Madre no hay una sola. Madres hay tantas como diversidades, mujeres y familias existen. Lo principal siempre es el amor. Y el deseo de maternar y de formar una familia.
En este Día de la Madre reunimos tres testimonios de mujeres que han sido mamás haciéndole frente a su historia, enfrentando las dificultades y peleando por hacer realidad sus deseos.
«Me decidí a avanzar con la maternidad monoparental en un click cuando cumplí 40 años. Fue un antes y un después. Me divorcié, me fui a vivir sola y me replanteé el tema de la maternidad. ¿Cómo me quería ver a futuro? Era con hijos. Ahí surge el deseo fuerte. Me recomiendan a mi médica, la Dra. Bizzotto y a Halitus. Comienzo con la primera entrevista y con un tratamiento que fue recontra exitoso porque fue muy bueno. Hice un ‘in vitro’ de los cuáles me transferí dos embriones y progresó mi hija Fortunata».
«Fue un embarazo hermoso, lo transité muy bien, trabajé hasta los últimos días. Fue una cesárea electiva, con un médico amigo maravilloso. Fortunata nació el 9 de agosto de 2022″.
«Fue una in vitro con donante ánonimo, formé una familia monoparental de la cual estoy muy orgullosa. Vengo de una familia más tradicional, conservadora, creyente, y (todos) me han acompañado, se han actualizado a estas nuevas familias, y la verdad me siento muy feliz de haber tomado esa decisión. Creo que tuve mucha valentía que a veces me asombra mi historia de vida».
«El click tuvo que ver con una historia de amor, y también la pandemia, fue un todo que me hizo pensar y replantearme. Y me quería ver así, exactamente así, siendo la mamá de Fortunata. Me siento muy feliz. El Día de la Madre significa todo para mí y es más de lo que alguna vez pensé en llegar a vivir, es el sueño más grande cumplido de mi vida«.
«Comparto mi historia para otras personas que desean maternar, si tienen ese deseo no lo pierdan nunca y sigan adelante. Que si uno desea algo, las cosas se van a ir dando, y si tiene que ser, va a ser. Soy muy optimista y así quiero plasmar este mensaje. El proceso fue maravilloso, me sentí siempre acompañada, no tengo más que palabras de agradecimiento para todas las personas que me han acompañado».
«Nuestra historia comienza en el año 1990, nos casamos, teníamos 20 y 21 años. Nos cuidamos los primeros seis meses y después nos dejamos de cuidar. Pasó medio año y como no quedaba embarazada, empecé a hacer consultas, me dieron medicación para incentivar la ovulación y así y todo no quedaba embarazada», reveló Liliana Teler, 53 años, esposa de Guillermo Dunetz, de 55, ambos de Bahía Blanca.
«Estuvimos en eso un año, porque en esa época se trataba primero a la mujer. Luego de todo ese tiempo deciden hacerle un espermograma a mi marido y encontramos que tenía problemas en los espermatozoides».
«Ahí empezamos la lucha, hicimos muchos tratamientos de fertilidad, inseminaciones en los consultorios. En ese momento los tratamientos de alta complejidad que necesitábamos eran muy costosos. Ya para 1999 fuimos a Buenos Aires, y por medio de un programa que le cubrían la medicación a la gente que no tenía recursos (nosotros pagamos la parte médica), pudimos hacer uno. Me transfirieron 3 embriones -incluso doné óvulos porque había muchos- pero no prendió«.
«Seguimos haciendo tratamientos, son 30 años de búsqueda, en Buenos Aires, en Bahía Blanca, pero no funcionaba».
«En 2011 llegamos a la Dra. Bizzotto, que nos dijo que por mi edad tenía que ir a ovodonación. Fue muy difícil para mi, la verdad no me sentía preparada, creí que iba a sentirme como una ‘incubadora’«.
«Después de pensarlo mucho, de trabajarlo en terapia, pasaron varios años hasta que acepté que la única forma de ser papás era la ovodonación. Ya para 2018 empezamos con los papeles para hacer el tratamiento, en 2019 estaba la donante y fuimos a Buenos Aires. El 20 de mayo de 2020, en plena pandemia, nació Pedro, no lo podíamos creer. Cuando la muestra dio positiva fue increíble. Fue un hermoso bebé que nos dio Dios».
