Pampita compartió el finde en una pileta con amigos y un chiquito muy especial, Gauthier, su ahijado. La historia de su nacimiento es emotiva y vale la pena contarla.
Gabriel Alfaro y Diego Schiro son pareja desde hace muchos años, pero a su historia de amor les faltaba algo: un hijo. Y fueron por él. Pampita fue elegida como su madrina porque en una entrevista que dieron a entrevista a #ExpertxsEnPañales, ellos contaron: «Carolina fue una de las primeras que se dio cuenta de que algo pasaba entre nosotros y siempre apostó por este amor. Y cuando elegimos a los padrinos de Gauthier, dijimos ella se merece ser la madrina de nuestro hijo. Es re presente, lo adora y lo malcría».
Gauthier nació el 2 de junio de 2018 gracias a la ovodonación de una mujer checa, y Nadia, sobrina Gabriel, fue quien lo llevó en su vientre. «Gauthier fue planificado, pensado y sentido. Gauthier vino a sellar ese círculo de familia, aunque nosotros nos sentíamos familia igual siendo dos, pero sentimos que vino a ponerle el moño a este amor. Éramos amigos, muy amigos. Ambos venimos de la heterosexualidad y, en un momento de nuestras vidas, nos dimos cuenta de que no nos podíamos separar», cuentan.
Diego explica que «cuando nos conocimos, estábamos los dos solteros, pero habíamos tenido ambos parejas heterosexuales». Y Gabriel agrega: «Yo había tenido parejas de muchos años y nunca había mirado a un varón con otros ojos. Y cuando nos hicimos muy amigos, todo era de a dos».
«Todos nuestros amigos y familia se habían dado cuenta antes que nosotros», cuenta Gabriel. Diego fue quien dio el primer paso: fue después del cumpleaños de Gabriel: «Me robó un beso, pero él era mi amigo y no quería que se rompa la amistad. Pero el corazón estaba ahí».
«Y el título de «somos pareja» fue después de una discusión. Gabriel me preguntaba por qué yo no lo blanqueaba. Éramos pareja, pero no lo decíamos y a partir de esa charla empezamos a decir «somos pareja», comenta Diego.
Armar una familia
Gabriel tenía en la cabeza el tema de la ovodonación y la subrogación de vientre como una posible manera de concebir un hijo. Diego quería adoptar: estuvieron cerca de lograrlo en dos oportunidades, pero no se dio. Después, averiguaron sobre la adopción internacional y allí fue cuando la abogada Fabiana Quani que les habló sobre la gestación solidaria.
«Mi hermana nos había ofrecido llevar en su panza a nuestro hijo, pero ya tenía 50 años y, cuando se estaba haciendo un examen de fuerza simulando una panza de seis meses de embarazo, le subió mucho la presión y nos dijeron que no era recomendable. Que podía ser un embarazo de alto riesgo y que, fundamentalmente, ella podía estar en riesgo», contó Gabriel.
Y ella se lo planteó a sus tres hijas: la mayor de sus sobrinas, Tamara, dijo que lo quería hacer, pero en ese momento estaba embarazada. Florencia, su ahijada, dijo «es mi padrino, lo voy a hacer yo», pero la ley impide que no habiendo sido madre lleve un hijo para vientre subrogado. Así que Nadia, la más chica, dijo «soy yo, ya soy mamá y soy la indicada».
«Trajimos óvulos de afuera, porque en la Argentina no se podía elegir la procedencia. Nuestra médica nos había planteado que aquí es a criterio de los médicos y nosotros queríamos participar de la elección. Decidimos hablar con las autoridades de la clínica y nos permitieron traerlos de un banco de afuera, de República Checa algo que nunca se había hecho en el país», cuenta.
Un coordinador europeo los guió para conseguir óvulos en el exterior y eligieron una donante de República Checa: «Hicimos toda una peripecia para comprarlos porque salieron muy caros: vendimos un auto y sacamos un préstamo porque estos tratamientos no están cubiertos por obras sociales. No hay ley, hay un vacío legal con este tema». Y Nadia llevó al bebé en su panza y convivió los nueve meses con ellos.
«El único miedo que tuvimos nosotros en todo esto era qué pasaba con la hija de mi sobrina, si esta situación podía marcarla en algo y nos dijeron que no, que la iban a acompañar. Y así fue. Cuando vinieron a vivir acá con nosotros y a la mamá ya le empezó a salir la panza, Aitana dijo: «El tío Gaby y el tío Diego van a tener un bebé, ¿dónde está el bebé?». Ahí Nadia le explicó que nosotros, al ser dos varones, no podíamos llevarlo en nuestras panzas, pero que lo teníamos en el corazón y Aitana, a sus tres años y medio, le respondió: «Mi primo está ahí adentro». Lo resolvió mucho más rápido y nuestros miedos se esfumaron».