La subrogación de viente es una forma de crear vida. Tanto mujeres como hombres que no tienen la posibilidad de tener hijos pueden desafiar a la naturaleza y lograr sus sueños. Los casos de Vanina y Micaela, Gabriela, y Noelia y Eugenia son historias de esfuerzo constante.
El proceso de Subrogación implica a una Madre o Padre procreacional como también una mujer gestante. Los padres procreacionales son quienes tienen la voluntad de tener hijos, y la mujer gestante es quien decide prestar su vientre para tal fin. El vínculo entre estas dos partes puede ser afectivo o no.
Sin embargo, no todo es tan sencillo: no todo lo científicamente posible es legalmente aceptable. En nuestro país dicha práctica no está legislada, hay un vacío legal al respecto por lo que las clínicas de fertilización elaboran un contrato, un “consentimiento informado”, en el que la mujer gestante expresa su voluntad de prestar su vientre con la sola intención de brindar un hijo a los padres procreacionales.
¿Qué pasa si la mujer gestante se arrepiente y quiere criar al hijo como suyo? ¿Qué pasa si los Padres procreacionales se arrepienten de tener un hijo cuando la mujer gestante ya está embarazada? Son preguntas frecuentes y no hay forma estatal-legal que regule ni aplique penas específicas en este proceso.
La subrogación es una herramienta que puede ser sumamente positiva, por el hecho de generar vida. Aun así la reglamentación debe ser precisa y minuciosa para alejarse de otro tipo de situaciones: en países como India existen agencias de mujeres gestantes que reciben pagos para llevar bebés en su vientre, lo cual representa una mercantilización de la mujer.
Hasta el momento son 7 los proyectos de ley presentados en el Congreso para legalizar la subrogación, sin embargo el problema principal radica en las partidas de nacimiento: ¿Quiénes figurarán como padres del recién nacido? Hay distintos procesos para lograr que los padres procreacionales sean considerados legal y formalmente como “padres”.
En Capital Federal se debe pasar por un proceso administrativo en el Registro Civil, pero en la Provincia de Buenos Aires y en el interior del país es más complejo. Allí los interesados deben transitar, sin excepciones, el camino judicial: hay quienes tramitan permisos judiciales antes del parto o después, con el único fin de que la mujer gestante no figure como madre.
Hasta ahora, son 30 los casos en el país que tuvieron sentencia favorable, pero para llegar a dicha sentencia hay familias que esperan años.