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Por: Clarín | 21/06/23

Día del padre: el boom de los papás senior que cambian pañales después de los 65


Los casos de varios famosos pusieron el foco en una tendencia en alza. Las historias de dos hombres que eligieron la paternidad en la edad de la jubilación.

¿Qué tan grande se es demasiado grande para ser papá? La pregunta es incómoda y esconde varias preguntas más. ¿Qué es ser grande? Y ¿qué demasiado grande?

Lo único viejo ahora es la tradicional celebración del Día del Padre. Y parece que los padres son cada vez más mayores. A veces, bastante más.

La vara de la edad también está alta en este limbo de la nuevas paternidades.

Días atrás el interés sobre la paternidad en la vejez se elevó frenéticamente en la prensa mundial cuando los representantes del actor Al Pacino, que tiene 83 años, anunciaron que iba a tener un hijo con su novia de 29 años, Noor Alfallah.

Pacino recibió esta semana su carnet en el (inexistente) club de la paternidad tardía con el nacimiento del pequeño Roman Pacino. Otro miembro es ocasional compañero de reparto Robert De Niro, quien el mes pasado confirmó que fue padre de su séptimo hijo a los 79 años.

Pero pensémoslo en clave argenta. Y volvamos al principio. ¿Qué tan grande se es demasiado grande para ser papá?

Está claro que la expectativa de vida se incrementó y las familias cambiaron. La tendencia general de la paternidad se fue corriendo al igual que en las mujeres, con sus límites biológicos extendidos.

Quienes ya habían sido padres con parejas anteriores no resignan, al menos no por la edad, tener un bebé con un nuevo amor en el camino (aunque se haya caminado bastante). Por otro lado, los tratamientos de fertilidad son más habituales que nunca.

Llamemos Antonio a un amante de los barcos, ex marinero y aún operario en el puerto de Ushuaia, que tiene 75 años y tuvo a su último hijo hace dos.

Sin querer hablar de su novia, dice a Clarín que todos a él le dan «20 años menos» . Y que tiene «la fuerza de alguien de 30». Jubilado pero laboralmente muy activo, no tiene problema en que nadie en Tierra del Fuego crea que es el papá de ese nene, sino el abuelo.

«Ya lo sabía antes de que naciera. No me sorprendió después. La sorpresa fue que soy distinto a cuando tuve a mi primera hija (a los 23). No es un tema físico, tampoco de tiempos, porque mi trabajo implica siempre estar muchas horas fuera de casa. Pero tengo otra sabiduría del mundo. Y mi idea es trasmitirle ese plus de ser padre/abuelo

Una vez que sucede, ¿cómo es la paternidad (tan) tardía?

Mucho más cerca de esas historias de Hollywood y del fin del mundo, en Buenos Aires tenemos quizá al «presidente» de los padres de la vejez. Es Alberto Cormillot. Tuvo a Emilio a los 82 años. El bebé, de un año y medio, se lleva tres décadas con su hermano Adrián.

«Los dos quisimos ser padres, fue un acto de amor, surgió mutuamente», explicó Cormillot sobre la decisión que tomó junto a Estefanía Pasquina, su pareja 47 años menor.

Él, que cuenta años como calcula calorías, ya ideó un plan para comunicarse con Emilio después de que no esté.

«Tiene un WhatsApp que actualizo cada 15 o 20 días. Yo le mando mensajes fotos, videos, cuentos y le mando historias», detalló el médico y profundizó: «Además, tengo un archivo en la computadora de mensajes para él y también en la nube. Quizás esos mensajes se los de yo y quizás la madre».

Ser papá de mellizos de 3 (con casi 69)

En este contexto de nuevos amores en el camino y paternidad, Claudio Maldonado cuenta a Clarín cómo es ser padre de mellizos de 3 años y medio, con (casi) 69 años.

Claudio ya tenía dos hijos de su matrimonio anterior, pero tras 12 años de amor con Verónica, ambos sintieron que querían ser padres. En el parto, ella, primeriza, tenía 42. Con el tercer tratamiento, que para evitar riesgos ya se había definido clínicamente que iba a ser el último, se logró el embarazo y nacieron Santino y Mateo.

¿Por qué eligió ser padre de nuevo pese a la edad (y teniendo una nieta)? «Primero, por el amor que le tengo a Vero, segundo porque de este amor quería tener algo, siempre estuve consciente de mi edad, y tercero, porque la ley de la vida dice que yo me iría primero de este plano que ella, y mi mujer no tiene papá, prácticamente no tiene mamá, ni hermanos. También pensé que no la dejaría sola«, cuenta.

Para «colmo de males o de bienes», dice Claudio, los bebés nacieron a fines de 2019 y en marzo arrancó el aislamiento por la pandemia. «No salir, no ir a trabajar, hizo que los disfrutara más. Ahora mismo, que tengo un trabajo libre, los traigo conmigo. Trato de besarlos, abrazarlos, de darles ahora lo que les quede en la mente, porque sé que todo tiene un tiempo».

Cada vez que se escucha que una persona mayor puede ser padre o madre se barajan las cartas de la factibilidad (¿podrá?), del deseo (¿querrá?) e incluso de lo ético (¿debe?).

Y Claudio, que se ve completamente mejor parado que cuando fue padre a los veintipico, igual casi se va al mazo emocional esta vez.

