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Por: Florencia Guzmán | 03/11/22

Pandemials hoy: qué desafíos y posibilidades tienen los bebés nacidos cuando el COVID regía el planeta


Muchos, el próximo año, comenzarán su camino escolar. Qué deberán enfrentar padres, niños y docentes en su crecimiento. Relaciones familiares, secuelas de la falta de contacto y puntos positivos a más de dos años y medio del comienzo de la pandemia

Sin dudas la pandemia por COVID-19 marcó la vida de todos. En mayor o menor medida, la crisis sanitaria que desató el SARS-CoV-2 y todo lo que ello implicó, no pasó inadvertida.

Y si bien cada persona y cada familia vivió la situación de manera particular, hay un hecho que de alguna manera u otra atravesó a muchas, y es el nacimiento de un hijo, en un contexto muy distinto al que estábamos acostumbrados, desde el punto de vista social y cultural. En las salas de maternidad de las clínicas y hospitales no pululaban familiares deseosos de conocer al recién nacido y esto se realizaba de forma virtual, algo totalmente impensado hasta el momento. Y de hecho muchos tíos y abuelos conocieron a sus sobrinos y nietos muchos meses después de su nacimiento.

De eso se trató, después de todo, la pandemia: de un contexto social inesperado.

“Los bebés de la pandemia son niños que nacieron en el núcleo de una familia que estuvo dedicada 100% al nuevo integrante. Si bien muchas madres y padres trabajaban bajo la modalidad homeoffice, la respuesta a las demandas del bebé estaban a pie de cañón, con mucha más disponibilidad (más allá del tiempo de licencia) de parte todos. De pronto sus primeros meses transcurrieron casi sin salir de casa ni socializar”, sostiene la licenciada en Psicología Lorena Ruda (MN 44247).

“Para muchos niños la inserción al mundo social llevó bastante tiempo. “No podemos aseverar que esto fue así por la pandemia ya que no sabemos cómo hubiera sido en otro contexto, pero sí puedo afirmar que las adaptaciones a los jardines, incluso para niños que ya estaban escolarizados, fue muy gradual y en casi todos ellos los brazos de los adultos acompañantes eran su lugar seguro”, agrega la experta.

Tras asegurar que “también suele verse que algunos niños de la pandemia tienen algunas dificultades para despegarse incluso dentro de la misma casa”, Ruda ejemplificó: “Niños de tres años que sólo juegan con algún adulto y no logran permanecer jugando aunque sea en el mismo espacio pero sin el intercambio ‘mano a mano’ con el adulto”.

A su turno, consultada por Infobae, la licenciada en Psicología María Laura Santellán (MN 18841), consideró que “los niños que nacieron en el 2020 comenzaron una socialización más tardía, obviamente eso generó un mayor apego, también una mayor dedicación de los papás para con estos bebés”. “Creo que el hecho de haber nacido en este tiempo les permitió que sus primeros meses de vida fueran en plena pandemia y por lo tanto tal vez no tuvieron tanto impacto en su socialización secundaria -sostuvo-. Para fines de 2021 ya pudieron empezar a socializar con más normalidad, por lo tanto creo que el impacto de los nacidos en ese primer año de pandemia no fue tanto como el que sufrieron los que habían empezado la escolarización y la tuvieron que suspender”.

Para ella, “haber empezado la socialización secundaria, como es el jardín de infantes, y haber tenido que suspender, o haber comenzado con dos o tres años el jardín de manera virtual fue un retroceso que hizo que de alguna manera tuvieran que volver a aprender a contactarse con los ámbitos sociales e interpersonales”.

Ante la pregunta sobre qué hay acerca de sus habilidades sociales con esa falta de contacto con otras personas ese año, el licenciado en Psicología Pablo Lanzafame (MN 49.982) aportó que “el aprendizaje de habilidades sociales es poco probable que se vea influenciado por el hecho de nacer en contexto de pandemia. Al comienzo de la vida los bebés van aprendiendo sus primeros actos de interacción social a través de sus otros significativos, es como si fuera un aprendizaje en espejo, gracias a que está su mamá o su papá, pueden ir esbozando sus primeras sonrisas sociales en relación a la búsqueda de gratificación con otro”.

