Del 1 al 7 de agosto se celebra la semana mundial de la lactancia materna. Cuando se habla de lactancia materna, no sólo se hace hincapié en las características que contiene esa leche, sino también el contexto de la mujer que está lactando.
La lactancia materna no sólo trae beneficios para el bebé, sino también para la mamá: es lo mejor que le puede pasar al recién nacido, es un SÚPER ALIMENTO, ya que aporta todos los nutrientes necesarios para el bebé, las enzimas que digieren esos nutrientes y los anticuerpos que posee la mamá. Disminuye las probabilidades de que el bebé padezca algunas enfermedades infectocontagiosas y reduce el riesgo de alergias, asma, diabetes infantil, diarrea, obesidad, entre otros.
Pero la acción de amamantar no es sólo ponerlo a la teta y darle su alimento.
Amamantar es mucho más que eso:
Pero no hay mayor satisfacción cuando tu hijo tiene un aumento de peso adecuado y se encuentra sano, sabiendo que estás aportando tu granito de arena para que así sea.
La alimentación de la madre durante no es ni más ni menos que una alimentación equilibrada y variada, por lo que es importante la ingesta de frutas, cereales integrales, lácteos, carnes blancas y rojas, huevo, legumbres y vegetales. Por otra parte, evitar el consumo de alcohol, los alimentos industrializados y con alto contenido de grasa, sal y azúcares que no proporcionan valor nutricional tanto para la madre como para el bebé.
En el caso que el bebé presente una Alergia a la proteína de la leche de vaca (APLV), la mamá deberá realizar una dieta de exclusión, eliminando todos aquellos alimentos que contengan lácteos o puedan estar contaminados con ellos.
Amamantar es una decisión que requiere paciencia, tranquilidad, confianza. Debes estar feliz con poder llevarlo a la práctica más a allá de todo el esfuerzo que eso conlleva.