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Por: Clarín | 11/06/21

Mes de la fertilidad El aporte de la medicina reproductiva en “las mil formas de la familia”


Cada año se realizan en Argentina alrededor de 17.000 tratamientos de alta complejidad, con un resultado de alrededor de 4.500 nacimientos. En el marco del mes de la fertilidad, los doctores Sergio y Agustín Pasqualini dialogaron con Clarín sobre “el deseo procreacional”.

Maternidad y paternidad deseadas como puntapié inicial. Un camino por fuera de los mandatos y que va de la mano de la diversidad de familias. Así lo viven cada día quienes acompañan a mujeres y hombres que necesitan de la intervención de la medicina reproductiva para concebir un hijo.

Una labor que deja en evidencia «las mil formas de la familia», según afirman los doctores Sergio (p) y Agustín Pasqualini (h), titulares del Halitus Instituto Médico y referentes de de esta especialidad que ayuda a cumplir lo que ellos denominan el «deseo procreacional«.

«La familia, como toda institución social, se fue transformando, va cambiando conforme lo hacen las sociedades», sostienen los médicos en Nuevas Familias. Cómo la ciencia nos cumple el deseo de ser padres (Aguilar). Fue en ese contexto que «mujeres solas, hombres solos, parejas de varones, parejas de mujeres, parejas con problemas de fertilidad, mujeres que ya dejaron de ovular por edad o por una enfermedad preexistente y cualquier persona con alguna dificultad para concebir» pudieron convertirse en madres y padres.

Según los datos del Registro Argentino de Reproducción Asistida, cada año se realizan alrededor de 17.000 tratamientos de alta complejidad en el país, con un resultado de alrededor de 4.500 nacimientos.

Junio es el Mes Internacional de la Fertilidad y, en ese marco, los especialistas destacaron el aporte de la ciencia no sólo para cambiar las vidas de las personas sino también cómo «se adapta y se adelanta mucho más que las leyes o las convenciones sociales y culturales».

La fertilización asistida es un «proceso largo y a veces no es fácil«, según reconocen ambos especialistas. La relación entre tratamientos realizados y nacimientos, de hecho, suele ser bastante ingrata: la estadística muestra que es del 30% cuando son óvulos propios y alcanza el 50% con óvulos donados, explicó a Clarín Sergio Pasqualini.

Cambio de época

Los cambios socioculturales que mencionaba antes el médico derivaron también en otras cuestiones. La edad a la que se recurre al especialista ya no es la misma pero, además, ya no es sólo una persona la que concurre al consultorio.

«Hace 15 a 20 años las mujeres que accedían a la consulta de fertilidad tenían en promedio 33 años. En la actualidad se acercan las parejas juntas y, en general, con un promedio de edad de 37 años», sostuvo Pasqualini (p).

Por otra parte, ya no son tan comunes los embarazos múltiples fruto de estas técnicas. El ginecólogo especialista en fertilidad explicó que estos «disminuyeron debido a que se transfieren menos embriones».

En Halitus, por ejemplo, «en el 80% de los casos se transfiere un solo embrión, porcentaje que va a seguir subiendo». En tanto, hay un 4% de mellizos y ningún caso de trillizos: «Nunca trasferimos tres embriones», justificó.

Por último, otro hito tiene que ver con la sanción de la Ley 26.862 en el año 2013, que establece que toda persona mayor de edad, cualquiera sea su orientación sexual o estado civil, tenga obra social, prepaga o se atienda en el sistema público de salud, puede acceder de forma gratuita a las técnicas y procedimientos realizados con asistencia médica para lograr el embarazo.

Pandemia y tratamientos

Desde el inicio de la pandemia aumentaron en un 60% las consultas para explorar la idea de preservar la fertilidad por medio de la vitrificación de óvulos, indicó el médico.

La explicación de Pasqualini (p) reside en «la incertidumbre que trajo la pandemia en cuanto al futuro, al trabajo, a lo económico». En ese sentido, aclaró que no se trata sólo de «aquellas mujeres que tienen el deseo en el futuro cercano, sino de aquellas que lo ven como una apuesta al futuro, inclusive algunas que tienen pensado nunca tener hijos, ante la eventualidad que pudieran cambiar de idea».

Por otra parte, la llegada del coronavirus no impactó en la cantidad de consultas para iniciar tratamientos. «No mermó la demanda. Los que tenían y tienen el deseo de ser padres lo siguieron manteniendo, sólo les aumentó la ansiedad por las contingencias que trajo la pandemia y el tener que esperar para realizar los tratamientos», añadió el ginecólogo.

Subrogación de vientre: desafíos e inconvenientes

En el libro ambos autores destacaron que «la gestación por sustitución en la Argentina no se encuentra prohibida y se contempla dentro del artículo 19 de la Constitución Nacional». Sin embargo, aclararon que su principal inconveniente no tiene que ver con el aspecto técnico o emocional, sino con el jurídico, ya que si bien «no hay un texto que la prohíba, tampoco una ley que la regule«.

¿En qué consiste esta técnica? «El proceso empieza con una fecundación asistida convencional, los embriones obtenidos son transferidos al útero de la mujer gestante. La novedad del caso es que cuando llegue el momento del parto ella no será considerada la madre. Las leyes argentinas no contemplan esta figura, ya que se rigen por el derecho romano, para el cual ‘madre cierta es la que pare’, o sea, el niño pertenece a la madre cuyo útero lo gestó», detallaron.

En tanto, otra dificultad para realizar este procedimiento en Argentina es que «en el país cada familia debe conseguirse su propia gestante, nadie está autorizado a gestionar un encuentro entre partes».

Pese a esto, los Pasqualini son optimistas: «En algún momento se sancionará la ley de gestación por sustitución, y el tiempo que pase hasta que eso suceda va a ser útil para que se asimilen estos tratamientos. Será una mejor ley que la que hubiera salido si se sancionaba en el pasado».


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