Lo padece entre el 8 y el 12 por ciento de las mujeres. Pero la mayoría, no lo sabe.
El síndrome del ovario poliquístico (SOP) es una afección ligada a cambios en los niveles hormonales, que le dificultan a los ovarios la liberación de óvulos maduros.
Este trastorno hormonal ocasiona un incremento en el tamaño de los ovarios, con pequeños quistes en los bordes externos.
Probablemente, el hecho de que sea multifactorial, explique su subdiagnóstico en el 70% de los casos. Así lo entiende Carolina Tomatis, ginecóloga de Halitus Instituto Médico: «Su causa es desconocida y se combinan tanto de factores genéticos como ambientales», explica.
En este mismo sentido, la profesional agrega que al tener una «amplia expresión clínica, puede subdiagnosticarse si se tratan los síntomas en forma aislada«.
Otra de las cuestiones que puede llegar a dificultar su diagnóstico es el momento en el que suele presentarse: la adolescencia, por lo que los síntomas del SOP suelen superponerse con rasgos comunes del desarrollo puberal, como por ejemplo el acné.
Pero entonces ¿cómo se diagnostica? Al estar asociada a un espectro grande de manifestaciones clínicas, según un consenso realizado en Rotterdam en 2013, deben presentarse al menos dos de los siguientes parámetros, precisa Tomatis.
• Aumento de los andrógenos en sangre (testosterona libre, 17OH progesterona, androstenediona, DHEA) o signos clínicos del aumento de los mismos (acné, hirsutismo, alopecia, seborrea).
• Alteraciones del ciclo (atrasos menstruales o falta de menstruación).
• Presencia por ecografía transvaginal al comienzo del ciclo con más de 10 folículos por ovario o volumen ovárico aumentado. «Es importante aclarar que se trata de la presencia de folículos ováricos, que contienen dentro el óvulo y suelen estar en el ovario en un número menor a 10. Es frecuente que los pacientes confundan aumento en el número normal de folículos con quistes ováricos», aclara.
¿Cuáles son los riesgos de padecerlo? «Se asocia en un 50% de los casos con obesidad o sobrepeso, incremento de los valores de insulina con mayor riesgo de prediabetes o diabetes mellitus tipo 2, dislipemia con predominio de la elevación de los triglicéridos, configurándose el síndrome metabólico y su consecuente aumento del riesgo cardiovascular «, profundiza Tomatis.
Es importante señalar que si bien es un síndrome que no tiene cura, es factible su tratamiento en un marco multidisciplinario entre el endocrinólogo, nutricionista y ginecólogo. La forma en que se abordará estará vinculada al motivo por el cual el paciente haya consultado, y la etapa de la vida en la que se encuentre.
Quienes tengan sobrepeso deberán contar con la evaluación de un nutricionista y realizar dieta y ejercicio.
En cambio, en el caso de que el signo prevalente sea el hiperandrogenismo (presencia excesiva de andrógenos, explica la ginecóloga), se pueden emplear fármacos antiandrogénicos.
«Si presenta hirsutismo (crecimiento excesivo de vello de distribución varonil) se puede recurrir a la depilación láser, en cambio si el principal motivo de consulta son las alteraciones del ciclo, pueden emplearse anticonceptivos o progesterona», subraya.
Por otro lado, muchas pacientes presentan insulinoresistencia.
«La insulina es una hormona secretada en el páncreas y es la que permite la entrada de glucosa a las células de todo el cuerpo. Cuando la insulina no cumple su función, el páncreas incrementa su producción para compensar, lo que genera mayor síntesis de testosterona en el ovario y eso agrava los signos de exceso de andrógenos ya descriptos «, detalla la profesional.
En estos casos, parte del tratamiento consiste en «administrar fármacos insulinosensibilizadores como la metformina», que permite corregir los niveles de glucosa circulante y también ayuda a mejorar la ovulación, asegura la ginecóloga.
«En el último tiempo, diversos trabajos de investigación apuntan a la composición de la flora bacteriana intestinal como potencial desencadenante del síndrome o causal de las diferentes maneras de presentación clínica, por lo cual el empleo de probióticos, prebióticos y agentes simbióticos pueden ser una nueva herramienta terapéutica para su tratamiento», remarca.
Al tratarse de una condición que afecta a mujeres en edad reproductiva, otro de los motivos de consulta suele ser la infertilidad asociada a falta de ovulación, cuenta Tomasi. En estos casos «se pueden emplear drogas inductoras como el letrozol o clomifeno y de no haber respuesta se indican gonadotrofinas, que son hormonas inyectables», informa.
En el caso de las pacientes con obesidad, una búsqueda de descenso de peso sería lo indicado a la hora de pensar en un embarazo, ya que de persistir el exceso de peso «las tasas de éxito de los tratamientos disminuyen hasta un 50% y son frecuentes las complicaciones durante el embarazo como el aborto, la diabetes gestacional y la hipertensión», concluye.