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Por: Clarín | 11/06/21

El impacto del Covid Por la pandemia, aumentaron hasta un 60% las consultas para congelar óvulos


La incertidumbre que genera el coronavirus y la dificultad de establecer vínculos lleva a más mujeres a postergar la maternidad. Cómo es el procedimiento y cuánto cuesta.

Paula (35) planeaba casarse a principios de 2020, irse de luna de miel y a su regreso emprender una pyme de ropa. Una vez encaminada, buscaría a su primer hijo junto a Damián.

Pero la era del coronavirus opacó sus proyectos. Preocupada por el tic tac del reloj biológico, acudió a un centro médico donde congeló 14 óvulos de buena calidad para detener su fertilidad en el tiempo hasta tanto decida transitar el camino de la maternidad.

El testimonio refleja que son cada vez más las mujeres que deciden postergar ser madres, apostando a estas técnicas para “detener” el paso de los años.

De acuerdo a un relevamiento de Clarín, las consultas para vitrificar o criopreservar óvulos por maternidad diferida aumentaron en forma exponencial, entre un 30% y un 60% con respecto a los registros de 2020 y el primer trimestre del 2021 según el centro consultado. El incremento coincide con la pandemia.

Se trata de una técnica de reproducción asistida que permite preservar la fertilidad. Sergio Pasqualini, médico ginecólogo especialista en la materia y director de Halitus, señala que al descongelar el óvulo vitrificado se presentan las mismas posibilidades para llevar adelante la maternidad que las que se tenían con el óvulo previo a la vitrificación. “El éxito de mañana radica en tener los óvulos congelados para lograr un embarazo natural”, añade.

“Si se compara el intervalo del primer cuatrimestre de 2021 con el primer cuatrimestre 2020, previo al lock down, el número de procedimientos de criopreservación de óvulos aumentó casi un 50%. En nuestro caso, emitimos entre 8 y 10 presupuestos diarios. Los procedimientos se concretan en un 70-80%”, señalan Romina Pesce y Patricio Rosas, miembros del Servicio de Reproducción del Hospital Italiano, quienes también registraron un aumento de procedimientos en técnicas de alta complejidad.

En Halitus, el Hospital Italiano y el consultorio de la Dra. Laura Elberger-Fertilidad coinciden en que el impulso se dio por múltiples motivos. Los especialistas entienden que la incertidumbre que generó la falta de datos iniciales sobre el efecto de la Covid 19 y el embarazo, la dificultad para establecer vínculos en pandemia sumado a la suspensión de tratamientos de fertilidad asistida al principio de la cuarentena, se encuentran entre las principales causas.

“También, influyeron el mayor acceso a la información a través de los medios de comunicación y la concientización, de parte de quienes somos profesionales en la materia, sobre la existencia del “reloj biológico” en las mujeres y que después de los 35 empieza a bajar la cantidad y calidad de los óvulos (si bien la forma del descenso es particular en cada una, lo ideal es congelarlos antes de esa edad)”, señala Laura Elberger, médica ginecóloga especialista y miembro de la Sociedad Argentina de Medicina Reproductiva (SAMER).

Un abanico de consultas diarias

Ante el cambio social que produjo el coronavirus, muchas mujeres se acercaron a diferentes centros de fertilidad con un abanico de inquietudes. ¿Cómo está mi reserva ovárica desde el punto de vista reproductivo? ¿El procedimiento puede aparejar cambios físicos? ¿Los óvulos congelados envejecen? Estas son algunas de las preguntas que suelen hacer en consultorio.

Pesce y Rosas le dicen a Clarín que, por lo general, las pacientes que consultan tienen un perfil definido. “Son profesionales, informadas e independientes. La edad promedio de consulta ronda entre los 36 y 41 años”, agregan.

Para Elberger la franja etaria es amplia: “Puede ir desde los 28 hasta los 42 años, aunque concurren más mujeres de entre 32 y 37, quienes por motivos laborales y/o personales tienen pensado diferir su maternidad”.

Por su parte, Pasqualini refiere que las pautas socio-culturales han cambiado: «La edad de la paciente fue bajando, pero 35 es el promedio. Si bien el deseo de postergar la maternidad es una causa de consulta que se mantiene desde hace varios años, hoy se tiene mayor conocimiento de que la técnica da buenos resultados. La pandemia fue esa gotita que rebasó el vaso».

