La pandemia puso a gran parte de la población mundial en casa y todos debieron adaptarse a la virtualidad. Reuniones de trabajo, clases, cursos y hasta el cierre de contratos, todo se realizó de manera online, a través de la computadora, el celular o la tablet.
Y tras un primer momento (cuando la cuarentena era vista como algo que sólo duraría un par de semanas) en que la mayoría de las personas se volcó a cocinar y comer preparaciones que usualmente no se hacen en los hogares de manera asidua, como pan casero, pastas, tortas y postres, muchos notaron las consecuencias de la falta de movimiento en el cuerpo.
“El shock del inicio de la pandemia, sobre todo los primeros meses, generó en la mayoría de la sociedad un desorden de hábitos, caracterizado por mala o excesiva alimentación, poco descanso, sedentarismo, mayor ingesta de alcohol, etc”. Así comenzó a analizar el fenómeno ante la consulta de Infobae la médica cirujana Cristina Sciales (MN 66.744), para quien “a partir del tercer o cuarto mes, cuando se empezó a tener instalada la idea de que el confinamiento era aún más extenso, de a poco se comenzó a buscar cierto orden dentro del caos”. “Allí la gente comenzó mirarse y a notar cierta laxitud de piel en el rostro, con kilos de más o con adiposidad localizada como resultado del estrés y del desbarajuste que se había generado con la cuarentena”, agregó.
Asimismo, según la especialista, luego de ese shock inicial que implicó el confinamiento, “la gente comenzó a generar nuevas rutinas de ejercicios y cuidados de la imagen ya que muchos empezaban a utilizar las plataformas de videollamada para seguir con sus trabajos”. “La imagen proyectada en las videollamadas provocó en los pacientes fijarse en detalles que hasta ese momento no les preocupaban o no habían percibido, el reflejo del cansancio, exceso de piel u ojeras -observó-. Personas que normalmente no se preocupaban por cuidar su estado físico o su piel de forma activa, comenzaron a hacerlo a partir de la pandemia, encontrando partes de su cuerpo que les gustaría mejorar”.
Es que, en paralelo, el uso constante de las cámaras fue decisivo para que muchas personas buscaran mejorar su imagen y acudieran en búsqueda de diferentes alternativas estéticas en cuanto las primeras aperturas lo permitieron.
Esta demanda se vio reflejada en una reciente encuesta realizada en países de América Latina según la que el 55% de los argentinos empezó a cuidarse más durante la pandemia.
Los consultados manifestaron haber comenzado a investigar más o por primera vez sobre procedimientos estéticos en los últimos 18 meses. Y el 61% de los encuestados que respondieron eso fueron hombres que también tuvieron ese comportamiento.
En línea con los datos que arrojó el estudio realizado por Merz Aesthetics, compañía de medicina estética parte del Grupo Merz Pharma, la médica especialista en dermatología clínica Andrea Rey (MN 139.411) pudo comprobar esta tendencia en su consultorio. “Atravesar una pandemia fue un contexto que influenció de forma negativa nuestro bienestar. Esto, sumado a un mayor tiempo de exposición a pantallas a través de videoconferencias, videollamadas o por redes sociales, generó que en los últimos meses las consultas estéticas hayan superado ampliamente la media”, observó.
El estudio, que buscó entender mejor el comportamiento en relación a los hábitos de belleza de los latinoamericanos, fue realizado por Ipsos en los meses de julio y agosto de 2021, y contó con la participación de 4.019 hombres y mujeres mayores de 25 años, de Brasil, Colombia, Argentina y México. La encuesta demostró que, en los últimos 18 meses, el 71% de los encuestados cambiaron sus hábitos y se preocupan más por la salud y el bienestar.
Mientras, el 58% afirmó que pasó a buscar o buscó por primera vez procedimientos faciales estéticos inyectables no quirúrgicos.
De acuerdo con los resultados de ese muestreo, el 76% de los jóvenes entre 24 y 34 años investigó o realizó por primera vez algún tratamiento estético. Entre los encuestados interesados en mejorar su imagen, el 62% afirmó que les gusta su apariencia en general, pero hay días que no se sienten cómodos con la imagen que les devuelve el espejo.
