Los ejercicios de resistencia mejoran la microbiota intestinal

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Por: La Nueva | 07/12/18

Los ejercicios de resistencia mejoran la microbiota intestinal


Ejercicio y Flora Intestinal

Determinados ejercicios favorecen el desarrollo de un ecosistema saludable en el tracto digestivo, lo que a su vez impacta positivamente en factores de riesgo cardiometabólico claves.

Que hacer ejercicio es bueno para la salud cardiometabólica no es nuevo. Son múltiples los mecanismos por los cuales llevar adelante una vida físicamente activa se traduce en un buen funcionamiento del sistema cardiovascular y endocrino.

Sin embargo, un reciente estudio finlandés describe un camino distinto por el cual el realizar ejercicios de resistencia es de utilidad para evitar desde el infarto hasta la diabetes.

De lo que se trata es de cómo hacer actividades como el spinning favorece el desarrollo de un ecosistema saludable en el tracto digestivo, lo que a su vez impacta positivamente en factores de riesgo cardiometabólico claves, como el colesterol.

«En nuestro estudio encontramos que los niveles de fosfolípidos y de colesterol VLDL (lipoproteínas de muy baja densidad) decrecen en respuesta a la práctica de ejercicio.

Estos cambios son benéficos para la salud cardiometabólica, porque el VLDL transporta lípidos desde el hígado hacia los tejidos periféricos, convirtiéndolos en colesterol “malo” que ingresa a la circulación y tiene efectos cardiovasculares deletéreos”, explicó el doctorSatu Pekkala, investigador de la Facultad de Deportes y Ciencias de la Salud de la Universidad de Jyväskylä, Finlandia, que junto a su colega la doctora Eveliina Munukka, del Instituto de Biomedicina de la Universidad de Turku, también en Finlandia, llevaron adelanteel estudio publicado en la revista Frontiers in Microbiology.

Lo interesante del hallazgo es que el punto de partida de este circuito positivo es el efecto del ejercicio de resistencia sobre la microbiota intestinal, lo que suma un nuevo elemento a la lista de factores que inciden sobre la microbiota.

“La flora intestinal, también llamada microbiota, es el conjunto de bacterias y hongos que habitan en nuestro intestino naturalmente. Cada uno de nosotros tiene una microbiota particular que está influenciada por nuestra alimentación, nuestro ambiente, nuestra edad o estado hormonal, el estrés y el uso de antibióticos”, explicó la licenciada Julieta Lupardo, nutricionista de Halitus Instituto Médico.

La postulada relación entre actividad física y flora intestinal surge de dos estudios previos publicados el año pasado que coincidieron en mostrar que, sin modificación en la dieta mediante, el ejercicio es capaz de producir cambios positivos en la composición de la flora bacteriana intestinal.

Los experimentos realizados en modelos animales y humanos mostraron que el ejercicio estimula la producción de ácidos grasos de cadena corta, los que a su vez reducen el estado inflamatorio del intestino, manteniéndolo saludable. Ahora, Pekkala y Munukka fueron un paso más allá y describieron cuáles son los cambios en la composición de la flora bacteriana causados por el ejercicio y de qué manera se traducen en efectos positivos.

Estudio voluntario

Convocaron a mujeres sedentarias con sobrepeso para que voluntariamente comenzaran a llevar adelante un programa de entrenamiento de resistencia con bicicleta, que consistía de tres sesiones semanales. Se les pidió además que mientras durara el estudio no modificaran ningún otro elemento de su estilo de vida.

A través de estudios de secuenciación de ADN, los investigadores analizaron la composición de la microbiota de las voluntarias y encontraron al final una reducción significativa de ciertas bacterias llamadas proteobacterias, cuya presencia se asocia a un estado de inflamación intestinal, junto con un incremento de bacterias de la familia Akkermasia, que suelen asociarse a un mejor funcionamiento del metabolismo.

De hecho, estudios previos vinculan a las Akkermasia con un menor riesgo de diabetes y de obesidad. Como si esto fuera poco, estudios de sangre mostraron los mencionados cambios en los niveles de distintas formas de colesterol, todos cambios positivos en términos cardiovasculares.

“Creemos inclusive que si el periodo de entrenamiento hubiese sido más largo, hubiéramos observado cambios aún más significativos”, concluyó diciendo el doctor Setu Pekkal.


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