«Al año siguiente pensamos en darle un hermanito, se nos ponía en juego ser papás grandes, que no se quedara solo. Nosotros somos creyentes, Cristianos Evangélicos, y siempre le pedimos a Dios que nos guíe cada paso que hagamos. En esto mismo, ‘si es tu voluntad que sea’. Y se dio todo. En 2021 nos avisan que ya teníamos donante, y ahí fuimos. Clarita nació el 24 de mayo de 2022. Para nosotros es una alegría enorme«.
«Los embarazos fueron espectaculares, como si yo tuviera veintipico de años. Fueron por cesárea porque era de riesgo por la edad, por suerte no tuve presión alta, ni diabetes, fueron muy buenos partos. El de Clarita, cuando fuimos a un control tuvieron que sacarla porque tenía algunos latidos erráticos, pero ambos llegaron a término».
«A Pedro lo amamanté dos meses nada más porque yo estaba menopáusica desde los 49 y por los sofocones, fue todo más difícil. Con Clarita, es increíble pero al día de hoy con 1 año y 4 meses sigo amamantando».
«El Día de la Madre siempre fue muy fuerte, en las iglesias se festeja mucho y para mí era muy triste. Es muy emocionante ahora pasar el Día de la Madre con mis bebés. Quiero alentar a las mujeres que quieren ser mamás, que no se pierdan la oportunidad, que no lo demoren por los miedos como me pasó a mi. Sé que es normal tener dudas sobre la ovodonación, son fantasmas inexistentes, ni bien te ponen el bebé en brazos no hay duda alguna de que es tuyo. Nosotros nos divertimos mucho y lo tenemos muy asimilado, nos reímos con eso y ellos van a saber cómo vinieron cuando sean grandes. Quiero alentar a las mujeres y a las familias que lo anhelan, que no aflojen, que no bajen los brazos. Nosotros después de muchísimos intentos, lo logramos. Para nosotros la familia no éramos nosotros solos, éramos con hijos«.
«Para mi es algo inexplicable y es una super bendición de Dios ser mamá, y en todo lo que pueda ayudar a otras familias, encantada».
«Mi nombre es Solange (39) y el de mi mujer es Marisol (38), somos dos mamás. Desde pequeña mi sueño era ser mamá, cuidaba a tanto niño se me cruzara».
«Buscando caí en manos de la mejor médica, la Dra. Inciarte, que con su hermosa energía y profesionalismo supo darme palabras justas».
«Tuve que atravesar algunos baches en el camino, ya que me extrajeron una trompa y la otra no era permeable así que debía ser in vitro sí o sí. Cuando creímos todo estaba listo, descubrieron que tenía un quiste en un ovario así que debía operarme, por lo que el tratamiento se postergó otro año más. Luego, por suerte, en el primer intento quedé embarazada. Nació Tino, un hermoso bebé sano y feliz. El embarazo fue de diez y mi parto un lujo, tocó cesárea ya que llegué a 41,4 semanas y no tenía contracciones«.
«Pasados 3 años decidimos que queríamos un hermanito para Tino, esta vez era el turno de mi mujer, así que allá fuimos otra vez. Por suerte, Marisol no tenía ningún impedimento por lo cual empezaron por fertilización asistida pero no resultó. Entonces hicimos también un in vitro, la primera no resultó pero no bajamos los brazos porque sabíamos que estábamos en buenas manos. El segundo intento nos coronó con Pietro, otro hermoso bebé sano que trajo más luz y amor a casa. Su embarazo también fue excelente«.
«Si pudiéramos decirle algo a otras mujeres sería que por más que el camino se torne difícil y la espera sea abrumadora, no se den por vencidas y agoten todos los recursos que los profesionales les sugieran».
«Ser madres es lo mejor que nos pasó en la vida, con todos sus altibajos y mal dormir y berrinches lo volveríamos a elegir una y mil veces más porque no hemos sentido mayor plenitud que el estado de ser mamá. Incluso aún tenemos embriones criopreservados para seguir».