“Papá, no se opina de los cuerpos de las personas”, corrigió la niña durante la cena familiar a su progenitor, quien había hecho un comentario acerca de la apariencia física de alguien en la televisión. Punto para la chiquita.
“¿No mami que pueden casarse dos chicas?”, interrogó el pequeño hijo a su madre mientras discutía con su hermana mirando una publicidad en la que dos personas del mismo sexo celebraban una boda. Punto para el niño.
Preguntas y cuestionamientos como estos -y más- ocurren todos los días en todas las casas con niños pequeños. Preguntas y cuestionamientos que muchas veces dejan a los adultos en off side a la hora de responder sus interrogantes. Preguntas y cuestionamientos que, ni por casualidad, los padres de hoy habrían planteado a los suyos.
Y no las planteaban porque ni siquiera se les ocurrían tales preguntas. Tal vez algún “adelantado” tuvo esas inquietudes, pero lo cierto es que los padres y los hijos de hoy simplemente pertenecen a mundos distintos.
En el Día de la Niñez, Infobae consultó especialistas para conocer de qué manera los padres pueden acompañar el crecimiento de sus hijos en este tiempo de cambios de paradigmas.
“Estamos atravesando sin dudas un cambio de paradigma en relación a temáticas como la crianza, la perspectiva de género, los roles sociales y como sabemos, vivir en la transición no es fácil”. Lorena Ruda es licenciada en Psicología (MN 44247) y ante la consulta de este medio comenzó a analizar: “Los que venimos ‘del pasado’ entramos en contradicción constantemente entre nuestras formas de pensar, nuestros discursos y nuestras prácticas. Por suerte, nuestros hijos están para enseñarnos a vivir el mundo actual. Nos hacen frenar, pensar, repensar y actuar”.
Y tras asegurar que muchas veces más de uno saca la bandera de ”con nuestra crianza tan mal no nos fue”, sostuvo que “lo cierto es que nunca se sabrá cuán mejor estaría la actual generación de padres si hubiese sido criado en esta generación”. “Pero sí hay información que nos respalda para querer hacer algo mejor”, aseguró, y enumeró: “Ahí donde se creía que los límites eran con castigo y autoritarismo, hoy hay palabra y contención. Ahí donde los niños debían ser obedientes hoy hay registro y empatía y se valora la opinión propia del menor, el poder expresarse e incluso oponerse. Ahí es donde principalmente estamos en un proceso de deconstrucción y aprendiendo a ser los padres para estos hijos, saliendo de los viejos esquemas y reinventándonos para que las generaciones siguientes puedan decir que tan mal no les fue pero aún puedan hacer algo mejor y así seguir evolucionando”.
En opinión de la licenciada en Psicología Patricia Martínez (MN 24411), “este cambio de paradigmas afecta a todos. No solo es diferente el mundo en el que los chicos van a vivir, sino que también es el mundo en que los adultos viven”. “La manera que tenemos de ayudarlos es entender que en este mundo compartido, los niños son nativos de este nuevo paradigma y los adultos somos migrantes. Cuanto mejor nos instalemos, mejor vamos a poder acompañarlos”, apuntó la especialista del Departamento de Crianza y Orientación a padres de Halitus Instituto Médico.
“Una de las maneras es escuchar, y responder en base a eso que escuchamos y a las construcciones que ellos van haciendo. Tratar de no imponer desde nuestro punto de vista, sino orientar, escuchar, abrir más preguntas -ahondó-. Por ejemplo, cómo entienden el tema de los roles. Esta es una buena estrategia, ayudarlos a preguntarse más que responderles con recetas cerradas. Buscar las respuestas en el mundo que los rodea y en las cosas que van viendo. En este nuevo paradigma no hay recetas cerradas y no hay modelos únicos. Los modelos pueden ser diferentes en los distintos momentos de la vida y son variados. No imponer porque nuestras respuestas tienen que ver con otro paradigma”.
