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Por: Clarín | 09/12/24

Juguetes sexuales terapéuticos: cuáles son y cuándo son necesario


Especialistas explican por qué una vida sexual satisfactoria influye en la salud. ¿Qué juguete sexual sirve para cada afección?

Los “juguetes sexuales terapéuticos” están ganando atención y relevancia como herramientas útiles para mejorar la vida sexual y, a su vez, influir de manera positiva en la fertilidad. Al pensar en fertilidad se suele apuntar a los factores físicos y médicos más comunes. Sin embargo, “la salud sexual y emocional es igual de esencial para quienes buscan concebir”.

Así lo afirmaron Sergio Pasqualini, médico y director de Halitus Instituto Médico, y Beatriz Literat, ginecóloga y sexóloga de la misma entidad. Esto, explicaron, se da porque para muchas parejas el proceso de buscar un embarazo puede ser agotador y estresante, lo cual puede afectar la relación y reducir el deseo sexual.

“Mantener una vida sexual activa y placentera no sólo fortalece el vínculo emocional, sino que también beneficia la salud reproductiva. Reducir el estrés, disfrutar de una vida sexual satisfactoria y aprender a conocer mejor el propio cuerpo son factores que contribuyen a la salud en general; además de mejorar el equilibrio hormonal y el bienestar del sistema reproductivo”, destacaron los especialistas.

Por qué los juguetes sexuales pueden ser terapéuticos

Los médicos detallaron que los juguetes sexuales pueden desempeñar un rol terapéutico más allá del placer, al ser herramientas útiles para aliviar tensiones, fortalecer la conexión en la pareja y facilitar la exploración de deseos y reacciones de forma saludable.

Al reducir la ansiedad y la presión asociadas con la fertilidad, estos dispositivos permiten a las parejas reconectar con la intimidad de manera más relajada y disfrutar del proceso de concebir sin estrés.

Además, los beneficios del uso de juguetes sexuales son notables: mejoran la circulación sanguínea en la zona pélvica, favoreciendo un ambiente saludable para el sistema reproductivo, y los orgasmos contribuyen a reducir el estrés y mejorar el sueño, lo cual impacta de manera positiva en el equilibrio hormonal y en las condiciones óptimas para la concepción.

Según Pasqualini y Literat, integrar estos dispositivos en la vida de pareja no sólo fomenta la intimidad, sino que también aporta beneficios a nivel físico y emocional. En muchos casos, contar con el apoyo clínico-sexológico de un equipo de especialistas en salud sexual y emocional puede ayudar a maximizar estos beneficios.

En ese marco, aclararon que los profesionales pueden recomendar y orientar el uso de juguetes específicos que se adapten a la personalidad y necesidades de cada individuo o pareja, convirtiéndolos en un recurso terapéutico que apoya el bienestar integral de ambos. Se debe hacer una selección cuidadosa que sincronice con la personalidad de los pacientes, avale y oriente su uso para cumplir con la meta e incluirlo al tratamiento, como cualquier otro procedimiento o medicamento.

“La búsqueda de la mejor versión en la sexualidad forma parte un enfoque integral en aquellas parejas que se encuentran en la búsqueda de un hijo. La fertilidad es mucho más que un objetivo biológico, es una experiencia que puede enriquecerse a través de una conexión profunda y positiva con la propia sexualidad. Incorporar juguetes sexuales terapéuticos en este proceso puede ser una estrategia efectiva y significativa para mejorar la fertilidad y fortalecer los lazos de pareja”, cerraron.

Juguetes sexuales terapéuticos: los más destacados

Entre los juguetes de uso terapéutico, Beatriz Literat destacó los siguientes:

  • Succionador de clítoris: puede utilizarse en mujeres con anorgasmia.
  • Dildos y bolas chinas: sirven para realizar ejercicios Kegel, es decir, para la rehabilitación del suelo pélvico.
  • Vibradores con formas no fálicas: para personas con dificultades o aversión al contacto corporal y alteraciones en la fase de excitación sexual.
  • Dispositivos de diferente tamaño con forma fálica: para personas diagnosticadas con dispareunia, vaginismo y fobia al contacto, entre muchos otros.

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