“El pasaje por el aprendizaje de estas habilidades no estuvo ausente durante el aislamiento -agregó el especialista del Departamento de Crianza y Orientación a padres de Halitus Instituto Médico-. A medida que los niños crecen se va complejizando el aparato psíquico, especialmente cuando el lenguaje se va instaurando. Si esa evolución fue acompañada con la apertura social hacia los otros, como tíos, abuelos, amigos, etc. cuando la pandemia decrecía en conductas preventivas de aislamiento, tendrán las herramientas necesarias”.

Los desafíos que deberán enfrentar

Para Lanzafame, “es muy difícil adivinar cuáles son los desafíos que deberán afrontar, sólo se lo podrá saber en unos años”. Sin embargo, para él “son más notorios los desafíos que afrontaron las madres y padres que transitaron esos primeros momentos sin el acompañamiento familiar y social habitual, más aún si fueron primerizos”.

“Estos padres tuvieron que hacerse con las propias herramientas de crianza en el contexto de aislamiento -analizó-. Por otro lado, ese contexto inusual fue mitigándose de a poco dejando algunas prácticas sociales nuevas y permitiendo que las familias y amigos volvieran a encontrarse. Ahí el desafío que tuvieron esas familias con hijas e hijos recién nacidos fue la resocialización, donde era esperable que haya emociones combinadas, por ejemplo la alegría de volver a ver caras conocidas con el temor del contagio, pudiendo lograr transmitirles la confianza a sus hijos que podían interactuar con otras personas”.

Y tras asegurar que “uno de los mayores desafíos que tienen los padres y madres en contexto de crianza es la separación momentánea de ese niño/ña para que pueda explorar el mundo y a los otros, y luego volver en ese juego de ir y venir”, Lanzafame observó que “este acto tan automatizado en otros momentos se vio invadido por la nueva significación de un posible contagio”.

Entre las consecuencias de la pandemia y el aprendizaje de las habilidades

Sobre si los niños nacidos en plena pandemia deberán afrontar consecuencias a largo plazo o bien las habilidades sociales “perdidas” pronto se equiparán con las de un niño nacido en contexto de normalidad, Ruda opinó que “después de algún tiempo probablemente esos niños puedan socializar casi como si nada hubiera pasado, aunque tendrán probablemente que trabajar bastante en casa para favorecer la autonomía y la independencia”.

En la misma línea, Santellán introdujo el concepto de “plasticidad” para hacer referencia a la “facilidad que tienen los niños para adaptarse a los cambios”. “Lo que sí la pandemia generó es que los nacidos en 2020 tengan muchas menos defensas y en este momento estén acusando recibo de esa falta de contacto temprana con bacterias y virus, lo que hace que hoy por hoy se enfermen mucho más -destacó-. Me parece que la socialización no fue tan afectada como sus defensas naturales, según lo que refieren los médicos pediatras”.

“En general los niños tienen la posibilidad de recuperar lo perdido; creo que a finales de 2021 y comienzo de 2022 fue cuando se evidenciaron las mayores dificultades -opinó-. Hoy la socialización está normalizada y los niños más pequeños son los que menos inconvenientes han tenido”. En este sentido, para ella, “los más afectados son los que debieron interrumpir un proceso de socialización temprana, como es la escuela inicial y entonces pueden haber generado más apego inseguro, tener más dificultades para socializar o permanecer horas fuera del contacto de casa”.

“Así como los que estaban comenzando primer grado, muchos de los que presentaron luego retrasos en la adquisición de la lectoescritura debido a que la escolaridad virtual en los más chicos fue la menos lograda”, remarcó la especialista, quien insistió que “los más pequeños son los que más rápido pudieron recuperar aquello que habían perdido”.