A su turno, la licenciada en Psicología María Laura Santellán (MN 18841) opinó que “los cambios de paradigma son el gran desafío de los padres de hoy; no sólo cambia la concepción del mundo sino la de los seres humanos”. En su mirada, “la cuestión del género es uno de los grandes cambios de estos tiempos, pero el desafío también lo viven los mismos chicos, al encontrarse con un mundo que no se ha deconstruido del todo: ellos van a encontrar en sus mismos pares diferentes maneras de pensar ya que todavía es un momento de la historia de la humanidad en el que coexisten los sistemas construidos de ideología, religión, etc. con la deconstrucción de esos mismos sistemas”. “Creo que no sólo los adultos tenemos mundos en los que nos criamos diferentes al de nuestros hijos, sino que ellos también van a tener pares que todavía no conciban al mundo y al ser humano de la misma manera que ellos”, consideró.
– Martínez: A los adultos siempre nos va a costar mucho deconstruir eso. Porque hay aprendizajes que cuando se hacen a temprana edad quedan muy grabados y, para los adultos, los roles siguen siendo así.
Entonces esto nos cuesta a nosotros y vamos a tener que aprender de ellos. Vamos a tener que aprender que rosa puede ser varón o nena y que una espada puede ser un juguete de un varón o una nena. Esto es un aprendizaje para los adultos y desde este lugar, la posición acompañante como un observador activo parece que es la mejor estrategia que podemos encontrar. Cuando digo que somos observadores activos es porque tenemos que observar, aprender mucho y participar desde ese lugar que nos dan los chicos. Este es un buen ejercicio para los padres: acompañar en el juego de roles donde a lo mejor un papá se deja hacer una trencita y no sale corriendo porque su hija le pinta los ojos. Uno puede ser un partenaire del niño y aceptar el rol que se le está adjudicando.
– Ruda: Nos falta mucho aún como padres para erradicar algunos conceptos y desprejuiciar la mirada al varón que hace algo “de nena” o a la nena que juega fútbol, como si fuera un deporte sólo de varones. Salirnos de los estereotipos es el trabajo que nos toca hacer para que nuestros hijos crezcan siendo más libres.
Hoy ellos nos responden con “no hay esto de nena o de nene” y nosotros quedamos recalculando, y bienvenida esa interpelación a los que quieren repensarse. Algunas personas siguen contestando a estas situaciones con ideologías muy marcadas desde la rigidez generando la misma culpa con la que crecieron.
– Santellán: Creo que más allá de que se intente denodadamente no incurrir en esas cuestiones de género en los chicos igual existen. Falta muchísimo para que esto no exista o deje de existir. Obviamente es necesario el apoyo de los adultos para que el género no sea limitante y que hasta inclusive los juguetes no sean limitantes para los géneros.
Me parece que el rol de los adultos haciendo camino con sus gestos es importante, ya que todavía los niños tienen mucho que transitar. Por más que hay un cambio de paradigma aún no estamos sumergidos absolutamente en él, e incluso la generación de los niños de ahora tal vez tenga que cabalgar entre dos paradigmas y también tengan muchos desafíos: la cuestión de género va a ser uno de los que van a tener que seguir trabajando y también la concepción del mundo utilizable para pasar a un paradigma de un mundo que hay que respetar y un planeta que pone sus propias reglas y no pueden ser subvertidas por los seres humanos”.
“Es uno de los grandes desafíos que tenemos los adultos en la crianza: poder confrontarnos con ideales y mandatos -aportó Martínez-. Criar una familia con mandatos diferentes a los familiares nos confronta con nuestros propios padres. En la crianza de los hijos siempre se va a intentar reproducir aquellos aciertos de los padres. Y, por supuesto, correrse de aquellos errores que cometieron”. En ese sentido, agregó que “a veces la imposición de la época o la realidad del niño lleva a correrse aún de esos lugares que fueron aciertos de los padres. Entonces, poder correrse de las construcciones de crianza de las propias familias de origen es un paso imprescindible a la hora de enfrentar las particularidades y desafíos de la época”.
