de Noviembre de 1983, después de un parto de casi 32 horas, con contracciones muy seguidas. Pero nuestro obstetra consideró que el bebé estaba muy bien ubicado como para esperar el tiempo que fuese necesario con tal que fuese un parto normal y no hacer cesárea. Finalmente nuestro hermoso bebé nació, pesó 3,550 Kg y fue varón.
Durante el primer mes de nuestro bebé, en cada control con mi obstetra, éste me aconsejaba que por haber tenido un parto tan largo y costoso, no me convenía, por mi salud, quedar embarazada pronto nuevamente y que lo mejor era colocarme un espiral.
Mi respuesta era siempre negativa ya que quería quedar embarazada a más tardar al año de mi bebé, porque, le repetía incansablemente, quería tener muchos niños (por lo menos 4), que ese era el anhelo de mi vida.
Finalmente el obstetra me convenció, insistiendo en que si quería tener muchos hijos sería riesgoso quedar embarazada durante ese primer año de crianza de mi bebé.
Colocamos el espiral como él aconsejaba, a los 40 días del parto y acordamos que antes de los 12 meses lo quitábamos, así de esa forma podía embarazarme sin riesgos.
Durante dos meses tuve picos de temperatura muy altos, no se detectaba clínicamente qué tenía, los análisis de rutina me salían bien y estaba tan feliz en plena crianza y amamantamiento de mi bebé que esos dos meses pasaron pronto y finalmente, gracias a Dios, la fiebre desapareció.
En ese período hice tres visitas a mi obstetra para contarle lo que me ocurría y controlar el espiral, y para saber si ese no era el motivo de mi fiebre. Me hizo controles ginecológicos de rutina pero me decía que todo estaba en orden y que volviera a casa a disfrutar de mi bebé.
Los 12 meses pasaron y decidimos con mi eposo continuar con nuestros proyectos de ser mamá y papá por segunda vez. Fuimos al obstetra, quitamos el espiral y a partir de ese momento comenzó la pesadilla: pasaban los meses y no me embarazaba.
Al principio no fue duro porque tenía mi hermoso bebé en brazos que calmaba mis angustias mes tras mes, cada vez que menstruaba, pero después de dos años de intentar y no quedar, ya en mí era una obsesión y pasaba períodos de grandes depresiones.
A los dos años y medio decidí pedirle a mi obstetra una Histerosalpingografía, que es algo así como una radiografía de trompas, y comprobé lo que estaba sospechando: el informe decía “… la trompa izquierda no se rellena mientras que la derecha lo hace parcialmente…” (textuales palabras, jamás las olvidaré). Luego de saber el diagnóstico averiguamos el motivo, por supuesto ya no con mi obstetra, sino con otros especialistas, y se cree que después de un parto tan costoso, más el espiral colocado a los 40 días del parto, hubo una infección no detectada que provocó la obstrucción de ambas trompas.
A pesar de que ya era mamá tuve una depresión muy fuerte, sentía que mis sueños se habían esfumado.
Después de llorar por muchos meses y de preguntarme “¿Por qué a mí?”, decidí consultar a distintos ginecólogos y todos coincidían en que en esas condiciones jamás habría otro embarazo.
Me hice una laparoscopía para tratar de desobstruir alguna de las trompas de esa forma y no pasó nada; en ese momento los doctores me aconsejaron una cirugía de trompas.
Mi nene ya tenía tres añitos cuando me operé; en ese momento el doctor pensó que todo había sido un éxito, me costó casi un mes recuperarme de esa operación pero estaba tan feliz del resultado que no me importaba el sufrimiento físico, porque ya estaba casi pensando los nombres para mi futuro bebé. Pero pasaron años y años y el embarazo no llegaba. Yo sufría muchísimo, mi marido callaba porque no me quería dar más pena de la que ya llevaba.
Mi hijo cumplió 9 años y yo sobrellevaba el tema a veces bien, a veces mal, pero no lo podía superar. Mi obsesión ya era terrible, cada menstruación era un duelo, ya no podía mirar una panza de embarazada o un bebé por la calle de lo mal que me hacía. Creo que solamente el que lo pasa en carne propia puede llegar a entender lo que se siente y se sufre cuando uno desea con el alma un embarazo y éste nunca llega.
