Cuando cursamos un embarazo deseado y -en lo posible- consciente, estamos atentas a muchas cosas. Nuestro cuerpo se pone a disposición de la vida que está creciendo adentro: la alimentación, el estilo de vida, el ejercicio, los cuidados integrales de la salud, se ponen en primer plano. Pero hay un ¿mito? ¿sentencia? que ronda a las embarazadas: cómo atraviesen esos nueve meses marcará fisiológica y psíquicamente a ese bebé durante el resto de su vida.
Según la Bioneuroemoción de Enric Corbera, por ejemplo, la pregunta «¿qué le sucedía a mamá cuando estaba embarazada de mí?» puede dar respuestas a cuestiones de nuestra propia vida. ¿Atravesaba un duelo? ¿Se estaba separando? ¿Estaba enemistada con su madre?
Dice el autor: «Sabemos que la influencia de lo vivido durante de este tiempo afecta a la vida futura del niño o la niña. Cada embarazo tiene una historia particular que tiene que ver con la forma en que han sido vividos los embarazos en el sistema familiar.»
«La cuestión es cómo vivimos el hecho de ser madres y también cómo vivieron nuestras madres su propia experiencia. Esa criatura que está en el vientre, como lo estuvimos todos, vive un ambiente emocional concreto, se mueve con su mamá, escucha su voz por dentro, se alimenta de lo que ella come, duerme con ella, se ríe, llora o se emociona con ella, nota si está estresada, si se siente atendida, si tiene miedo o si sufre por algo… Por esto, durante ese tiempo, aprende su manera de relacionarse con el mundo.»
Cuando nace el bebé, la experiencia emocional materna conforma la mitad de la personalidad del individuo”, dice Sue Gerhardt.
Luján Rossetto es licenciada en psicología con orientación perinatal y puericultora. Acompaña a embarazadas y a mamás durante el puerperio y en sus redes sociales compartió una reflexión muy interesante sobre este tema, que amplió para Entremujeres: «Me parece importante empezar a romper con una serie de mitos y de mandatos que se fueron perpetuando, que están resumidos en esta frase que dice: ‘No llores, no te pongas mal, que se lo vas a pasar a tu bebé’; es una frase que ha trascendido en muchos ámbitos, desde el médico, hasta el familiar.»
«Recibí consultas tanto de pacientes y de algunas mujeres que me contaron que mientras estaban embarazadas habían sufrido la perdida de su papá, o una paciente en el último tramo de su embarazo tuvo que acompañar -al mismo tiempo- el último tramo de la vida de su propia madre. Me asustó y me preocupó que el foco estuviera puesto en la culpa que sentían por manifestar o expresar su tristeza, cuando en realidad lo patológico para mí -como psicóloga- tiene que ver con la no manifestación de esa situación, de ese duelo, de ese dolor.»
¿Con qué se relacionan estas imposiciones? «Claramente tienen que ver -agrega la profesional- con el mandato de que la maternidad y el embarazo son un estado siempre gozoso y de disfrute«. Sabemos que culturalmente las madres están sometidas a muchas situaciones límite que rompen el idilio: tienen compañeros abandónicos, son explotadas en sus trabajos, no llegan a fin de mes, tienen familiares enfermos o hijos a cargo, que las llegan a estresar hasta enloquecerlas.
«Yo no te puedo asegurar cuánto o no afecta al bebé, pero no me refiero a un estado depresivo -donde la angustia y la tristeza están más instaladas-, que eso sí requiere de ayuda profesional, sino a que una embarazada pueda sentir tristeza, pueda contarla, ponerla en palabras, llorar… No necesariamente eso tiene que incidir en el estado psicoafectivo de ese bebé por venir. No disociar a la madre del ser es uno de los ejes centrales en lo que concierne a la maternidad«.
Tampoco somos negadoras. Sabemos que los bebés sienten adentro de la panza. Consultamos al doctor Ariel Masquef, obstetra de Halitus Instituto Médico, quien nos comentó que no existen estudios científicos que demuestren claramente qué siente un bebé dentro de la panza, pero hay algunas sopechas y pseudo-conclusiones.
Se cree que las percepciones dentro del abdomen se relacionan con el momento en que se desarrollan cada uno de los órganos. Por ejemplo, empezando el segundo trimestre, ya tiene desarrollado el sentido del equilibrio, por lo que podría percibir los cambios de posición de la madre.
Al finalizar de la semana 25, tiene desarrollado el sistema auditivo, por lo tanto, puede escuchar sonidos. Sin embargo, son sonidos que llegan amortiguados porque tienen que pasar todas las capas hasta el bebé: el líquido amniótico, la pared del útero, los intestinos de la madre, la pared abdominal, la grasa y la piel. Son todas barreras que dificultan la llegada del sonido exterior.
Se cree que el bebé ya percibe los latidos y la voz de la madre. Además, para la última etapa del tercer trimestre, los sonidos externos, como la música, también (más los sonidos graves que los agudos por un tema de frecuencia de sonido).
Otra creencia es que el bebé percibe los estados emocionales maternos, como nervios, estrés o estados de felicidad, en relación a la liberación de hormonas que se producen. Ante un estado de estrés materno, aumenta la liberación de cortisol y adrenalina, y eso podría sentirlo. Por su parte, con la felicidad aumentan los niveles de serotonina que podría atravesar la placenta. Sin embargo, todas estas son creencias médicas, pero no estudios concluyentes.
En algunos estudios se hicieron controles ecográficos poniendo diferentes estímulos: música, voz materna y demás, y ahí se vio qué hacía el bebé dentro de la panza. Por eso se cree que perciben ciertas cosas. De todas formas, no hay manera precisa de saber o quizás de recordar lo que pasó en la vida intrauterina.
Algo que refieren las embarazadas es que, de día, los movimientos del bebé son menores, y a la noche en reposo se mueven más. Eso se cree que es porque mientras la mamá se mueve o camina los está “acunando” y eso les permite dormir. Cuando la mamá se tranquiliza, les falta el “acune”. De hecho, cuando son recién nacidos, para poder dormir suelen necesitar ese movimiento.