Luego de realizar un tratamiento de reproducción asistida para tener a su tercer hijo, Natalia Duvo decidió, junto a su pareja, donar los dos embriones que no se implantaron en el procedimiento. “Me costó desprenderme, pero prefiero que pueda ayudar a otras parejas o mujeres que necesitan”.
En su caso, podría decirse, el destino fue definido, concreto y feliz. Sin embargo, permanecen criopreservados miles que no fueron utilizados, ni donados, e incluso, en muchos casos, los pacientes dejan de hacerse cargo del mantenimiento y las clínicas no pueden tomar decisiones debido a la falta de legislación.
El debate por la situación se intensificó en los últimos años. La aprobación de la ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE), en diciembre de 2020, fue uno de los más recientes disparadores del tema. Es que, a nivel normativo hay un vacío que termina en judicializaciones y dificulta las prácticas. ¿Por cuánto tiempo los conservan los centros de fertilidad? ¿Qué pasa si se deja de pagar el mantenimiento? ¿Cómo se hace si quieren donarse?
De acuerdo con el relevamiento realizado por las legisladoras que impulsan el proyecto de “protección del embrión no implantado”, para otorgarle un marco legal, hacia 2013 había unos 50.000 embriones criopreservados. El mismo número ascendía a más de 90.000, y el 30% con más de 10 años.
Una de las principales dificultades que siempre presentó el tema fue el debate ético que acarrea. Un embrión, que surge a partir de la combinación de los gametos femenino y masculino, tiene potencial para convertirse en un ser vivo. Por lo tanto, sin legislación vigente, el procedimiento es diferente al que se sigue con los óvulos o espermatozoides criopreservados. Los institutos de fertilidad tienen que generar convenios entre particulares, que habitualmente terminan en una judicialización.
La preservación de embriones se efectúa como parte del proceso de la fecundación in vitro (tratamiento de reproducción asistida). “Normalmente, y debido a lo poco eficiente que es el sistema reproductivo humano, debe ponerse a fecundar mas de un óvulo en cada tratamiento. Esto tiene como consecuencia que frecuentemente se genere mas de un embrión”, explica el doctor Fernando Neuspiller, Presidente WeFIV, en diálogo con TN.
“La consecuencia directa es que en algunos tratamientos queden embriones remanentes, los que deben ser criopreservados”, apunta. Según considera, también sucede en muchos casos que, en casos de parejas constituidas, lo hacen con el objetivo de preservar la fertilidad. “Otro de los motivos es la interrupción del tratamiento antes de la transferencia embrionaria debido a alguna razón médica o extra-médica”, apuntó.
Sin embargo, aclaró que no siempre se obtiene en todos os tratamientos una mayor cantidad de embriones de los que se van a implantar. “Primero hay que aclarar que de cada 10 óvulos que se ponen a fecundar, solo 7 se fecundan y únicamente el 40% de ellos llega al estadio de blastocisto. De esta manera si a una mujer se le aspiran 5 óvulos, tiene posibilidades que solo se forme un embrión o en algunos casos, ninguno”, explicó Neuspiller.
Solo en el instituto que lidera hay en la actualidad aproximadamente 2900 embriones criopreservados.
De una situación similar da cuenta Sergio Pasqualini, médico ginecólogo y director de Halitus Instituto Médico, en donde, según sus cálculos, desde 1990 hasta ahora hay 9997 embriones congelados, que corresponden a 1945 pacientes.
“Se mantienen a -196 grados. A esa temperatura, la actividad molecular es prácticamente nula, lo que significa que puede permanecer en esas condiciones durante mucho tiempo. El año pasado nació un bebe de un embrión que estuvo crioprerservado durante 27 años”, indicó a este medio.
“Por lo tanto, se puede presumir que no hay un límite en el tiempo, y que no se afecta ni su vitalidad ni predispone a malformaciones a futuro. Es lo mismo 10 minutos que muchos años”, sostuvo.
Según detallaron los profesionales consultados, el procedimiento para llegar a la criopreservación no difiere demasiado del que se realiza para la vitrificación de óvulos. Las mujeres se realizan una serie de análisis clínicos y una vez que se obtuvieron los óvulos se avanza en el proceso de fertilización.
“Existen dos técnicas de criopreservación: una lenta y otra rápida, conocida como vitrificación. La diferencia es que en la primera el descenso de la temperatura es gradual y en la segunda es brusco. En ambas se utilizan crioprotectores para evitar la cristalización de los embriones que afectaría su vitalidad”, detalló Pasqualini.
Natalia, de 46 años, decidió que quería ser madre nuevamente a los 43. Junto a su pareja se inclinaron por iniciar un tratamiento tras varios intentos sin éxito. “Notaron que tenía baja reserva ovárica, algo normal por mi edad. Hice un tratamiento con mis óvulos y quedó uno solo, pero no funcionó”, relató a TN.
“Me manejé siempre con la doctora Cecilia Bizzotto, con quien quedó un vínculo muy lindo, que me habló de la ovodonación. No dudé en ningún momento”, contó sobre el procedimiento al que recurrieron. “Se obtuvieron 8 ovocitos y quedaron 3 aptos para implantar: uno es mi hijo, que ahora tiene un año”.
Como el embarazo avanzó tras el primer intento, los otros embriones se criopreservaron. “Bastante después de que nació mi hijo decidí donarlos porque no queremos tener más. Me costó un poco desprenderme a mí. A mi novio, no. Pero después pensé en que quiero que pueda ayudar a otras parejas o mujeres que lo necesitan”, se sinceró Natalia. “Eso me generó algo lindo porque es hacer felices a otros”, agregó.
“Ademas yo hablaba con muchas mujeres que estaban haciendo tratamiento y les costaba. Pensé en ellas, en que tal vez ayude”, dijo. “Yo estoy a favor de la ovodonación y de todos los tratamientos que ayuden a cumplir el deseo de ser madres, como me pasó a mí. Hoy estoy feliz con mi hijo”.
La ley de Reproducción Asistida, sancionada por el Congreso en el 2013, significó un gran avance en materia de ampliación de derechos y abrió la posibilidad de acceder de forma gratuita a las técnicas de asistencia médica para lograr embarazos. Sin embargo, dejó un importante vacío legal en relación con los embriones que no fueron implantados.
Fabiana Quaini, abogada especialista en derecho internacional de familia, que se desempeña en el área legal de Halitus, indicó que pueden preservarse indefinidamente y es el paciente quien asume el costo. “El problema es que muchas veces ya dejan de pagar y la clínica no puede descartar por sí, debe tener la autorización de los titulares”, señaló.
“En Argentina cada centro de salud hace firmar a los pacientes consentimiento previo, libre e informado sobre el destino de los embriones, ya sea conservarlos, descartarlos o donarlos para la ciencia u a otras familias”, agregó Quaini. Lo mismo sucede en WeFIV, en donde remarcaron que requieren una autorización judicial en caso de cesar la criopreservación.
En relación con esta cuestión, un grupo multipartidario de diputadas impulsa, por tercera vez, un proyecto para regularlo. La iniciativa, en primer lugar, procura limitar el número de ovocitos a fecundar “según el caso y de conformidad con las buenas prácticas médicas a fin de disminuir el número de embriones a criopreservar”.
En segundo lugar, prohíbe la comercialización de embriones. En tercer lugar, prohíbe la generación de embriones por el uso de las técnicas de reproducción humana médicamente asistida con el objetivo deliberado de ser utilizados sin fines reproductivos ni terapéuticos.