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Por: Infobae | 26/04/22

Por qué es saludable discutir y cuál es la mejor manera de hacerlo


Pese a que la mayoría de las personas prefiere evitar los conflictos, los especialistas aseguran que ante una diferencia de miradas sobre un tema, siempre es mejor expresarlo. Cómo hacerlo para que resulte constructivo para el vínculo

Muchas parejas se enorgullecen al asegurar que no tienen nunca “ni un sí ni un no”, a modo de reflejar lo bien que se llevan y lo sólido que es el vínculo que poseen. Y lo mismo aplica para relaciones de hermanos, amigos y hasta equipos de trabajo.

Sin embargo, bien sabido es que en todos los vínculos existen diferencias, y según aconsejan los especialistas, evitar los conflictos no es buena idea, y reprimir el enojo no mejorará la relación, sino todo lo contrario.

Pero ¿cómo hacerlo para que resulte constructivo y no destructivo para el vínculo? ¿Existe una manera mejor que otra a la hora de intercambiar ideas u opiniones? ¿Hay momentos en los que es mejor llamarse a silencio?

Sobre todo eso, Infobae consultó a especialistas.

Para comenzar, el doctor en Psicología Flavio Calvo (MN 66869) hizo una distinción entre una “discusión” y una “pelea”. “En una discusión yo estoy exponiendo mis argumentos, mientras el otro expone los suyos, yo estoy expresando mis emociones y el otro expresa sus emociones también, sanamente. Mientras que, en una pelea, se pierde la parte sana y se va escalando, en una pelea se busca ganar, tener la razón, más que el entendimiento mutuo”, explicó el también docente, tallerista y autor.

Y tras asegurar que “discutir es sano por varias razones”, el especialista ahondó: “En primer lugar, por la expresión de emociones, nacemos con una serie de emociones que son sanas, que, aunque no siempre son lindas o positivas de sentir, son emociones necesarias, como, por ejemplo, el enojo, la tristeza, el miedo. Es necesario expresarlas porque si no, el inconsciente las guarda y tarde o temprano las expresa en forma de ansiedad, en forma de enfermedad u otras cosas”.

Para él, aquello a lo que no se le da un “cierre”, va a buscarlo continuamente. “Es por esto que es muy saludable poder exponerle al otro qué es lo que estoy sintiendo”, insistió.

“Y por otro lado -continuó- cuando expreso mi enojo a través de una discusión, lo que estoy haciendo es validar esa emoción, y también validar al otro. Poder mostrarle al otro cuál es el límite, cuál es mi límite, cuál es su límite, y poder decir ‘no’ a muchas cosas que no estoy de acuerdo. De alguna manera, poder discutir sanamente es una forma de autoestima, es una forma de poder expresar los límites que el otro no puede cruzar, y cuidarse a sí mismo para de esa manera cuidar al otro”.

En la misma línea, la licenciada en Psicología María Laura Santellán (MN 18841) manifestó que “en una relación de pareja, familiar, amistad o inclusive laboral es muy importante que la comunicación sea lo más fiel y menos estratégica posible, es decir que refleje el sentir de cada una de las partes cuando hay un tema a discutir o intercambiar ideas y no que tenga un formato que de alguna manera oculte los sentimientos de alguna de las personas”.

“Está claro que cuando uno no expresa lo que siente, eso se manifestará de todos modos de alguna u otra manera -sostuvo la especialista-. No hablar para no discutir no es un formato viable para evitar un desencuentro en la medida que el no hablar evidentemente genera que lo que se siente no sea transmitido y por lo tanto no pueda ser comprendido por el otro”.

Así, para ella, “se van tejiendo interpretaciones que a veces resultan no justas al sentir de cada una de las partes”.

Y destacó: “Cuanto más clara es la comunicación, tratando de presentar el desencuentro con el punto de vista de cada uno sin pasar la línea del sentir del otro, más clara puede llegar a ser la comunicación. Y una buena comunicación obviamente ayuda a la salud de cualquier tipo de relación”.

“Es necesario que las discusiones sean sanas”

Para Calvo, la clave está en que los intercambios de opiniones “no escalen al lugar de la pelea”. “Tanto lo que opino o pienso como también el enojo, es conveniente expresarlos sanamente”, aconsejó el especialista, para quien “una emoción es sana cuando está expresada adecuadamente en su duración, en su dirección y en su intensidad”.

“Si yo me enojo con mi jefe y después discuto con mi pareja, no está teniendo la dirección adecuada. Si por una pequeña cosa hago un escándalo gigante, no está teniendo la intensidad adecuada. Si me ofendí por una palabra que me dijeron y hago la ley de hielo y no hablo con mi pareja por una semana, no está teniendo la duración adecuada”, ejemplificó.