Un día hice por primera vez una consulta con un especialista en esterilidad y éste me habló de fertilización asistida. Después de unos meses, una persona muy querida (que sabía muy bien por todo lo que yo había pasado y sufrido) me recomienda al doctor Pasqualini. Pero yo ya había tirado la toalla, estaba muy triste y me parecía que estaba todo perdido después de 10 años.
A la semana, otra amiga me manda una fotocopia de una revista sobre una nota hermosa del mismo doctor Pasqualini sobre fertilización in vitro y mi amiga en su nota me pide que no sufra más y que siga luchando por lo que tanto deseaba. Al ver que dos personas me habían recomendado “con tanto amor” al mismo doctor, decido hacer una consulta.
Y así fue que cuando mi hijo ya tenía diez años conocí al Dr Pasqualini, quien vió todos mis estudios y escuchó toda mi historia con tanta atención y paciencia para después darme su opinión -que yo sentí era tan sincera-. Volví a mi casa con una esperanza y una alegría tales que mi marido me escuchaba y no lo podía creer.
Me aconsejó que no perdiera más tiempo, que entendiera que la única oportunidad que yo tenía de embarazarme era por medio de la fertilización asistida y que él creía que con muchas posibilidades de éxito.
El doctor me dio una revista donde se explicaba paso a paso cómo era el tratamiento, me pidió que lo leyera con atención, que luego me diera mi tiempo para pensar y decidir con tranquilidad cuándo era el momento apropiado para comenzar con esta nueva etapa de mi vida.
Hice lo que el doctor me dijo y a los pocos meses estaba sentada en su consultorio con toda la energía a full de nuevo para lograr que se cumpliera mi deseo, y así fue como el doctor Pasqualini me preparó para el primer intento.
Con él y todo su equipo me sentía muy contenida ya que no es fácil pasar por tantas cosas para lograr un embarazo.
Primero hicimos la estimulación ovárica por medio de medicamentos e inyecciones. Luego de un seguimiento ecográfico, llega el día de la aspiración de esos óvulos. Y luego llegó el “gran día” de la transferencia de el o los embriones, dependiendo de los que se obtuvieran, y la tortuosa espera de 15 días para saber si lo lograste o vas a menstruar como siempre.
Así fue como me transfirieron 4 embriones, pero mi primer intento fracasó. Para mi fue durísimo, lloré 4 días sin poder parar pero después de un mes recuperé todas las fuerzas y la energía nuevamente porque tenía una sola idea en la cabeza y era “lograrlo”.
Volví al consultorio para charlar con el Dr Pasqualini porque teníamos embriones criopreservados para otro intento y él me explicó que teníamos que esperar la próxima menstruación y en ese momento comenzar con todo el tratamiento que esta vez era distinto porque ya teníamos embriones.
Igualmente me prepararon otra vez con medicación, inyecciones y seguimiento ecográfico. Cuando el doctor me avisó, me presenté para la segunda transferencia. Pero el doctor consideró que no era un momento óptimo y no pudimos transferir.
Al mes siguiente, siempre después de menstruar, comenzamos otra vez con el seguimiento ecográfico y esta vez sí pudimos transferir nuevamente. Otra vez el reposo y la angustia de los 15 días de espera.
Lamentablemente el segundo intento también fracasó.
Esta vez el duelo fue peor que el anterior, yo sentía que perdía fuerzas y esperanzas y me costó mucho más tiempo decidirme a continuar. Y si continué fue por el Doctor Pasqualini, que me transmitió su seguridad en que mi bebé iba a llegar: “No bajes los brazos, lo vas a lograr, tené fe …”. Me explicó que “Halitus” significa aliento, esperanza, creo que en latín, y así es como se llama su centro de atención.
En esa oportunidad el doctor Pasqualini me pidió que descansara, que me desconectara por un tiempo ya que venían las vacaciones y después, en marzo, volvíamos a ver. Y si yo estaba bien “del cerebro”, me decía el doctor, lo intentaremos nuevamente. Y esta vez sí -me dijo- todo va a estar “viento en popa y lo vas a lograr”.
