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Por: Ospat.com | 28/09/21

La contaminación afecta la fertilidad en animales y seres humanos


Todo parece indicar que una de las consecuencias más impactantes y menos conocidas de la contaminación sería la disminución de fertilidad.

Peces, reptiles, mamíferos y humanos enfrentan problemas para reproducirse por una baja cantidad y calidad del esperma, menos reserva ovárica y malformaciones en el sistema reproductivo.

Un mundo menos fértil

La epidemióloga Shanna Swan, de la Escuela de Medicina Icahn del Hospital Mount Sinai (Nueva York) asegura que el futuro de la humanidad está en peligro por esta causa.

“De alguna manera, la disminución del recuento de esperma está ahora donde el calentamiento global estaba hace 40 años. La crisis climática ya ha sido aceptada como una verdadera amenaza. Mi esperanza es que suceda lo mismo con el problema de fertilidad que ya está sobre nosotros”, asegura Swan en su último libro Cuenta regresiva.

La contaminación, el tabaquismo, la mala alimentación, el sedentarismo y el estrés son causas que pueden disminuir la fertilidad de las personas.

Un 2017 la investigadora publicó una revisión de los artículos científicos sobre la temática y determinó que entre 1973 y 2011 hubo una baja en el recuento de espermatozoides en hombres del 50 al 60 por ciento.

Swan adjudica este problema a la presencia de compuesto conocidos con disruptores endócrinos, sustancias presentes en la industria plástica, los productos de higiene personal y agroquímicos.

Luz de alerta: infertilidad

Sergio Pasqualini, director médico de la clínica de fertilidad Halitus en Buenos Aires, sostiene: “Puede verse que hay mucha infertilidad. Algo están pasando. Hay una lucecita que se enciende. Hoy estamos peor que ayer. Y mañana vamos a estar peor que hoy”.

Existen estudios que han detectado concentraciones altas de contaminantes ambientales en sangre, fluidos sexuales y leche materna.

El médico adjudica este problema a la contaminación, pero también a otros factores de la vida moderna como el tabaquismo, la mala alimentación, el sedentarismo y el estrés.

En tanto, Marina Fernández, investigadora de Conicet en el laboratorio de neuroendocrinología del Instituto de Biología y Medicina Experimental (Ibyme), asegura que se han detectado concentraciones altas de contaminantes ambientales en sangre, fluidos sexuales y leche materna.

“Estos compuestos tienen diferentes consecuencias. Por ejemplo, algunos están vinculados con la ocurrencia de nacimientos prematuros o una pubertad precoz. Muchos estudios en fauna silvestre muestran que estar expuestos a compuestos estrogénicos altera la fertilidad y funciones reproductivas”, explica.

Algunos compuestos

La fauna está en contacto directo con estos contaminantes presenten en ríos y mares y en los suelos. Y los seres humanos estamos expuestos a través de alimentos y elementos de aseo personal.

Fernández estudió en modelos animales cómo el bifenol A (BPA), presente en algunos plásticos, altera funciones reproductivas. Ahora investiga el impacto de las benzofenonas, aditivo de productos de higiene y perfumería, afectan a las neuronas que controlan el sistema reproductivo de los animales y humanos.

La investigadora explica que los efectos de estos disruptores endócrinos son a largo plazo. La niñez, adolescencia, el embarazo y la preconcepción son los momentos críticos para la exposición.

Por su parte, Pasqualini recuerda que desde el nacimiento de las técnicas in vitro, estos tratamientos han mejorado mucho. Pero, al contrario de lo esperado, en la actualidad se observan peores respuestas a la estimulación ovárica que años atrás.

“El problema más importante que tenemos en fertilidad es la disminución en la reserva ovárica. Las donantes de óvulos son mujeres jóvenes, pero las respuestas no son las mismas que antes y la calidad de los óvulos no son buenas”, asegura.

El médico explica que cuando estas sustancias contaminantes ingresan al organismo, engañan a los receptores de las hormonas y actúan en lugar de ellas. “Pero también generan una inflamación intestinal que puede generar problemas de autoinmunidad y atacar a funciones del organismo como las que están vinculadas al sistema reproductivo”, agrega.

Controversias y soluciones

Fernández explica que hay controversias sobre muchas de estas sustancias porque es difícil demostrar que un problema ambiental, como la contaminación, causa un problema de salud, como la infertilidad.

“El BPA dejó de usarse en muchos productos pero se está reemplazando por otros que todavía no están bien estudiados. Hay herbicidas, como el glifosato, que siguen despertando polémica. Aunque hay estudios sobre su impacto ambiental y en la salud, se sigue utilizando y se sigue investigando”, detalla.

La investigadora destaca que en el caso de los productos de higiene se observan cambios. Por ejemplo, cada vez se utilizan menos los parabenos, que también están envuelto en una controversia sobre su impacto en la salud.

“Debería haber una regulación más firme, multas importantes para las empresas que contaminan y educación para que la gente conozca y deje de usar estos compuestos”, asegura Fernández. Aunque cree que las personas están tomando conciencia.

Para Pasqualini la solución es compleja. Además de reducir la exposición a estos compuestos, el médico entiende que la fertilidad global también mejoría si las personas lograran bajar el estrés y aumentar su calidad de vida.

“Comer saludable y hacer ejercicios ayudan mucho. Y no hay que acordarse del problema cuando ya lo tenemos encima. Pero es difícil pedirle a un adolescente o joven que se cuide porque más adelante puede tener problemas de fertilidad”, reconoce.


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