En este punto, Santellán destacó que “la pareja no escapa a esto, y por más que la comprensión y el conocimiento mutuo sea profundo debido a lo cercana que es una relación de este tipo, eso no significa que la palabra deja de ser necesaria para manifestar el sentir de cada una de las personas”.

“Lo importante al hablar es no interponer un sentir por encima del otro, ni una opinión por encima de la otra, y sí presentar lo que se siente como una versión real de lo que se manifiesta en cuanto a pensamiento y sentir”, consideró la especialista, quien ahondó: “La emoción o el pensamiento no expresado genera un malestar significativo en cada una de las partes si no se logra comunicar expresivamente. Hablar siempre genera la posibilidad de un encuentro, mucho más que no hacerlo”.

Cuatro puntos que siempre conviene expresar

“Es beneficioso que podamos expresarnos sanamente, y para esto conviene expresar bien cuatro puntos”, destacó Calvo, y enumeró:

1- Qué me molesta, ya que muchas veces jugamos al “oficio mudo” enojándonos pero esperando que la otra persona lea mi mente para saber el por qué. El otro es otro y no siempre va a entender mis enojos.

2- Cómo me siento con esto que me molesta, porque muchas veces se ve solo el enojo y no se ven todas las emociones que hay detrás, ese enojo puede tapar tristezas, decepciones, sueños rotos, y es bueno ser claro en lo que se siente.

3- Qué es lo que quiero, ser claro en lo que deseo. Porque el otro es otro, y no siempre va a saber mis gustos o cómo yo aprendí que se hacen las cosas, y continúa haciendo lo que no me gusta, porque no soy claro en lo que me gusta.

4- Siempre expresar ese voto de confianza que se tiene en el otro, de que ambos estamos dispuestos a auto-revisarnos continuamente y ver lo que el otro necesita. Esto se llama asertividad.

La asertividad, es un espacio donde no se trata con el otro de manera sumisa o agresiva. Nadie calla ante algo que le duele o no le gusta, quedando en un rol sumiso, sobreadaptado -señaló el especialista-. Tampoco se trata con el otro de manera agresiva, poniendo los límites de manera tal que el otro salga lastimado. Ser asertivo y discutir de manera asertiva es la clave para mantener sano el espacio de intercambio”.

Finalmente, para él, “otra manera sana de discutir es saber diferenciar lo que uno siente de lo que el otro hace, poder ver la parte propia en esa discusión”. “No es lo mismo decir ‘vos me hacés sentir mal’ que decir ‘yo me siento mal cuando haces esto’, y de esa manera se pasa de marcarle al otro su error, a expresar cómo se siente uno con sus acciones, lo que lleva que nadie se ponga a la defensiva, haciendo una escalada de esa discusión”.

¿Hay momentos en los que es mejor llamarse a silencio?

En las relaciones en general, y en las de pareja en particular, lo primero que tenemos que abandonar es el sentimiento de querer salirse cada uno con la suya, de querer ‘ganar’, porque en cuanto estamos en ese plano no vamos a poder llegar a acuerdos que sean superadores del conflicto que se está discutiendo”. Para la licenciada en Psicología Patricia Martínez (MN 24.411) “lo importante no es discutir para ganar una discusión, y en este punto el silencio juega un rol importante”.

En este punto, para Calvo, “muchas veces el silencio ayuda a no hablar de más, a no decir esas cosas que en el fragor de la pelea se dicen sin pensar y que luego pueden acarrear culpa”. “Quedarse callado no significa que no se tenga nada que decir, pero sí es necesario saber medir las consecuencias de las propias palabras y de cómo va a ser comprendido o recibido ese mensaje”, agregó.

“El silencio, por un lado puede resultar incómodo pero también es cierto que es lo que mejor nos permite conectarnos con nuestros sentimientos y pensamientos”, consideró Martínez, para quien “cuando se responde rápidamente, en general, las personas están más centradas en una reacción que en un pensamiento”. “Es una respuesta de un nivel muy superficial, que responde más al tono de lo que se dice, al afecto en juego, al lenguaje gestual, postural, etc que tiene más que ver con una reacción que con una respuesta”, analizó la especialista en familia de Halitus Instituto Médico.

Y agregó: “Cuando lo que se está negociando son situaciones conflictivas que requieren llegar a un acuerdo, el silencio es muy importante porque va a permitir conectar con los sentimientos y los pensamientos y lo que va a surgir de ahí va a ser una respuesta superadora”.

“Otro dato interesante es repensar un poco el sentido del silencio, ya que a veces nos remite a perder una discusión, a que el otro se salga con la suya, a que no se tiene nada para decir y sobre todo en nuestra cultura occidental está muy desvalorizado. Pareciera que siempre hay que tener algo para decir, y si bien es interesante tener algo para decir, también está bueno tomarse el tiempo para pensar qué se quiere decir”, finalizó la especialista.

 


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