Con el paso del tiempo, la piel pierde firmeza, tersura y elasticidad. Este proceso de envejecimiento comienza fisiológicamente a los 30 años, cuando poco a poco el colágeno va disminuyendo. Así, la piel tiene menos sustentación e hidratación. El contorno se va modificando; y se pierde lo que se conoce como el «triángulo de la juventud» de base superior y vértice inferior; que con el paso del tiempo se invierte; la base se hace inferior y el vértice superior.
«La ciencia nos ofrece cada vez más herramientas para mantener un aspecto joven sin tener que recurrir a grandes y complejas operaciones. La última tendencia son los hilos de polidioxanona (PDO)»; explicó, la médica dermatóloga Claudia Sánchez (MN 130195); quien detalló que «son hilos tensores que se reabsorben, es decir, no quedan en el cuerpo; a diferencia de los conocidos como hilos de oro».
Según precisó la dermatóloga de Halitus Salud y Estética; «se pueden colocar desde los 35 años en rostro, cuello, piernas, glúteos y brazos. Y si bien se reabsorben a los seis meses; tienen un efecto que dura entre 12 y 14 meses». Sin embargo; se recomienda aplicarlos con cierta frecuencia sin esperar su reabsorción total.
Consultada por Infobae; la médica cirujana plástica especialista en estética Griselda Seleme precisó que «los hilos PDO son tensores finos que se implantan a nivel de la dermis para conseguir un efecto lifting sin cirugía».
«Una vez implantados, los tensores producen un efecto lifting -puntualizó la cirujana-. Por un lado, cada hilo genera una fibrosis tensora en los tejidos circundantes y este proceso regenera aledaños, mientras que, por otro lado, se induce la génesis de colágeno, Ia proteína que mantiene unidos los tejidos».
Los hilos son reabsorbibles y biodegradables y su aplicación requiere un procedimiento que dura entre 30 y 60 minutos y el paciente podrá retomar de inmediato su vida habitual. «Se pueden aplicar en zonas que son compatibles con otros tratamientos, como los rellenos, la toxina botulínica y la radiofrecuencia», agregó Seleme.
A lo que Sanchez sumó: «El proceso es indoloro. Una vez que se valora al paciente, se determina la cantidad de hilos y las áreas donde se colocarán, que pueden ser faciales (a nivel frontal, patas de gallo, mejilla, mentón, cuello) o corporales (brazos, abdomen, entrepiernas)».
Entre los beneficios que ofrecen se encuentran la modelación del rostro y del cuerpo, firmeza, tersura y luminosidad y prevención. El procedimiento es elegido porque respeta la fisonomía del paciente, manteniendo sus líneas de expresión.