En los tratamientos de fertilización asistida, la criopreservación de embriones se ha convertido en una herramienta fundamental que abre las puertas al deseo de ser padres. Esta posibilidad técnica permite resguardar la oportunidad de formar una familia, incluso cuando el presente o los caminos naturales se muestran esquivos. La mayoría de los embriones criopreservados son embriones “sobrantes” que se generaron durante los tratamientos de fertilización in vitro y no fueron transferidos al útero en ese momento. Quedaron así en espera de una nueva oportunidad. Sin embargo, cuando el deseo de nuevos intentos de embarazo ya no persiste, surge una pregunta inevitable: ¿qué hacer con los embriones que continúan almacenados?
No se trata solo de una cuestión médica, sino de un proceso cargado de emociones, valores, creencias y proyectos de vida. Y como toda decisión vital, demanda tiempo, reflexión y, sobre todo, acompañamiento profesional.
Hoy, quienes tienen embriones vitrificados cuentan con cuatro caminos posibles:
Desde nuestra mirada, la donación es una alternativa poderosa cuando los embriones ya no serán utilizados para la búsqueda de un hijo propio. Donarlos para la investigación permite que la ciencia siga avanzando; donarlos para otros regala la posibilidad de vida a quienes la anhelan intensamente. Cada embrión que encuentra un nuevo destino, es un nuevo comienzo. Ahora bien, cuando se trata de donarlos, la decisión se ve influida por cómo fueron concebidos esos embriones. No es lo mismo si se generaron con óvulos y espermatozoides propios de la pareja, que si se utilizó alguno de estos gametos donados. Y suele ser más fácil tomar la decisión de donarlos cuando los embriones fueron generados con ambos gametos donados.
Afortunadamente, un porcentaje no menor de las personas elige donarlos, ya sea para investigación o para ayudar a otras personas a cumplir el sueño de ser padres. En todos los casos, se trata de un gesto profundamente generoso. Entendemos, sin embargo, que no hay una única respuesta correcta. Cada persona y cada pareja debe tomar su decisión en libertad, con plena conciencia y respeto por su historia, sus emociones y sus convicciones. Decidir es un acto íntimo que merece ser acompañado con escucha profesional y contención emocional. El trabajo interdisciplinario es fundamental en este proceso.
Particularmente en nuestro Banco de Embriones Criopreservados —formado tanto por embriones donados por pacientes como por aquellos generados a partir de óvulos y semen donados— late la generosidad de quienes eligieron transformar su posibilidad en esperanza para otros. Gracias a estas decisiones, muchas personas y parejas han podido cumplir el sueño de ser padres.
Es una elección que habla de futuro, de responsabilidad y, sobre todo, de amor. Cada embrión guarda una historia, y es por eso que hay que detenerse y reflexionar para tomar una decisión consciente.
Dr. R. Sergio Pasqualini, (MN 39914) director de Halitus Instituto Médico