“Es paradójico. La sensación que tienen muchas mujeres es que se les gastan los óvulos o que sus ovarios funcionan mal justo cuando les surge el deseo reproductivo”. Fernando Neuspiller es médico y resumió, así, un fenómeno de salud reproductiva que algunos llaman menopausia precoz y que a él le preocupa especialmente: las dificultades para lograr un embarazo en mujeres que, por su edad, no deberían tenerlas, y la relación de eso con otras dos cuestiones: el estilo de vida (deteriorado) y el cambio climático.
Es un terreno fangoso. De sensaciones no se pueden extrapolar certezas, y mientras la “sensación” de algunos especialistas en fertilidad es que reciben más pacientes jóvenes con problemas de fertilidad (particularmente, por una baja reserva ovárica), no faltan las publicaciones científicas que intentaron profundizar en esta cuestión y terminaron a medias tintas, con sus “aún falta evidencia”, “las causas no han sido determinadas con claridad” o “hace falta más investigación”.
Pero tanto Neuspiller (presidente del centro de fertilización WeFIV) como Agustin Pascualini, vicepresidente de la Sociedad Argentina de Medicina Reproductiva (SAMER) y director médico del centro Halitus, se mostraron seguros ante la consulta de este medio: hay un cambio.
Mientras Neuspiller dijo que, “históricamente, el 20% de las pacientes tenía reserva ovárica disminuida” y aclaró que “en cinco o diez años se van a ver más pacientes en esta situación”, Pascualini se animó con una estimación actualizada.
“Lo que vemos en las consultas, aunque no haya estadísticas nacionales, es que cerca de tres de cada diez mujeres que consultan para congelar óvulos, tienen entre 25 y 37 años y ya tienen alguna deficiencia en la reserva ovárica”.
La cuestión del antes y el después de esos años previos a los 40 años es central. Porque, agregó Pasqualini, “en mayores de 37 años es más esperable ver cuadros de baja reserva ovárica, pero entre los 25 y los 37 es más inusual. Y, sin embargo, es lo que estamos viendo”.
“Existe mucha evidencia de que la cantidad de esperma que produce el hombre fue disminuyendo a lo largo del tiempo, independientemente de la edad. Al menos desde el 1800, cuando tenemos los primeros espermogramas. En el caso de las mujeres, seguramente la edad a la que la mujer accede a la menopausia se esté adelantando, pero es algo mucho más difícil de medir”, aclaró Neuspiler.
Basta un googleo simple para darse cuenta de que no hay consenso sobre la edad promedio de inicio de la menopausia. Sin embargo, el adelantamiento es evidente para Neuspiller: “Antes se decía que comenzaba a los 52 y después se empezó a afirmar que era a los 50, pero ahora hay papers que afirman que la media es a los 49 años, si bien no podemos dar una precisión al nivel de meses y días”.
“En otras palabras, en unos 25 años la menopausia promedio pasó de comenzar a los 52 a hacerlo a los 49”, concluyó.
En este punto, la pregunta lógica es por qué pasa esto: por qué la biología humana no acompaña (y encima le juega en contra) al deseo reproductivo cada vez más tardío. Porque, informó Neuspiller, además, “la media de edad de consulta en los años 90 era 33 años. Ahora es 39”.
Para el médico, “sin dudas el estilo de vida es determinante. La gente antes comía más sano, dormía mejor y tenía menos estrés. Los alimentos básicamente eran más sanos con respecto a lo que comemos ahora”.
Pero hay más. Cuando Clarín lo contactó, el médico estaba en París, Francia: “Justo estoy en el Congreso Mundial de Ginecología y Obstetricia y acaban de dar una charla enfocada en el deterioro de la función ovárica relacionado con la contaminación y el cambio climático”.
¿Es posible que el estilo de vida, la contaminación y el cambio climático estén calando a este nivel?
Hay varias publicaciones que empiezan a husmear en este asunto. Un ejemplo es un trabajo de 2021 de investigadores estadounidenses que se titula “Impacto de la temperatura ambiente en la reserva ovárica”.
La conclusión, luego de estudiar a más de 600 mujeres, no podría ser más clara: “La exposición a temperaturas más altas se asoció con una menor reserva ovárica. Estos resultados plantean la preocupación de que el aumento de la temperatura ambiente en todo el mundo pueda provocar un envejecimiento reproductivo acelerado entre las mujeres”.
María Fernanda Parborell es investigadora Principal del Conicet, biológa y doctora en Ciencias Químicas. Se especializa en nuevas estrategias para reducir el impacto de la quimioterapia en la fertilidad femenina. Consultada para esta nota, minimizó que pudiera haber una cuestión evolutiva que de a poco esté conduciendo a una baja reserva ovárica a edades más tempranas. En cambio, apoyó pensar en el entorno y el estilo de vida.
Pero antes recordó algo importante: “Por lo que se ve en encuestas, no es el que deseo maternal esté demorado sino que antes la mujer era ama de casa y el hombre trabajaba. Ahora la mujer, la que puede, trabaja. Y muchas de ellas pueden lograr hacer una carrera y dedicarse a ella. Es lógico que la situación haya cambiado porque mientras los hijos antes se tenían a los 25 años, o antes, y hasta los 35, ahora esto arranca a partir de los 40”.
En cuanto a las causas de una perimenopausia precoz en mujeres menores de 37 años, Parborell mencionó el estrés (“en Argentina, el estrés no es un punto menor”) y los contaminantes: “Es sabido que los plásticos, de distintas maneras, hacen que disminuya la fertilidad”.
Se suma la mala alimentación, tema del que hay publicaciones interesantes. Por ejemplo una de 2022, también de autores estadounidenses, cuyo título clarifica las conclusiones de la investigación.
Porque, si bien los autores vieron que en mujeres sin problemas de peso, la alimentación mejor o peor no cambiaba demasiado sus cualidades en materia de fertilidad, en mujeres con sobrepeso y obesidad, la balanza se inclinaba de un modo perjudicial, si querían quedar embarazadas.
Y por eso el título del paper es “Los patrones dietéticos se asocian con una mejor reserva ovárica en mujeres con sobrepeso y obesidad: un estudio transversal de la cohorte Estilo de Vida y Reserva Ovárica (LORe)”.
“Lo hicimios en colaboración con cuatro clínicas de fertilidad. Lo que vimos es que el ovario es inteligente y ante las repetidas infecciones por Covid, durante la pandemia, en muchos casos eligió manifestarse ‘no preparado’, disminuyendo su función, y con ella, la fertilidad. Pero también vimos que a los 18 meses, o sea, al año y medio, la función ovárica se empezaba a restaurar, lo cual es muy positivo”, contó.
Los tres expertos hablaron de “prevención”, en el sentido de “no colgarse”.
Parborell lo sintetizó así: “Siempre les digo a las pacientes que si pueden afrontar el costo económico se hagan un control de reserva ovárica a partir de los 30 años. Hay mujeres con menopausia precoz y no lo saben. De ese modo, si pueden afrontarlo, podrían preservar su fertilidad”.