Hice todo lo que me dijo el doctor al pie de la letra (yo sentía que él era mi guía) y en marzo volví al consultorio con más fe, más energía y más ganas de lograrlo que nunca. Comenzamos el tercer intento y tuvimos que hacer todo completo, es decir estimulación con medicamentos e inyecciones, aspirar todos los óvulos logrados y finalmente estaba frente al gran día de la transferencia, el 6 de marzo de 1995.
El doctor Pasqualini tenía mucha fe en este tercer intento y me lo transmitía todo el tiempo. Yo tenía una mezcla de fe y a la vez de mucho miedo al fracaso, pero el doctor estaba tan tranquilo y seguro, que me daba una paz tan grande que hasta me dormí luego de la transferencia.
Dos horas después me despertó mi esposo y fuimos a casa a pasar esos 15 días tan angustiantes.
Estuve casi todo ese tiempo en reposo, no me quería levantar ni para ir al baño del temor que tenía de fracasar de nuevo. El día 14 tuve fuertes dolores de panza, a mí me parecía que estaba por menstruar (incluso oriné con gotitas de sangre). Llamé al doctor Pasqualini llorando, contándole lo que me pasaba y le dije que si seguía haciendo reposo me iba a enloquecer, que ya estaba todo perdido.
El doctor me habló con una calidez para calmarme que jamás olvidaré, y me pidió que mandara a mi esposo a comprar un test de embarazo y que si éste daba negativo me levantara de la cama e hiciera lo que quisiera. Pero que de lo contrario, continuara con el reposo absoluto porque tal vez esos síntomas y dolores eran una pequeña pérdida.
Hicimos el test y dio positivo. Lloramos con mi esposo abrazados como dos bebés por largo rato.
Después llamamos al doctor Pasqualini, le contamos todo y nos emocionamos nuevamente.
El reposo continuó de manera absoluta por todo ese fin de semana. El lunes muy temprano hicimos el análisis de sangre por pedido del doctor y allí confirmamos nuestro embarazo, después de 12 años de nuestro primer hijo, finalmente lo logramos.
Con mi esposo le dimos la noticia a nuestro querido hijo con quien lloramos, los tres abrazados, por horas, ya que no podíamos creerlo. Después hablamos por teléfono con el doctor Pasqualini, quien me dijo: “te dije que lo lograrías, muchas felicidades mamá, ahora abrí un champagne y festejá con tu familia que te lo merecés, pero dentro de 15 días vení al consultorio así nos enteramos de cuántos bebés es el embarazo”.
A los 15 días, radiante de felicidad, mediante una ecografía el doctor Matarazzo me confirmó que esperaba mellizos. La felicidad de mi esposo, de mi hijo y la mía no la puedo expresar con palabras. Es realmente inexplicable, después de 12 años y por todo lo que habíamos pasado, que Dios nos premiara con semejante bendición en nuestro hogar. Fue algo muy fuerte y hermoso.
Llevamos un embarazo hermoso, muy mimados por el doctor Pasqualini y todo su equipo; fueron 36 semanas inolvidables. Sentíamos que el doctor era un pedacito de Dios en la Tierra que nos había cumplido nuestro deseo de la familia numerosa.
Todas las noches de mi embarazo, al acostarme, le agradecía a Dios y al Doctor Pasqualini por lo que estaba viviendo.
Finalmente, el 31 de diciembre de 1995, a las 11 horas, nacieron Gastón Ariel y Martín en un hermoso parto, siempre acompañados por nuestro querido Doctor Pasqualini, su equipo, nuestra querida Miriam (la obstétrica), nuestro querido hijo y toda nuestra hermosa familia en la Maternidad Suizo Argentina.
Ahora nuestros adorados mellizos ya tienen 3 añitos, empezaron el jardín y mamá, papá y Esteban (que ya tiene 15 años) están felices de la hermosa familia que formamos gracias al doctor Pasqualini.
Esta historia quizás continúe ya que tenemos embriones criopreservados para un próximo intento.
Bueno, este es mi testimonio redactado con todo mi amor.
Sólo me resta decir una cosa:

GRACIAS DOCTOR PASQUALINI !!!
QUE DIOS LO BENDIGA POR SU OBRA !!!
JAMAS LO OLVIDAREMOS !!!

Silvana
Buenos Aires, 21 de abril de 1999″