Por suerte, hoy en día existen técnicas como el microblading, que ofrece un resultado más natural que la dermopigmentación y requiere de muchísimo menos coraje que el trasplante capilar.
Suena más complejo de lo que es: en la primera consulta, se define junto al profesional la forma del arco y el estilo de la ceja a reparar, para establecer cuál es la mejor para tu rostro.
La pigmentación se realiza a mano alzada, utilizando una pluma y una aguja con 14 puntas, que genera un efecto 3D muy natural. La aplicación lleva cerca de una hora y el color deberá rechequearse a las cuatro semanas. Puede realizarse un retoque del color de ser necesario, pero tiene una duración de 2 años.
La doctora Inés Rebasa Arrieta, de Halitus Salud y Estética, nos explica que “Los pigmentos utilizados son inorgánicos, de origen mineral, hipoalergénicos y se mimetizan con el color de la piel. Además, la pluma utilizada permite crear trazos muy finos y bien precisos, asegurando un look natural“.