Se estrenó «Pequeña Victoria» en Telefe y se generó el debate sobre la subrogación uterina a raíz de la trama que presenta la novela: Jazmín (Julieta Díaz), es una mujer independiente que al pasar la barrera de los 40 decide subrogar un vientre para poder ser madre, sin perder de vista su carrera profesional. Es por eso que ella firma un acuerdo privado y clandestino con Bárbara (Natalie Pérez), la madre gestante que presta su cuerpo para escapar de una desesperada situación económica y personal.
Dicho debate se fundó por algunas concepciones erróneas, entonces… ¿de qué hablamos cuando hablamos de subrogación de útero? Se trata una práctica que le permite conceder el deseo de tener un hijo a las parejas igualitarias masculinas, a hombres solos, a muchas mujeres que nunca tuvieron o perdieron en algún momento la capacidad gestacional por haber sufrido intervenciones quirúrgicas, tratamientos de quimioterapia, algún síndrome genético, y otras tantas que por diferentes motivos personales.
En síntesis, la subrogación refiere a la sustitución de un órgano, el útero, donde una mujer que decide ofrecer su vientre para ayudar a una familia o persona, explica la psicóloga especialista en fertilidad, Patricia Martinez. De todos modos, para llegar a tal fin se deben seguir una serie de pasos que avalan esta práctica.
Lo importante es trabajar seriamente y estar bien asesorados y acompañados desde lo médico, psicológico y jurídico, porque es en la interdisciplinariedad donde manifiesta la variable diferencial para llevar estos casos a buen puerto, sostiene Fabiana Quaini, especialista en derecho internacional de Familia.
Previamente, ambas partes tienen una entrevista con la psicóloga. Con la portadora se hacen por lo menos seis encuentros, a partir del cual se evalúa si tiene los recursos y las posibilidades para realizar este tratamiento. Se profundiza en la personalidad de la portadora, que no haya trastorno psicológico en curso -sobre todo de la personalidad-, que tenga características afines, apertura a las nuevas experiencias, flexibilidad frente al cambio. Que sea una persona responsable y que haya tenido una experiencia materna satisfactoria, porque es requisito que haya sido madre en su pasado.
En la esfera de los padres, la intervención psicológica está orientada a preparar y acompañar al o los padres en la construcción del vínculo con la portadora ahora, y en el futuro, y la transmisión de la historia al niño. Ya sea subrogancia con o sin donación de gametas, la historia de la gestación y la prehistoria genética es una verdad que el niño tiene derecho a conocer por que a partir de estas coordenadas se construirá la identidad del sujeto.
La subrogación es posible y es real, pero convoca no sólo al saber profesional y a la ética de médicos, psicólogos, abogados, sino también a la ética humana de aquellos que deciden arribar a la paternidad, respetando el derecho a la verdad y a la identidad del niño por nacer, concluye la coordinadora del programa de Útero portador de Halitus Instituto, Florencia Inciarte.