La pandemia del coronavirus (Covid-19) genera una incertidumbre como pocas veces experimentamos. La poca (o mucha) información que se tiene es muy nueva, y no da tiempo a tener certezas que ofrezcan cierta tranquilidad.
En ese marco, la salud reproductiva no escapa de estas cuestiones. A muchas personas, la pandemia las encontró planificando una familia, y ahora no tienen muy claro cómo seguir, por eso el doctor Sergio Pasqualini, director médico de Halitus Instituto Médico, ha brindado algunas respuestas.
La realidad es que dependerá del contexto de cada uno. No es lo mismo si es natural, que si ya existían problemas para lograrlo. Si bien, la incertidumbre económica y laboral puede no ayudar en esa búsqueda, también es cierto que la cuarentena al ser un tiempo de mayor convivencia abre posibilidades de tener una mejor actividad sexual. Si las condiciones económicas, psicológicas y sociales están dadas, no existen, al momento, razones médicas para evitar buscar el embarazo. El resultado global lo sabremos dentro de nueve meses.
Lo que sabemos al día de hoy es que el Covid-19 no es teratogénico, es decir, no produce malformaciones como, por ejemplo, el virus del ZIKA. Por lo tanto, no deberían existir mayores riesgos para el feto.
Seguramente, como con cualquier virus, los efectos podrían ser distintos según en qué momento del embarazo se contraiga. Por lo nuevo del virus, todavía no existen niños nacidos de mamás que lo contrajeron en el primer trimestre del embarazo.
Se cree que no, y para entenderlo hay que explicar cómo se da la concepción. Cada mes en el momento de la ovulación, la mujer ovula en forma natural – en general- un solo óvulo. Si las condiciones están y la pareja mantuvo relaciones sexuales, los espermatozoides se van a adherir a la capa externa del óvulo, llamada zona pelúcida, y uno solo va a poder penetrarlo.
En ese momento, el óvulo cierra sus compuertas para no dejar penetrar a ningún otro. Es decir que tiene mecanismos para ser fertilizado, pero, además, falta de receptores que impiden que sea infectado por otras partículas, como pueden ser los virus.
En realidad, ni óvulos ni espermatozoides serían portadores. Un ejemplo de esto nos lo ofrece otra pandemia, la del HIV. En el caso de los hombres, cuando está infectado y quiere ser padre, se recurre a la técnica del lavado de semen – porque el virus puede estar en el líquido seminal pero no en el espermatozoide. Una vez procesada la muestra se utilizan esos espermatozoides para realizar una inseminación intrauterina o una in vitro. De esa manera, se evita el contagio.
Lo mismo con la donación de óvulos, al no tener receptores, el óvulo no será infectado por el virus. De nuevo, en el caso de HIV nunca se observó trasmisión en los tratamientos de fertilización in vitro con óvulos donados. Si bien, los protocolos son exhaustivos, y las donantes son testeadas para descartar el virus, alguna pudo estar en el periodo de ventana – que va desde el contagio hasta que se detecta la presencia en los análisis o en su defecto con la aparición de los primeros síntomas- al momento de realizar la punción folicular para obtener los óvulos.