Se constituye como el documento principal sobre los derechos de la infancia y adolescencia más ampliamente ratificado a nivel mundial, firmado por 190 países, incluido Argentina que ratifico la convención en 1990 y en 1994 le otorgo rango constitucional. Los países que han ratificado la Convención deben asegurar de manera obligatoria que todos los menores de dieciocho años gocen de los derechos contenidos en la misma sin distinción de raza, color, idioma, nacimiento o cualquier otra condición del niño o niña, de sus padres o de sus representantes legales.
Esta Convención permitió establecer una serie de Derechos Humanos en la infancia y adolescencia que posibilitaron modelos de crianza basados en la protección de los mismos, los cuales incluyen el derecho a la la identidad, a la salud, a la educación, a jugar y divertirse, a la vida familiar, a tener un nombre y una nacionalidad, a expresar sentimientos y opiniones, a que se respeten sus ideas, creencias, cultura y lengua, a que su opinión sea tenida en cuenta, a proteger su intimidad, a una vida digna, a estar informados de sus propios derechos, a la protección frente a cualquier hecho de violencia y/o discriminación, entre otros.
En este día de festejo vamos a detenernos en la reflexión acerca del Derecho a la Identidad, las Técnicas de Reproducción Humana Asistida (T.R.H.A.) y la transmisión sobre la verdad genética. Desde la ciencia psicológica entendemos que la identidad no es algo dado, genético, hereditario, rígido o estático, no se conforma de una vez y para siempre, sino todo lo contrario, la identidad es algo dinámico y en permanente construcción a lo largo de nuestras vidas. Desde el ámbito psíquico la identidad nos otorga una coherencia y continuidad interna, podemos concebirla como una narración que comienza desde que nacemos, aquello que nos dicen tempranamente nuestros padres, la familia ampliada y el ámbito social en general, y a medida que crecemos, vamos conformando un texto que nosotros mismos nos vamos diciendo, escribiendo y reescribiendo. Las T.R.H.A. permitieron la conformación de nuevas organizaciones familiares, distintas al modelo tradicional, como las familias monoparentales, familias tardías, co – parentadas, entre otras. Esta situación abrió nuevos desafíos e interrogantes para los modelos de crianza y la experiencia nos enseña que las familias que han realizado un proceso de T.R.H.A. podrían llegar a tener dudas acerca de si transmitir o no la verdad genética y como influiría en la identidad de su hijo, más aun cuando los niños preguntan cómo llegaron al mundo, que suele ocurrir entre los cuatro y seis años con preguntas directas o alusiones indirectas, estas dudas suelen estar relacionadas con cuestiones propias de los adultos y no de las niñas o niños.
La recomendación desde las buenas prácticas de crianza es contar la verdad sobre el aspecto genético en la llegada al mundo de ese bebe, permitiendo una comunicación sincera y amorosa con los hijos, respetando sus derechos, cada familia encontrara desde su intimidad la forma de comunicarlo ayudando a escribir esas primeras páginas en la narración de la identidad y abriendo las puertas al amor y al deseo que supuso la venida de ese bebe, trascendiendo la genética. Como se suele decir, los hijos son de las madres y los padres, y no de la genética, los interrogantes que nos abren los hijos son desde el no saber porque no hay una representación previa, y con la explicación de los padres comenzara a construir su identidad sobre esa realidad.
Por lo tanto, muchas veces las cuestiones de los niños y niñas son en realidad una cuestión de los adultos, y como decia uno de los autores contemporáneos a nivel mundial de la psicología, Aaron Beck, “hay cualidades especiales como compromiso, sensibilidad, generosidad, consideración, lealtad, responsabilidad, confiabilidad, que son determinantes para una relación feliz”, si somos capaces de cultivar estas cualidades, estaremos en el camino de la felicidad dentro del ámbito familiar.
Por Lic. Pablo Lanzafame Psicólogo especialista en crianza, Halitus Instituo Médico MN 49.982