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¿Cuándo debemos empezar a hablar de sexualidad con los hijos?

La educación integral de un niño o una niña debería contemplar la educación sexual orientadora desde la infancia, a la medida de la demanda y comprensión del niño/a. Del mismo modo en que se educa para hábitos de higiene y nutrición adecuada, para cuidar la vista y la audición, debe educarse para la salud sexual y reproductiva. Para evitar los abusos, para que la persona sepa conocer su cuerpo y no sienta que existen “lugares prohibidos”, para que sienta amor y respeto por su cuerpo, como parte integrante de su ser y autoestima y aprenda cómo cuidarlo.

 

En la adolescencia, los padres deben sostener los valores familiares conciliadoramente, sin autoritarismo y sin dobles mensajes y los jóvenes, por su parte, deben hacerse responsables de sus acciones y saber que éstas tienen consecuencias.

 

¿Cómo hablar de sexualidad con los hijos?

La escuela puede brindar una educación básica en cuanto a sexualidad, pero las pautas religiosas, liberales o no, y los valores se transmiten en el seno familiar. Los padres tenemos la responsabilidad principal de formar a la futura generación en el conocimiento adecuado, atinado, oportuno, científico y ético de lo que significa la sexualidad en sus múltiples aspectos. Aún hoy casi las tres cuartas partes de los padres no dialogan con sus hijos sobre sexualidad, muchos no saben cómo. Es importante poder hacerles ver a los jóvenes la diferencia entre lo que es una vida sexual plena, lo que significa tener una pareja elegida con inteligencia, en contraste con los ejemplos triviales de juegos sexuales que se ven en los medios, para que no confundan una cosa con la otra. Es importante NO avergonzarse de:

  • Sostener los valores familiares, explicarlos con ánimo conciliador, sin autoritarismo.
  • Decir no sé, informarse para luego dialogar.
  • Hablar con el hijo del sexo opuesto.
  • Más importante que los contenidos, es el clima de confianza y honestidad que permitirá sostener el diálogo por mucho tiempo y fortalecerlo a medida que los hijos crezcan.

La mejor manera de enseñar sexualidad es como una función humana importante para la salud integral, a la que debemos cuidar y proteger de manera responsable, porque de lo contrario, podemos enfermarnos. También es importante enseñar el valor de una sexualidad como forma de comunicación con otra persona, que debería involucrar el altruismo y la empatía por los sentimientos ajenos y propios. Deberíamos poder transmitirles el sentimiento de autoestima que produce sentirse amado/a y aceptado/a como uno/a es, por la pareja, sumado a la sensación de sentido vital que tiene crear proyectos con el ser amado, entre los cuales se encuentra el más mágico y trascendente de todos, el de crear vidas humanas.

Es fundamental fomentar en los jóvenes el autorespeto, autovaloración y autocuidado del cuerpo y de los sentimientos, favorecer la consulta médica preventiva y la información a través de fuentes educativas, incentivar la independencia de criterio, no el sometimiento a la moda y a la presión del grupo.