Qué costo tiene el tratamiento

El tratamiento de estimulación con distintas hormonas dura un ciclo, 15 días. Los especialistas señalan que los estudios para evaluar la reserva ovárica (exámenes hormonales en sangre, ecografía transvaginal para descartar cualquier anomalía o patología) son muy importantes, no solo para diagramar un esquema de estímulo apropiado, sino también para estimar la posibilidad de respuesta.

El procedimiento puede explicarse en dos momentos. Se empieza con medicación hormonal para estimular la formación de óvulos. Este período es variable, pero, por lo general, dura entre 10 y 12 días (inyecciones subcutáneas).

“Durante todo este plazo, la paciente es monitorizada ecográficamente y con determinaciones hormonales. También, evaluamos su respuesta y progreso en número y tamaño de ovocitos desarrollados. Una vez que están en condiciones , se programa su extracción”, explican Pesce y Rosas.

Luego, se programa el día de la intervención para extraer los óvulos, a través de una técnica mínimamente invasiva. “Se realiza por una punción bajo control ecográfico en el quirófano del centro de fertilidad, bajo sedación, y dura aproximadamente 15 minutos. El líquido folicular se envía al laboratorio de embriología donde los biólogos a cargo lo examinan, separan los óvulos (ovocitos) y los congelan. La paciente se retira caminando”, describe Pasqualini.

La tarea finaliza con el acondicionamiento de los óvulos, y su preparación para ser vitrificados en viales, que se sumergen en nitrógeno líquido a menos de 196 grados C (conocido como método Cryotop), por tiempo indeterminado. No tienen vencimiento. De hecho, Halitus obtuvo el récord Guinness por el período más largo (14 años) de almacenamiento de gametos femeninos seguido de nacimiento vivo a nivel mundial.

El costo del procedimiento se compone de la medicación empleada para la estimulación ovárica, el monitoreo de la paciente durante la estimulación, el proceso de extracción de óvulos y el trabajo del laboratorio para su congelación. El precio es variable, ronda los $ 250.000. Por otro lado, corre un valor fijo de mantenimiento anual que cuesta alrededor de $ 30.000.

¿El tratamiento les puede quitar la posibilidad de ser madre natural? No. “Al contrario, la reserva ovárica en forma natural se va perdiendo constantemente en las mujeres a medida que pasan los años. En cada ciclo menstrual, hay muchos óvulos que se pierden. En un ciclo de estimulación para congelar óvulos se “rescata” gran parte de ese pool de óvulos que de otro modo se hubieran perdido naturalmente. Congelar óvulos de ninguna manera ‘resta’ fertilidad a esa mujer sino que la preserva”, describe Elberger.

La tasa de embarazo con embriones formados de óvulos de mujeres de 35 años o menos ronda un 40-50% por cada transferencia embrionaria. Este porcentaje baja significativamente luego de esta edad, siendo del orden del 30-20% entre los 36 y 39 años y menos del 10% a partir de los 40 años.

Por eso la edad al momento de realizar el procedimiento también es clave. “Si tiene 35 años o menos va a tener excelentes posibilidades. Si tiene entre 36 y 38 buenas oportunidades y a partir de los 39, disminuyen año tras año, en forma más marcada”, ilustra Elberger.

Otro factor determinante del éxito del tratamiento es el número de ovocitos recuperados luego de la estimulación . “Una cifra que permite muy buenas chances reproductivas en el futuro, oscila entre los 12 y los 15”, indican desde el Italiano.

Existen situaciones donde el número de ovocitos obtenidos para congelar es menor al esperado. En tales casos, se le propone a la paciente repetir el procedimiento para contar con un mayor número de óvulos.

Ser madre en pandemia

El de Ludmila Venturini (44) es un caso inverso: ella había criopreservado óvulos y decidió ser madre en pandemia. La mujer había empezado su tratamiento de fertilidad hace más de 10 años. Tras varios intentos fallidos con su marido, en julio de 2011 recurrió a un centro de fertilidad con la esperanza de poder entender qué estaba pasando. Pero, por cuestiones de salud y complicaciones con la pareja postergó sus planes.

En octubre de 2015, a sus 38 años, decidió criopreservar óvulos para tener la posibilidad de ser mamá en un futuro. Una vez estabilizada, en noviembre de 2019, separada, decidió retomar el tratamiento. El resultado fue exitoso en el primer intento con óvulos vitrificados de cinco años atrás.

“Me convertí en madre a los 44 años. Mi hija nació en agosto de 2020, en plena pandemia. Hoy, es una beba feliz. Le encanta divertirse y explorar el mundo”, enfatiza mientras la observa jugar con ternura.

AS


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