La cuarentena preventiva y obligatoria generó un impacto, en mayor o menor medida, en los hábitos de los argentinos. Tras 85 días pasando casi todo el tiempo en el hogar y con, al menos, una semana más por delante, es normal que los efectos del aislamiento tengan consecuencias en la intimidad sexual de las parejas y los individuos.
Este nuevo contexto presenta un desafío en los vínculos debido a que el contacto físico entre personas es la principal fuente de contagio. Sin embargo, los expertos coinciden en que el sexo tienen enormes beneficios para la salud, especialmente para lidiar con la incertidumbre que puede provocar la pandemia, siempre y cuando se respeten las recomendaciones preventivas para una práctica segura.
«El coronavirus nos ha puesto en una situación compleja desde el punto de vista sexual y vincular. Si bien no hay evidencias de que la enfermedad se transmita por contacto genital, ha generado un desafío en los vínculos, ya que las principales actividades que generan estímulos sexuales, principalmente los besos en la boca y el intercambio de alientos es una vía de transmisión directa del virus, teniendo en cuenta que en muchos casos existen formas asintomáticas de la enfermedad que permiten el contagio entre las personas», explica la doctora Beatriz Literat, (MN50294), médica sexóloga.
En tiempos de pandemia pueden surgir sentimientos de euforia, angustia, tristeza, negación, rabia y miedo. También puede suceder que el deseo sexual se intensifique y se evapore en cuestión de minutos y varias veces en el día. Una catarata de sensaciones cuyo origen suele ser el estrés provocado por el escenario actual. Al aceptar y comprender que, dadas las circunstancias, esto es esperable, las emociones fluirán más constructivamente, lo cual ayuda muchísimo a bajar la ansiedad ya que cada uno se sentirá comprendido por el otro.
«El estrés y el miedo están afectando la intimidad y es probable que las personas reporten angustia debido a las percepciones de riesgo que pueden afectar la vida sexual y de pareja. Esta angustia puede amplificarse frente a información y comunicación poco claras que son comunes en el período inicial de brotes de enfermedades. El sexo seguro entre parejas íntimas se puede considerar como una actividad a seguir para apoyar a las personas psicológicamente frágiles en períodos de cuarentena», advierte la especialista de Halitus Instituto Médico. Dada la situación actual y los temores que naturalmente pueden surgir, es preciso advertir que las preocupaciones y los altos niveles de estrés pueden provocar disfunciones sexuales. La ansiedad que esto puede generar impacta directamente en la disminución del deseo sexual, aumentando el estrés aún más.
En este aspecto, Literat destaca la importancia de recordar algunas de las funciones más básicas de la sexualidad: placer, autoestima, seguridad, procreación, trascendencia e inmunidad; y, por último, pero no menos importante, comunicación y perdurabilidad de la pareja.Todas ellas, son generadoras de oxitocina y endorfinas entre otras hormonas y neurotransmisores que son consideradas el antídoto de las hormonas del estrés.
La actividad emocional, física y espiritual que se manifiesta durante la práctica sexual tiene un mismo motor disparador: el cerebro. Y es en circunstancias como la pandemia, en que el contacto físico se ve limitado, cuando este concepto tiene más vigencia que nunca. «No se trata en este momento de que lo que llamamos deseo o una legítima necesidad sexual, sea la impulsora de la acción. Se trata de estimular de manera voluntaria el cerebro, que es el órgano sexual principal, porque haciéndolo, activamos una fuente formidable de placer e inmunidad. Se trata de construir un lugar emocional que nos permita sentirnos seguros y habilitados», afirma la especialista.
Pero ¿cómo acceder a ese capital de energía sin besos motivadores, sin el tipo de contacto físico que era uno de los recursos principales para entrar en clima? «En nuestra corteza cerebral se encuentra la representación neurológica de cada uno de nuestros órganos, por lo tanto, podemos generar todas las fases de la respuesta sexual con el pensamiento, y por supuesto, evocar y recrear besos y otros contactos. Cuando nos conectamos a nuestra energía amorosa, podemos ingresar a nuestro mundo sexual sin siquiera tocarnos, con nuestros pensamientos, con las palabras, con las miradas, con nuestros gestos, y con cada acción que compartimos con nuestra pareja, sea cocinar, limpiar, cuidar a los niños o escuchar música», cuenta Literat.
Para ello, es necesario desplegar de manera voluntaria una actitud amorosa hacia nosotros mismos y hacia nuestra pareja.
«Tomemos entonces una decisión saludable: destinemos cada día 15 o 20 minutos para conectarnos a la propia vitalidad», aconseja la sexóloga. Las parejas pueden conectarse entre sí en todos los momentos de la rutina cotidiana, -incluso con los niños dando vueltas- y también a través de la tecnología, por ejemplo, por medio de un chat mientras circulan por la casa.
«Y si se logra construir momentos de calma y confianza dentro de cada uno y entre las parejas, podemos estar seguros de que la intimidad se expresará en todo su esplendor y nunca habrá sido tan apreciada, aún sin besos», finaliza Literat.