En el país, según las cifras de la Asociación de Lucha Contra Bulimia y Anorexia (Aluba), el 70% de las mujeres argentinas no está conforme con su cuerpo. Además, el 60% de las mujeres del país quieren adelgazar, y la Argentina es el segundo país del mundo con más casos de trastornos alimenticios.
Para Gérman Meier, Country Manager de Merz Aesthetics en Argentina, “el estudio retrató que los argentinos tienen gran interés en realizar procedimientos estéticos y que los hombres están más preocupados con la belleza y comprometidos en huir de los patrones”.
Aunque los hombres están propensos a sentirse más cómodos con su imagen, la encuesta señaló que el 80%, entre 25 y 34 años, cambió su comportamiento y comenzó a cuidarse más, además de preocuparse por la salud y el bienestar. “En el transcurso de la pandemia, fue muy significativo el aumento de las consultas masculinas. Los hombres están abiertos a someterse a procedimientos y las consultas más frecuentes son los tratamientos para mejorar las ojeras, la marcación mandibular, la rinomodelación y los tratamientos para detener la caída del pelo”, subrayó la especialista.
En efecto, se viven tiempos en los que el foco está puesto en la imagen pero, al mismo tiempo, se está muy pendiente de las emociones. “Sentirse a gusto con nuestra propia imagen genera una autopercepción positiva, que mejora la autoestima. Como médicos, tenemos la posibilidad de ayudar a nuestros pacientes a verse mejor, sentirse mejor y así recuperar algo fundamental, la confianza en sí mismos”, resumió Rey.
En la misma línea, para Sciales, “cada vez más personas buscan aumentar la autoestima, la confianza y la salud psicofísica a través de tratamientos estéticos, que pueden ser más o menos invasivos, para mejorar su imagen, corregir algún defecto físico y retrasar los signos de envejecimiento”.
Y tras asegurar que “los hombres notaron particularmente que tenían papada y eso motivó las consultas en busca de tensar o marcar para lograr más masculinidad en esa zona”, la cirujana precisó que “la franja de edad es de 35/45 años, con carreras exitosas, pero con inseguridades a nivel físico es el perfil de quienes llegan al consultorio para mejorar su imagen durante la pandemia. Hay más hombres interesados en realizarse tratamientos, aunque las mujeres siguen siendo mayoría”.
“Los varones entre 50/60 años también consultan, pero lo hacía desde antes de pandemia”, agregó.
– ¿Cuáles son los motivos más frecuentes de consulta en hombres y mujeres? ¿Y cuáles son las soluciones que la medicina estética ofrece para tratarlos?
– Sciales: Entre las soluciones estéticas más utilizadas en estos tiempos se encuentra la toxina botulínica intradérmica, para cerrar poros y excelente aliado para bajar el ph graso en la zona T, que es una zona de poros dilatados, que con filtros podían mejorar, pero generaban incomodidad en el momento en el que tenían reuniones virtuales porque no podían mejorar esas imperfecciones que los incomodaba.
A partir de agosto de 2020, cuando volvimos al consultorio, las primeras consultas fueron por flacidez facial y corporal, producto del estrés, sobre todo en el rostro. Los tratamientos más pedidos son: láseres para tensar y plasma para bioregenerar.
Asimismo, tratamientos que marquen y tensen la piel, para la papada, frente, entrecejo, para las arrugas de expresión, patas de gallo, la boca, rinoplastia para levantar la punta de la nariz, donde hay que tener mucho cuidado con los rellenos.
Las ojeras también fueron gran motivo de consulta y obsesión, ojeras con profundidad, oscuras y con arruguitas, generaron gran demanda en el consultorio.
Centrar la atención en los ojos a raíz del uso del tapaboca ha provocado un aumento de demanda de tratamientos para tratar párpados caídos y corregir las bolsas u ojeras en los ojos.
La celulitis en las mujeres también fue otra de las mayores consultas.
Ante la consulta de Infobae, la licenciada en Nutrición María Cecilia Ponce (MN 3362) consideró que “la pandemia en su conjunto hizo que el estrés, la incertidumbre laboral, la angustia y la ansiedad combinadas con los malos hábitos de sedentarismo, falta de estructuras en cuanto a horarios y los hábitos cotidianos de las familias llevara al desorden alimentario y muchas veces a atracones y conductas compensatorias para paliar la situación”.