Sobre esto, Ruda opinó que la manera es “repensarse, informarse, hablando con los chicos”. “De nuevo son nuestros hijos los que vienen a mostrarnos que en los juegos los varones también portean a sus bebés o les cambian el pañal y cocinan más allá del asado -sumó-. Para los niños de hoy esto es ‘lo normal’ y ahí es donde el que quiere y puede, logra repensarse y cambiar”.
Santellán aportó que “si bien los niños de hoy nacieron en una generación en la que los papás cambian pañales, cuidan y se responsabilizan de su crianza a la par de la mamá, la verdad es que así como existen nuevos paradigmas de crianza, de género, más que nunca las culturas coexisten y los niños de ahora se van a enfrentar con la existencia de grandes zonas del planeta donde se funcione de manera diferente, con otras reglas, donde se censuren las diferencias; estos niños tendrán que entender que el mundo va hacia un lado, pero acarrea también un peso cultural y eso es un fenómeno que ellos van a tener que elaborar”. “Un niño que crezca en un país libre va a tener una cultura y sus concepciones podrán chocar con las creencias de otros lugares donde por cuestiones de religión o cultura aun predominarán otras maneras de ver el mundo”, destacó.
– Martínez: Siempre tienen que ver con leer la realidad desde un lugar desfasado o desde el lugar de nuestra propia infancia.
Por eso, la forma de “corregir” ese error es tratando de ser lo más ávidos posibles de conocer la realidad del aquí y ahora. Ser lo más desprendidos posible de nuestros propios prejuicios y de nuestros mandatos. Preguntarse, informarse, hablar mucho, no sólo con los especialistas sino con otros. Tratar de tener un juicio más crítico, de abrir ese juicio y escuchar mucho a los chicos.
Sobre todo no tener miedo, porque la crianza con miedo es complejo, es limitarse, restringirse.
Tenemos que tener en cuenta que la mejor crianza es la creativa, en la cual uno puede escuchar a un hijo y tratar de dar una respuesta o intentar construir junto a él, alguna solución posible. No hay recetas, por más que sea una verdad de perogrullo, no hay recetas en la crianza. Es observar y tratar de construir junto con el otro un posible camino.
Otro gran error es tratar de adaptar la situación actual a los modelos anteriores, como si aquellos dieron buenos resultados. La realidad es mucho más complicada como para que con un modelo pueda encontrar la solución. La realidad y la demanda que implica una crianza va más allá de los modelos posibles e incluso de las teorías. La crianza siempre es algo a construir, y a deconstruir. Tratar de insertar la compleja problemática actual en un modelo de hace 30/ 40/ 50 años es un grave error, que además conlleva para padres y para hijos mucho sufrimiento.
– Ruda: Los principales errores tienen que ver con las contradicciones entre lo que queremos cambiar porque en el pensamiento ya hemos avanzado pero en la práctica hacemos agua. A algunos todavía les cuesta ver a una nena vestida de fútbol o a un varón haciendo ballet. Nos falta sacarnos la mirada llena de prejuicios, los prejuicios propiamente dichos.
La deconstrucción en relación a los cuerpos y a la libertad con la que nos damos el lujo de juzgar y criticar según estereotipos que lejos están de la realidad. Caemos fácilmente en este gran error sin darnos cuenta que por suerte nuestros hijos son nuestros grandes maestros y ya están en otro nivel de pensamiento. Está en uno verlo y hacer algo al respecto.
A todo esto, sobre el final, Santellán sumó que si bien “los papás tienen mucho para aprender de las nuevas generaciones, tienen mucho para aportar también”. “Las de los padres actuales son generaciones con mucha tolerancia a la frustración -mucho más que las generaciones de hoy- y creo que algunas diferencias son muy enriquecedoras”, expuso, al tiempo que agregó: “Tenemos la posibilidad de esforzarnos y no sentir eso como un gran peso”. Y finalizó: “Creo que es un momento de mucha bisagra, en el que los adultos tienen mucho que aprender, pero los niños todavía tienen mucho por aprender de sus adultos”.