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Por: Marcela Fittipaldi | 22/06/22

La disminución de la fertilidad global: ¿mito o realidad?


Por el Dr. Sergio Pasqualini, (MN 39914) director médico de Halitus Instituto Médico

Junio es el mes internacional del cuidado de la fertilidad: ¿cómo está evolucionando? ¿por qué la infertilidad impacta a cada vez más personas?¡¿cómo influyen las variables externas?

No existen dudas de que la fertilidad disminuye en las personas con la edad. Es decir, una mujer 40 años produce menos óvulos y de menor calidad que una de 25. Y si bien es muy marcado en las mujeres, los hombres no escapan de esa variable.

Pero existe otra manera en la que los años están impactando en la fertilidad: existen trabajos científicos que hacen referencia a que, por ejemplo, el conteo de espermatozoides medido en los espermogramas es significativamente más bajo en el hombre actual que en el de hace 50 años. Y si bien es más fácil de evaluar la fertilidad en el hombre que en la mujer, se infiere que hay un impacto también en ella, debido a ciertas similitudes entre los testículos y los ovarios que permiten extrapolarlo.

En las mujeres, lo que dificulta terminar de evaluar esa disminución es que en estos 50 años existieron importantes cambios socioculturales. La búsqueda más tardía de hijos, por distintos motivos, con la consiguiente menor reserva ovárica y dificultades para lograrlo, es una realidad.

En cuanto a la disminución de la fertilidad en las últimas décadas, vemos que existe una tendencia a una menor respuesta -en cuanto a cantidad y calidad- a la estimulación ovárica cuando realizamos los tratamientos de fertilización in vitro. Es decir, en cuanto a cómo responden a la estimulación las mujeres hace 20 años que en la actualidad. Esto lo observamos también en las donantes de óvulos, que son mujeres jóvenes y sin problemas de fertilidad.

Pueden ser varias las explicaciones de este descenso: una podría ser mutaciones y cambios en los genes, que se producen de generación en generación; o los  contaminantes ambientales que se creen actúan como tóxicos en forma directa o como disruptores endocrinos. Éstos son químicos que engañan a los receptores de hormonas uniéndose a ellos y no dejan que las hormonas funcionen de manera correcta. Algunos pueden ser los plásticos, cosméticos, pesticidas, alimentos enlatados, etc. De esta manera, actúan en las hormonas e influyen en procesos naturales como el sueño, el apetito, el metabolismo, y en este caso, el sistema reproductor.

Existen diversos estudios que evalúan como impacta cada disruptor endócrino en la fertilidad. A modo de resumen podemos decir que, en general, existe una disminución de la reserva ovárica y de su calidad, una disminución de la viabilidad y de la calidad del semen, una disminución de la tasa de implantación de embriones y además, de los embarazos que llegan a término.

El contacto con los disruptores es cotidiano y bastante difícil de evitar. Sin embargo, existen cosas que podemos hacer para reducirlo, como no utilizar plásticos y preferir contendores de vidrio. Evitar los alimentos procesados y optar por aquellos naturales y orgánicos.

La fertilidad global y la microbiota

La vida útil de los ovarios y de los testículos, el ritmo de la pérdida de la función reproductiva, viene determinada en los genes. Sin embargo, sobre estos genes puede llegar a actuar el medio ambiente, regulando su expresión, ya sea activándolos o silenciándolos. Es lo que se conoce como epigenética.

El cuerpo humano funciona como un sistema en redes, interconectado, una falla en algún sector puede influir en los demás.  Así vemos como lo psíquico, lo neurológico, lo inmunológico, lo endocrinológico interactúan, a lo que tenemos que agregar la microbiota que son los microorganismos que colonizan nuestro cuerpo. La población más importante se encuentra a nivel del intestino, pero también está presente en la vagina, intraútero, la boca, la piel, etc.

Para tener una noción de la importancia de los microorganismos (bacterias, virus y hongos) con los que convivimos podemos decir que son hasta diez veces más que las células que tenemos en nuestro cuerpo.

La microbiota tiene que ver tanto con la salud como la enfermedad. Se relaciona con la digestión de nutrientes a nivel del intestino, con la producción de vitaminas y de protección frente a distintos patógenos. Interactúa con el sistema neurológico, endocrino e inmune, y concierne a la permeabilidad intestinal. Frente a alteraciones en su composición, estado denominado de disbiosis, se la relaciona con enfermedades autoinmunes y de generación de un estado inflamatorio local y sistémico. Este estado inflamatorio crónico puede llevar a enfermedades o ser consecuencia de ellas, con un componente autoinmune como el lupus, la artritis reumatoidea, la enfermedad de Crohn, la celiaquía, la colitis ulcerosa, diabetes, obesidad, endometriosis, etc.

En el enfoque integral de las personas que nos consultan con el deseo de tener un hijo debemos explorar no solo lo relacionado en forma directa con el sistema reproductivo, sino todo aquello que puede estar afectándolo en forma indirecta y actuar en consecuencia. Al tener en cuenta lo sensible que son los ovarios y los testículos debemos actuar sobre todo aquello que puede llegar a estar afectándolos, sabiendo que la inflamación crónica y las alteraciones autoinmunes pueden hacerlo.

De la detección de una alteración autoinmune o de un estado inflamatorio puede surgir algún tratamiento específico. Al mismo tiempo, llevar un estilo de vida saludable con una alimentación adecuada con el aporte de suplementos nutricionales, probióticos y prebióticos, y actividad física, puede mejorar las condiciones inmunológicas e inflamatorias.


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