En opinión de la licenciada en Psicología Lorena Ruda (MN 44247), “durante la pandemia la relación con la comida se vio modificada. En general la mayoría manifiesta haber subido de peso durante el confinamiento ya que para pasar las horas, la búsqueda de recetas fue una actividad convocante, sobre todo para los que tienen hijos chiquitos”.
Marianela Aguirre Ackermann es médica especialista en Nutrición y Diabetes (MN 151867) y coordina el Grupo de Obesidad de la Sociedad Argentina de Nutrición (SAN), y ante la consulta de este medio refirió que “en pandemia han aumentado no sólo las cifras de sobrepeso y obesidad sino que también han aumentado las consultas por trastornos en la conducta alimentaria”. “El más frecuente es el Trastorno del Comedor por Atracones o Bed Eating Disorder (BED) sobre todo en mujeres adolescentes y jóvenes si bien también se observa en adultos”, resaltó.
En opinión de la especialista de la SAN, “los trastornos alimentarios son desórdenes psico-neuro-endócrinos, que se dan en personas con vulnerabilidad previa y tiene una carga genética, pero hay muchos factores que influyen en su inicio o su agravamiento”. Entre ellos, “la pandemia y el aislamiento social aumentaron la ansiedad, el estrés, la tristeza, y la soledad -analizó-. Estos efectos emocionales negativos de la cuarentena se acentúan en personas con trastornos psico-emocionales preexistentes, como los trastornos de la conducta alimentaria. La función interpersonal empobrecida es más difícil de manejar cuando además existe un distanciamiento social”.
Para Ruda, “a partir de esta situación muchas personas que antes jamás habían pasado por una dieta se sintieron con la necesidad de modificar sus hábitos alimenticios para volver a sentirse a gusto con su cuerpo”.
Y tras asegurar que “mucho lo lograron pero no todos”, Ruda señaló que “a partir de aquí se puede notar que post pandemia o post aislamiento muchas personas comenzaron a incorporar hábitos más saludables en la alimentación, como así también más actividad física”.
Para la licenciada en Psicología Patricia Martinez (MN 24.411), “la primera cuestión a considerar es que el tema de las exigencias estéticas es algo que atraviesa a toda la sociedad”. “Los ideales estéticos ligados al éxito son una exigencia continua. Vivimos en una cultura que privilegia la mirada, por lo tanto, sobrevalora el mostrar y el mostrarse todo el tiempo y a través de diferentes medios”, enfatizó la especialista del departamento de crianza y orientación a padres de Halitus Instituto Médico, para quien “desde esta perspectiva, ofrecerse y ofrecerle a otro una imagen perfecta se convierte en un objetivo que no pocos se esfuerzan en conseguir. En esta cultura tan sostenida en lo visual, el cuerpo se ha convertido en un medio privilegiado para mostrar quiénes somos y sobre todo cuánto vale una persona”.
“También fue el boom de la gimnasia online y al tener tiempo muchas personas entrenaron durante el aislamiento mucho más de lo que ya venían haciendo -analizó Ruda-. Incluso fue el comienzo de la actividad física para muchos, algunos por aprovechar el tiempo ‘libre’ y otros para compensar los excesos que generó estar encerrados”.
En opinión de la especialista, “la ansiedad que muchos sufrieron también se vio reflejada en su relación con la comida, y en muchos casos, sobre todo en adolescentes aparecieron o empeoraron trastorno de la alimentación”.
“Creo que la gente está sufriendo por el efecto de la pandemia en los cuerpos. Muchas personas aumentaron de peso y no pueden bajar y eso genera mucha angustia ya que se ‘estancaron’ en un cuerpo que no se condice con el que tenían cuando solían estar más activos”, agregó.
Es que según Martínez, “las actuales son sociedades muy pendientes de la mirada del otro que repercute y condiciona la propia”. Y observó: “La imagen que me devuelve el otro va a definir muchas veces cómo me veo. La mirada del otro es importante para todos y a cualquier edad”.
Ruda desalentó dar crédito a esa mirada ajena, y concluyó: “Esto no quiere decir no cuidarse y hacer cosas para sentirnos bien, sino que hay que tener cuidado con la mirada crítica que responde a estereotipos inalcanzables y creer que eso es lo normal”.