«Fueron ocho meses de terapia. Tengo miedo, no lo voy a negar. Pero es un acto de amor paternar. Hacia mí también. Sé que si un día no estoy, no les va a faltar amor. Estoy bien físicamente, todavía no me cuesta hacerles upa. Yo no medí la edad. Quisiera poder verlos de más grandes. Es una lucha interna muchas veces. Terminé las sesiones con la palabra ‘aceptación’, que salió de la boca de mi psicóloga. Por ahí vivo 100 años, ¿no?«.

Este padre grande tampoco tiene problema con que lo confundan con abuelo. Le pasó tres veces ya. «Yo también lo pensaría. No es traumático», dice y nombra desde el actor Norman Briski, que fue papá de mellizas a los 77, hasta a Charles Chaplin entre sus colegas tardíos.

Ricardo Iacub es doctor en Psicología y autor de libros y artículos científicos sobre el tema, como Erótica y vejez. Perspectivas de Occidente. Tras la noticia de Pacino, opinó en una columna en Clarín.

​»Entiendo que no es lo mismo ser criado por padres que por abuelos ya que muchas veces los niños sienten que hay una carencia de una generación, una pérdida. Mientras que cuando son los padres grandes, o uno de ellos lo es, esto no se entiende de la misma manera. Tardío es después de los 35. Cuando hablamos de personas que se encuentran en la vejez tardía, el deterioro físico y el tiempo a compartir los padres con los hijos se vuelve más acuciante», arranca el psicólogo.

Ese es el caso de algunos de los protagonistas de esta nota.

«Al Pacino, aunque se encuentre en buen estado físico es más probable que pueda enfermarse o discapacitarse y su tiempo de vida será más reducido que el promedio. La madre podrá asegurar una continuidad de cuidados, aunque las dificultades y muerte temprana de un padre pueden resultar hechos más difíciles de procesar. Incluso el cuidado de los padres suele resultar complejo habitualmente, mucho más cuando los hijos son demasiado jóvenes para ello», describe.

A la par, Iacub pide que «el tema no sea generar críticas simplistas».

Porque la psicología nos indica que los eventos predecibles pueden ser mejor tolerados que los que no lo son. Es decir, la expectativa de compartir con una persona que tenga más limitaciones y una cantidad menor de tiempo de vida en conjunto, suele volverse más tolerable, que cuando los hechos resultan menos esperables y una pérdida “imprevista” podría volverse traumática.

Si hablamos de representantes de la paternidad tardía, el Presidente realmente es un caso testimonio. Fue padre por segunda vez a los 62.

La primera dama Fabiola Yáñez tuvo por cesárea a Francisco en abril del año pasado. Llegó por fertilización in vitro. El primer hijo de Alberto Fernández, Estanislao, de 27 años, nació en 1994 fruto de su relación con su primera esposa, Marcela Luchetti, con la que estuvo casado 20 años y de la que se separó después de asumir como jefe de Gabinete de Néstor Kirchner, en 2003.

En contados posteos en las redes junto a su hijo, Alberto eligió Instagram el 11 de abril pasado para dejar ver apenas su vida como padre tardío. «Hoy cumple su primer año de vida mi querido Francisco. Ya da sus primeros pasos. Lo veo crecer. Gracias por tanta felicidad«, posteó junto a una foto en la que se lo ve guiándolo. El 1° de mayo subió otra foto, con el nene de espaldas mirando hacia el campo.

¿Hasta cuándo pueden ellos? (según la ciencia)

«A nosotros ya nos consultan con la decisión tomada, tratando de consumar el deseo. Es ahí donde se evalúa la capacidad reproductiva del hombre por medio de un espermograma. El panorama cambiará según ese resultado que, en general, en hombres mayores puede estar más o menos alterado (en cantidad movilidad y forma)», explica a Clarín Sergio Pasqualini, director médico de Halitus.

Frente a la consulta de hombres mayores, se evalúa el contexto, pensando siempre en el bienestar del futuro bebé. No hay una ley que limite la edad de los padres en los tratamientos de fertilidad. Pero se evalúa el contexto en la consulta.

«Si el hombre tiene, digamos, más de 70 años y quiere tener un hijo y la mujer es joven, es una cosa, si ambos son mayores es otra. En el primer caso de pasarle algo al padre, quedaría la madre a cargo de ese hijo», describe.

¿Qué pasa con los espermatozoides a edades más avanzadas?

«Con el tiempo todo se deteriora. Si bien la disminución de la fertilidad en la mujer es más conocida porque es más marcada, eso no significa que en el hombre no disminuya».

Además del desafío de la disminución natural de la función reproductiva masculina, estudios demostraron que las tasas de embarazo disminuyen entre un 23% y un 38% en hombres de 50 o más en comparación con más jóvenes. La producción de espermatozoides también se ve afectada, con una reducción de al menos el 25% en hombres mayores de 50 años.

También la calidad.

«El paso del tiempo tiene implicaciones en la calidad de los espermatozoides, lo que puede resultar en la incapacidad de fertilizar el óvulo, la generación de embriones malformados que se detienen en su desarrollo o, en caso de realizar una FIV con la variante del ICSI y transferirlos, la falta de implantación», cierra el experto en fertilidad.


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