En la mirada de Lanzafame, “el desarrollo psíquico evolutivo es una combinación de factores genéticos, individuales y sociales, por eso cada época y cada contexto tendrá una manera de influenciar el desarrollo de cada bebé”. “No me atrevería a hablar de normalidad o no, porque las pautas sociales y culturales van cambiando permanentemente, algunas son más notorias que otras -examinó-. Por ejemplo, si pensamos en los últimos cuarenta años de nuestro país podríamos decir que las épocas fueron influenciando de diversas maneras, solo por mencionar algunos hechos, hubo generaciones que nacieron en contextos de guerra, otras en la vuelta a la democracia, otros en la crisis económica de principios de siglo y hoy toca atravesar este nuevo escenario que presentó la pandemia. Ninguna época es más o menos ventajosa que otra, sino que es parte de la coyuntura que deberá atravesar la organización de ese psiquismo con sus posibilidades genéticas e individuales, pero si tenemos figuras de apego significativo, disponibles, que sirvan de guía, tendremos muchas chances de poder afrontar cualquier contexto social y cultural”.

– ¿Hay algún punto positivo de esa “intimidad” que tuvieron las familias al momento del nacimiento de sus hijos y durante los primeros meses de vida?

– Ruda: Estos niños nacidos en pandemia también tuvieron la suerte de haber estado muy cerca de sus papás en sus primeros meses, sin licencias que marcaran el tiempo de separarse y con mucha atención. Niños que no sintieron las idas y vueltas de los papás y esos primeros meses donde tenerlos cerquita es lo más importante.

Para los padres, a su vez, si bien eso también fue una ventaja, ese tiempo donde sólo estuvieron dedicados al bebé y la casa y sin poder salir o tener otros espacios propios, es común sentir una sensación de sofocamiento y estrés que no todos lograron superar una vez que volvieron a salir. Animarse a dejar al bebé que ya no es tan bebé, pero que estuvo casi dos años pegadito, para algunos o algunas es un desafío, así como también volver a encontrarse en espacios para una misma más allá del trabajo y la casa.

– Santellán: Creo que hubo cosas positivas, como permanecer más tiempo todos juntos en casa cuando había bebés recién nacidos. Eso ayudé a que las mamás pudieran permanecer más en casa, estar más tranquilas.

Creo que en ese apego primario la pandemia colaboró porque las mamás no se vieron obligadas a dejar tan rápidamente a sus hijos al cuidado de alguien, o si se requería del cuidado de alguien para poder trabajar desde casa, el estar en el mismo lugar y no tener que trasladarse ayudó, por ejemplo, a que la lactancia se mantuviera más tiempo.

En ese sentido, los bebés nacidos en 2020 no tuvieron que desprenderse de las mamás tan rápidamente por cuestiones laborales y pudieron permanecer más tiempo en esa primera etapa tan importante.

– Lanzafame: El contexto de aislamiento permitió que la vida se ralentizara, en relación al ritmo cotidiano que se venía sosteniendo. Esto permitió una disponibilidad para estar con el bebé muy alta, no había tanta necesidad de recurrir a otros cuidadores por contextos que antes sí eran necesarios, como por ejemplo el ámbito laboral. Aprendimos que se podían realizar tareas laborales con un bebé en brazos. Es muy común escuchar socialmente que asociamos pasar tiempo y dedicación con un bebe a “malcriarlo”, esto no es así, los bebés necesitan de sus figuras de apego significativas primeras, sus madres y sus padres, y si estos no estuvieran disponibles por la coyuntura de vida que fuera, de aquellos que tomaron ese rol a cargo. La base para el desarrollo de una personalidad sana se establece con los vínculos de apego que formamos en la infancia, saber que hay otro que nos sostiene da seguridad, primero desde ser sostenidos, alimentados, que nos canten, acunen, etc. para luego ir complejizándose con la introducción del lenguaje verbal y la transmisión de amor vía la palabra. El contexto de pandemia dio la posibilidad de poder estar más presentes para los hijos, nosotros mismos y la familia.